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Maite SOROA

Mensajes navideños

Ha llegado la Navidad y la caverna mediática no ha defraudado: páginas y páginas dedicadas al Papa, Rouco, el rey español...

«Abc», en su edición del lunes, destacaba en primera la entrevista al presidente de los obispos españoles, Antonio María Rouco Varela, quien pedía «a las familias que recen por la unidad de España». Y tiene su explicación, ya que se trata de «un bien defendido por el magisterio de los obispos». Pues resulta que ese «bien» por estas latitudes ha resultado bastante perjudicial.

El mismo diario le dedicaba al jeltzale Joseba Egibar una flecha hacia abajo por enviar «una carta al director de la televisión vasca para cuestionar la oportunidad de emitir el mensaje de Navidad del Rey». Y aseguraba que el PNV «impone su silencio». Ya, las vascas y los vascos de tres herrialdes, si no era en ETB, no teníamos oportunidad de sufrir el discurso. Imponer, dice. Claro que, como nos contaba después, lo que ocurrió fue que el PNV, «celoso con Bildu, pide a ETB que censure el mensaje del Rey». Ya sabemos que en realidad las vascas y vascos, excepto -incomprensiblemente- en otros tres herrialdes, estamos deseando disfrutar de la elocuente oratoria del Borbón.

Y ayer, en su edición digital, el vetusto diario ofrecía «Las novedades del Mensaje de 2012», afirmando que ha sido «el más novedoso de los últimos tiempos. Ha sido la primera vez que Don Juan Carlos ha aparecido ante los españoles desde que abandonó, en coche, el hospital en el que el pasado 23 de noviembre le operaron la cadera, y, también por primera vez, Don Juan Carlos ha transmitido su mensaje de pie, apoyado en su mesa de trabajo, en lugar de sentado. Otra novedad ha sido que el Rey ha intervenido desde su despacho del Palacio de La Zarzuela, en lugar del Salón de Audiencias». Va usted a comparar. Servidora enseguida notó la diferencia: en el Palacio de la Zarzuela se le oye mucho mejor. Otra novedad era la ausencia del retrato de Iñaki Urdangarín y, entre varias más, destacaba que, antes de comenzar el mensaje, la cámara enfocó la mesa del monarca, sobre la que se encontraba «el ejemplar de la Constitución, con tapas rojas, gastada por el uso y subrayada, con la que trabaja cada día el Monarca, junto a carpetas con cartas y documentos en estudio, diarios y revistas naciones e internacionales, resúmenes de prensa y varios objetos de escritorio». Qué bárbaro, seguro que ya se ha leído el Título preliminar y va por el primero. Solo le faltaba el «Abc» encima de la mesa.

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