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Gara > Idatzia > Jendartea 2006-12-22
Grupos ecologistas discrepan sobre el uso de abetos como adornos navideños
El viejo debate sobre el uso de abetos como adornos navideños se ha vuelto a reabrir en estas fechas, con la novedad de que en esta ocasión las discrepancias han surgido dentro de los propios grupos ecologistas. Unos están en contra de esta práctica, pero otros la consideran «sostenible» y ven ventajas respecto a los pinos de plástico.

IRUÑEA

Un 90% de los miles y miles de árboles navideños que adornan las casas del Estado español durante estas fechas proceden de viveros existentes en Euskal Herria y Catalunya, pero «sólo podrá recuperarse uno de cada mil» una vez pasadas estas fiestas. Así lo indica Luciano Labajos, miembro de la comisión medioambiental de Ecologistas en Acción.

Esta organización se muestra contraria al «sacrificio» de cientos de miles de ejemplares cultivados en viveros, entre otras cosas por la «escasa probabilidad» de que sobrevivan tras las fiestas.

«Es muy difícil que los abetos sobrevivan una vez replantados, ya que son una especie autóctona perteneciente a países del norte de Europa que no se adapta bien a las características de los ecosistemas mediterráneos», constata Labajos.

A su juicio, las campañas de rehabilitación en viveros municipales que existen en algunas localidades «no son efectivas», ya que «la mayoría de los árboles llegan muertos al vivero». Por ello, considera «más sostenible» una campaña en la que el vendedor fuese el encargado de recoger y recuperar los árboles una vez pasadas las fiestas.

Su opinión no es compartida por Lourdes Hernández, responsable del Programa de Bosques de WWF-Adena. Según indica, la utilización de abetos navideños cultivados en viveros como adorno navideño «es positiva, ya que evita que se arranquen ejemplares salvajes, y es menos contaminante».

Hernández reconoce la «escasa probabilidad» de recuperación de los abetos, pero defiende su uso frente a los artificiales. «Estos generan dióxido de carbono durante su fabricación y suponen un residuo muy contaminante, mientras que los ejemplares naturales componen un desecho totalmente biodegradable una vez muertos», explica.

Rechazo a los de plástico

Esta misma postura es defendida por el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Nafarroa, que argumenta que para producir pinos de plástico se consume mucha energía, y cuando se acaban las Navidades, el residuo de plástico no es biodegradable.

Por el contrario, Amigos de la Tierra rechaza el uso de árboles vivos como decoración navideña, por entender que se trata de «una tradición importada» y porque «todo el mundo puede fabricar su propio adorno utilizando troncos secos y otros materiales reciclados».

En lo que sí coinciden unos y otros es en su rechazo a la práctica de arrancar pequeños pinos de los montes, de forma «pirata», bien para uso propio o bien para venderlos en mercadillos navideños.

Otro punto de acuerdo entre organizaciones ecologistas es la necesidad de reforestar con estos pinos los bosques gallegos arrasados por el fuego.



Acebos, musgos, ruscos y muérdago

IRUÑEA

Además de los pinos y abetos, otros adornos navideños que crecen de forma natural también suponen «enormes impactos» para el medio ambiente. Así lo constata Rafa Sánchez, coordinador de Ecologistas en Acción de Nafarroa, que se refiere en concreto a la utilización ornamental de acebo o de musgo en los belenes.

«La fiebre consumista ha llegado también a otras especies vegetales, comos los ruscos o el muérdago, que están siendo recolectadas de forma insostenible», lamenta Sánchez, y advierte de que los acebos se encuentran «en grave peligro de desaparición, con los daños que supone para el ecosistema en el que se desarrollan».

A su juicio, todos estos elementos decorativos se han convertido «en un objeto de usar y tirar, que va del monte o del vivero al vertedero después de pasar la Navidad en una casa».

También llama la atención sobre la existencia de viveros dedicados exclusivamente a la producción de árboles (unos dos millones al año) «que van a la basura» en un Estado «erosionado y con graves riesgos de desertificación».


 
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