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Gara > Idatzia > Euskal Herria 2006-03-16
Del Burgo recurre también a la mochila y cita a ETA 115 veces en 200 páginas de «11-M»
Mariano Rajoy no ha sido el único que ha patinado al cuestionar toda la instrucción del 11-M a partir de la mochila que llevó a las detenciones. El dirigente de UPN Jaime Ignacio del Burgo lo pone por escrito en un libro presentado ayer: «11-M, demasiadas preguntas sin respuesta». En él cita a ETA 115 veces en 200 páginas. Y justifica su obsesión: si no tuvo nada que ver, quizás sí lo tenga en el futuro.

La semana pasada, un diario navarro publicaba en su sección de Cartas al Director la misiva de un lector que insinuaba que Igor Angulo y Roberto Sainz pudieron ser «eliminados» en prisión porque conocían alguna conexión vasca sobre el 11-M. La carta resultaría ridícula si el tema no fuera tan trágico. Pero sirve como ejemplo nítido de a qué punto está llevando el PP a sus votantes en el obsesivo afán de apuntar a ETA en relación a la matanza de los trenes de Madrid.

A ese mismo fin contribuye “11-M, demasiadas preguntas sin respuesta”, publicado por el diputado de UPN Jaime Ignacio del Burgo, que llevó la voz cantante del PP en la comisión de investigación del Congreso español. Del Burgo admite, claro está, que no tiene pruebas, así que dedica todo el libro a sentenciar que el tema no está claro. Y que, si no está claro, aún se puede hablar de ETA. En el intento de justificarse, argumenta incluso que «podríamos estar ante la posibilidad de una acción concertada [de ETA e islamistas] en el futuro, y ello supondría un grave incremento del riesgo para la seguridad de todos los españoles».

Así las cosas, Del Burgo cita a ETA 115 veces en las 200 páginas de la primera parte del libro, en las que el diputado se autoentrevista. La tercera pieza está dedicada íntegramente a supuestas conexiones entre ETA y el islamismo. Del Burgo muestra muy poco sentido del ridículo al escoger ese compendio de elementos, ninguno de ellos nuevo. Si acaso, cuando relata que dos personas que hablaban entre ellas un idioma extraño pero parecían dominar el castellano compraron 70 móviles en una tienda de Madrid: «¿Eran de verdad búlgaros? ¿Era búlgaro el idioma que hablaban entre ellos? ¿Podría ser el euskara?», pregunta.

En este contexto, Del Burgo recurre también al tema de la llamada «mochila 13», que ha llevado estos días a un sonoro patinazo al presidente del PP. Después de insinuar que esta prueba central era falsa y que en consecuencia todo estaba manipulado, Mariano Rajoy ha tenido que retractarse tras las explicaciones de la Fiscalía.

Sin llegar tan lejos como ‘‘El Mundo’’y Rajoy estos días, Del Burgo dedica un epígrafe del libro a la mochila, hallada sin explotar y que permitió llegar a las detenciones de islamistas. Dice que ha analizado el sumario y «he llegado a la conclusión de que es imposible que en la estación de El Pozo nadie se apercibiera de que había otra mochila-bomba sin explotar (...) ¿Cómo es posible que a ningún TEDAX le llamara la atención una bolsa de tales características cuando estaban movilizados precisamente para tratar de determinar si había otros artefactos sin explotar? ¿Es verosímil que a nadie se le hubiera ocurrido abrirla in situ para ver su contenido?», se pregunta. Del Burgo se para ahí, porque la siguiente deducción sería que todo el sumario está inventado. Y a tanto no se atreve a llegar.

El libro sigue ese recorrido en varias ocasiones:Del Burgo se arrima al borde del precipicio para dar marcha atrás en el último momento: «Ni yo ni nadie perteneciente al Grupo Popular, con o sin responsabilidades en el anterior gobierno, hemos sostenido que exista tal conexión entre ETA y los islamistas en relación con el 11-M».

AUTORIA INTELECTUAL

Ya que no hay opción alguna de imputar la matanza a los vascos, Del Burgo trata de explotar otra vía:lo que el PP ha dado en llamar «la autoría intelectual». Ya que ETA no tuvo ninguna relación con la ejecución de la masacre, insinúa que quizás sí la habría tenido con su planteamiento. La tesis sólo tiene como sustento una suposición política: «Antes del 11-M, más de uno se la tenía jurada a José María Aznar;los islamistas, por la decidida postura de España frente al terrorismo integrista; los etarras, por haberles puesto en situación casi terminal gracias a una inteligente y consensuada política antiterrorista sin salirse un ápice del Estado de Derecho;nuestros vecinos del sur, por la humillación sufrida en el incidente de la isla de Perejil. Demasiados enemigos con ansias de venganza contra Aznar y el PP. Algunos añaden a este rosario de agraviados la decidida postura de España a la hora de fijar las reglas de reparto de poder en la UE, que ponía en peligro la pretendida hegemonía del eje París-Berlín».

Puestos a hablar de autorías intelectuales, Del Burgo ni cita a Angel Berrueta, el miembro de Gurasoak muerto por no querer poner en su tienda un cartel que acusaba a ETA, como hacía el Gobierno de Aznar. En el acto de homenaje del domingo pasado se subrayó de nuevo que el autor material, el policía Valeriano de la Peña, fue escolta de Del Burgo. -

IRUÑEA



Zouhier y «los moritos de Lavapies»
La comisión de investigación ni siquiera se planteó citar a Arnaldo Otegi, que dio en la diana aquel 11-M. Pero el PP ha recurrido incluso a detenidos por el caso para tratar de dirigir sospechas hacia ETA. Del Burgo fue quien más lejos llegó al entrevistar en prisión al confidente Rafá Zouhier, lo que le valió una censura de la comisión. El diputado navarro reproduce ahora en el libro las respuestas. Admite que al principio no tomó en cuenta su versión autoexculpatoria, «pero mi interés creció cuando leí en una de sus cartas que en la cárcel de Villabona había coincidido con presos etarras». Y ese interés se disparó cuando el relato de Zouhier le permitió insinuar que otro detenido en la trama pudo vender explosivos a ETA. Así que Del Burgo defiende que Zouhier no sólo tiene credibilidad, sino que le ampara la presunción de inocencia y, además, «está imputado por colaboración, no por asesinato».

Ayer, en el Congreso, Del Burgo volvió a esgrimir que «los moritos de Lavapiés» no pudieron preparar un atentado así. El ministro de Interior, José Antonio Alonso, le replicó que «la investigación corresponde al juez, no a Jaime Ignacio del Burgo, por fortuna y alivio para todos los españoles».


 
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