Freno a la represión: cuestión de justicia
El portavoz de Etxerat respondía ayer a las preguntas de los medios de comunicación en torno a la situación que debiera abrirse tras el anuncio de alto el fuego de ETA, que el organismo que agrupa a los familiares de las personas represaliadas sabe que el proceso que lleve a la superación del conflicto político en Euskal Herria precisará su tiempo, que por ello no le ponen plazos a ese proceso, pero que sí se los ponen al final de la represión: «Ayer». Una exigencia que en buena medida resumía la realizada por quienes asistieron en Biarritz a una asamblea de carácter extraordinario que, no hay que olvidar, tenía su origen en la situación generada por las nuevas medidas adoptadas contra el colectivo de presos políticos vascos, y en la que el realismo, el compromiso y la esperanza se dieron la mano.
La situación en las cárceles y fuera de ellas, así como en el amplio entorno afectivo, de amistad, incluso ideológico que rodea a los presos y presas vascas no está para euforias basadas en ilusiones vanas, a pesar de que ese sector de población que vive en primera persona las consecuencias políticas del contencioso es el menos dispuesto a dejar escapar oportunidades reales de poner fin al sufrimiento generado por una situación de enfrentamiento violento que en las últimas semanas ha vuelto a golpear con fuerza en las cárceles y en las calles. Por ello, lejos de constituirse en condicionante o freno de un posible proceso de solución, ese colectivo ha decidido apostar claramente por las soluciones, a pesar de lo cual, o precisamente por ello, reclaman con contundencia el fin de medidas de carácter represivo que no entienden ni plantean como condiciones ni mucho menos como moneda de cambio, sino como cuestiones de mera justicia.
Desde el pasado miércoles se ha subrayado en más de una ocasión el papel de la sociedad vasca en el proceso que se abra para la resolución del conflicto, tanto para que éste se ponga en marcha como para garantizar que éste llegue a buen puerto. El compromiso que ayer asumieron casi un millar de familiares de presos y presas vascas pudiera ser una estela a seguir. De hecho, la reclamación del respeto a los derechos de los presos y presas o el fin de la dispersión han sido capaces de convertirse en nexo de unión de muy amplias capas de la sociedad vasca en los momentos más agrios del conflicto y pudiera serlo también en el camino que conduzca a la paz y a la normalización política. -
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