BILBO
Especialistas rusos y norteamericanos han colaborado durante tres años en este proyecto que «va a ser difícil de superar», según el director de la Fundación Guggenheim, Thomas Krens, que ha participado en el equipo de expertos que está detrás de ‘‘¡Rusia!’’. El nivel de las obras «no tiene precedente», según dijo. La muestra incluye «tesoros nacionales» y piezas que nunca antes habían salido de aquel territorio.
Las obras que forman parte de esta exposición proceden de las pinacotecas más importantes de Rusia como el MuseoEstatal de Arte Ruso, la Galería Tretiakov, el Ermitage y elMuseo del Kremlin, así como de centros regionales y colecciones particulares.
Organizada por secciones, ‘‘¡Rusia!’’ refleja los momentos clave de la historia del arte ruso y de la evolución política y social de lo que hoy se conoce como Federación Rusa. Prácticamente, cada sala de la exposición representa un capítulo sucesivo de su historia.
El contenido del montaje que se presenta en Bilbo es mayor al que se pudo contemplar en Nueva York. Básicamente se ha ampliado la primera sección, que está dedicada a la Rusia medieval, a la era de los iconos. En este espacio se puede ver parte del famoso iconostasio del Monasterio de San Cirilio del Lago Blanco, que fue repartido entre cuatro museos durante la etapa socialista. En Bilbo se han colgado algunas tablas que no se exhibieron en Nueva York. Las piezas que se poseen han sido instaladas en una pared evocando su posición original en el iconostasio.
Este apartado se ha completado con las majestuosas obras decorativas de los siglos XVI y XVII procedentes de la Armería delMuseo delKremlin y con objetos litúrgicos de madera, esculturas y una pareja de Puertas Reales del siglo XVII, una pieza muy especial que contiene pequeños iconos y una preciosa talla.
Ya en la segunda sala se puede advertir una transición hacia temas no religiosos, con un alejamiento de los iconos y la aparición de retratos con otro tipo de contenidos como el de ‘‘Retrato de Alexander Lanskoi’’, pintado por Dimitri Levitski. Esta zona abarca las colecciones aristocráticas e impe- riales de los siglos XVIII y comienzos del XIX. Se exhiben los bustos de las personalidades más importantes de Rusia, que fueron quienes iniciaron las colecciones de arte. Un ‘‘Autorretrato’’ de Anton Van Dyck es uno de los elementos más importantes de la colección de Catalina la Grande.
La tercera galería de ‘‘¡Rusia!’’ está dedicada por entero al arte ruso del siglo XVIII, que en términos artísticos supuso el nacimiento del arte secular ruso. Ya al final de esta etapa, artistas como Fiodor Alekseiev produjeron unos asombrosos paisajes de Moscú y SanPetersburgo.
El sigloXIX dio lugar al retrato romántico, el traslado al lienzo de la vida campesina, pasajes históricos de la vida de Cristo y otras escenas tan impresionantes como ‘‘La novena ola’’, de Iván Aivazovski. Otros autores representados en la cuarta sala de la exposición son Orest Kiprenski, Alexei Venetsianov, Karl Briulov y Alenxander Ivanov, «uno de los artistas más interesantes de este período», según la comisaria Vallerie Hillings, y que está representado en el Guggenheim con varias obras, entre ellas varios estudios para ‘‘La aparición de Cristo al pueblo’’.
En la segunda mitad del siglo el protagonismo lo acaparó un grupo de pintores que puso de manifiesto la función social del arte. Denunciaron las brutales condiciones de vida de las clases más bajas y la represión política. ‘‘Sirgadores del Volga’’, de Iliá Repin, refleja de forma muy clara el sufrimiento en el rostro de un grupo de trabajadores que tira de un navío.
Dos salas para la vanguardia
La vanguardia histórica rusa ocupa las salas quinta y sexta.Picasso, Gauguin y Matisse firman algunos de los cuadros de la primera. Estas y otras obras pertenecen a las colecciones de los comerciantes moscovitas SergueiShchukin e Ivan Morozov.Estas adquisiciones ejercieron una gran influencia sobre la generación de artistas que emergió a comienzos del sigloXX. Los creadores rusos adquirieron aspectos del arte occidental pero sin olvidar sus tradiciones. «Querían estar actualizados pero conservar su carácter nacional ruso», apunta Hillings. «Recurren a su herencia espiritual una y otra vez».
El Simbolismo ruso está representado por Mijail Vrubel. Este arte experimental fue percusor de los pioneros rusos de la vanguardia. Una de las creaciones de esa tendencia es ‘‘Muchacha sobre un animal’’, de Natalia Goncharova, con una fuerte influencia de Picasso. Mijail Larionov y Kasimir Malevich son otros autores incluidos en la exposición.
La tradición figurativa es predominante en “¡Rusia!’’. Y es que ésta continuó viva incluso en el momento en el que los creadores rusos produjeron algunas de las obras más innovadoras de la historia del arte.
La séptima sección examina la época soviética y el Realismo Socialista, que se estableció en 1934. El relato de los años 30 y 40 incluye piezas de gran tamaño y los retratos de los líderes de la Revolución. Los artistas representaron el desarrollo del Estado socialista, con señales de optimismo. Alexander Deineka firma algunas de las obras de esta galería.
La última parte de ‘‘Rusia’’ arranca tras la muerte de Stalin. Helio Korzhev pinta, con un estilo cinematográfico, a un soldado que ha perdido un ojo en la II Guerra Mundial. Los artistas hablan del drama humano. El recorrido se cierra con instalaciones, pinturas, collages y esculturas y autores como I. Kabakov y V. Zagarov.
BILBO
Un importante número de piezas que se exhiben en el Museo Guggenheim Bilbao con motivo de esta exposición retrospectiva dedicada al arte ruso se habían visto fuera de Rusia en contadas ocasiones y algunas nunca habían salido de sus museos.
Es el caso de los iconos realizados por los pintores Andrei Rublev, del siglo XV, y Dionisii, del siglo XVI.
El público que visite esta muestra tendrá también una ocasión única de admirar el Sakkos o vestimenta del patriarca Adrián de la Iglesia Ortodoxa rusa, que data de finales del siglo XVII.
El cuadro ‘‘La novena ola’’ (1850), la épica escena marina pintada por Iván Aivazovski, es una pieza impresionante que tampoco resulta fácil ver fuera de Rusia, al igual que la conocida ‘‘Sirgadores del Volga’’ (1870-73), del artista Iliá Repin.
Otro de los lienzos que se puede ver en Bilbo es el ‘‘Contrarelieve’’, de Vladimir Tatlin (1916).
Los comisarios de ‘‘Rusia’’ han logrado, asimismo, incluir en esta selección una de las más icónicas pinturas de la época soviética, ‘‘V.I. Lennin en elSmolni’’, (1930), de Isaac Brodski. Un óleo perteneciente al Museo Histórico Estatal de Moscú.
Como complemento al contenido de la muestra se han organizado conciertos y actuaciones didácticas, proyecciones de cine y conferencias con expertos y artistas presentes en la exposición como Sergei Bugaev, Oleg Kulik, Viktor Alimpiev y Pavel Peppershtein.