Raimundo Fitero
Mala luna
La Autoridad Palestina considera como “insulto” la acción de Israel en la prisión de Jericó. Pánico es lo que provoca. Es un acto criminal de extremada soberbia. No puede existir una manera más explícita de ningunear a un enemigo. Si pueden hacer acciones de este calibre, son capaces de todo. Hasta de exterminar a quien les dé la gana. La escalada de violencia es ahora con peso específico, como si no hubiera otra suerte que cumplir con lo que considere el ejército israelita como bueno y necesario para sus intereses. Ni equilibrio, ni procesos de paz. Se ha entrado en un camino sin salida. O con una única salida a base de fuerza y muerte. Mala luna. Porque todo parece una acción electoral. Como siempre. La guerra es electoralmente activa.Una mochila convertida en un elemento de confrontación política nos lo viene a demostrar de una manera harto cansina. La famosa mochila que solo faltaría que se hubiera comprado en alguna tienda de grandes superficies de titularidad vasca para demostrar lo que les obsesiona a los que han hecho de la violencia su manera de ser políticamente. Iñaki Gabilondo se puso las botas en su noticiario del lunes con este tema. Editorializó, se puso al frente de la razón del estado de cabreo contra las locuras de estos alterados muchachos a la sombra de Aznar. Nunca se había visto en televisión, desde que Urdaci es cómico, un noticiario tan marcadamente situado en una parte del espectro político. Está bien que cada mochuelo se coloque claramente en su olivo. Cada vez que llega marzo, además de los idus, están las bombas, y las elecciones que despojaron a los ultras aznaristas del gobierno español. Hay nerviosismo porque la luna está rebosante, han subido las temperaturas y llegan los influjos primaverales. Todo a la vez nos sitúa ante convulsiones que pueden ser simples ridiculeces o controversias que acaben en problemas de índole político. Solamente los premios de azar, las series de situación y algún anuncio de cosméticos nos aplacan el picor inguinal. Leo el horóscopo y tampoco alivia. Así que debo mantenerme atento a la pantalla, porque si es verdad que España se rompe, me gustaría verlo en directo por televisión. -
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