Elecciones en Israel
La gran tasa de abstención dificulta los planes de Olmert, el sucesor de Sharon
Los sondeos a pie de urna efectuados por tres cadenas de televisión israelíes otorgaron la victoria en las elecciones legislativas de ayer a Kadima, partido del primer ministro, Ehud Olmert, aunque no consigue el número de escaños que le pronosticaban las encuestas. El Likud sería el gran perdedor de una jornada marcada por la abstención y por la irrupción de un nuevo modelo de misil, de mayor alcance, que estaría en manos de la resistencia palestina.
JERUSALEN
El partido Kadima ganó, con 29 escaños, las elecciones, según los sondeos a pie de urna difundidos por el Canal 1 de la televisión israelí.En segundo lugar aparece el Partido Laborista con 22 escaños, seguido por la formación de ultraderecha rusófona Israel Beitenu (Israel es Nuestro Hogar) con 14. Según estos sondeos el gran derrotado sería el partido Likud, la derecha tradicional, que no supera los 11 escaños, lo que le relega al cuarto lugar. Por su parte, el Canal 10 otorgaba a Kadima 31 escaños; 20 al Partido Laborista, y 12 a Israel Beitenu, igualado con el Likud. La coalición ultraderechista Unión Nacional-Partido Nacional Religioso habría logrado entre 8 y 9 escaños, según los sondeos de los dos canales televisivos. Los religiosos Shas y Judaísmo Unido de la Biblia consiguen entre 10 y 11 escaños el primero, y entre 5 y 6 el segundo. El izquierdista Meretz consigue, según los sondeos de ambos canales, 5 escaños. Los partidos «árabes» Raam, Balad y Jadash no superan ninguno de ellos los 4 escaños. La gran sorpresa fue el resultado obtenido por el Partido de los Jubilados, que logra entre 6 y 8 escaños. El Likud reconoció que fue una «noche muy dura. Mañana por hoy deberemos hacer examen de conciencia y volver a evaluar nuestras posturas y nuestros fracasos», dijo la ex ministra Limor Livnat nada más conocer los sondeos. De confirmarse lo adelantado por los sondeos, la situación del Likud sería apocalíptica hasta el punto de poner a Benjamin Netanyahu a un paso de la expulsión como su presidente. El lugar del Likud como representante de la derecha ha quedado en manos de Israel Beitenu, liderado por el ex ministro Avigdor Liberman, figura de actitudes marcadamente racistas. El Likud fue desde 1977 la fuerza predominante de la política israelí, pero la salida en noviembre pasado del primer ministro, Ariel Sharon (en estado de coma desde el pasado enero cuando sufrió un infarto cerebral), para fundar Kadima, supuso una verdadera sangría para esa formación. Sharon abandonó el Likud, partido que el mismo cofundó en 1973, por las desavenencias sobre su política de «desconexión», aplicada ya en la franja de Gaza entre agosto y setiembre pasados. El ambiente era muy distinto en Kadima. «Esto es un cambio espectacular en la política israelí; es un viraje de todo el mapa político hacia el centro», afirmaba Haim Ramon, uno de los tránsfugas del Partido Laborista a la formación que creó el primer ministro Ariel Sharon en noviembre de 2005. «Hemos ganado a lo grande». Un portavoz de Kadima acusó al ex primer ministro y cabeza de cartel del Likud, Netanyahu, de ser «el responsable del desplome» de su partido. Isaac Aharonovich, candidato a diputado por Israel Beitenu, aseguró que su intención es «incorporarnos al Gobierno». El Partido Laborista mostró también su satisfacción y dio por descontado que estará en el Gobierno que con toda probabilidad encabezará Olmert. «Estamos ante un cambio, nosotros hemos ido hacia la socialdemocracia y nuestra presencia en el Gobierno hará que sea un Gobierno social», manifestó Yuli Tamir, mano derecha del líder laborista, Amir Peretz. Pero el gran vencedor de la noche fue el nuevo Partido de los Jubilados, que habría obtenido entre 6 y 8 escaños, algo sin precedentes en la historia política israelí para una formación sectorial. El único programa de los «diputados jubilados» será institucionalizar un sistema de pensiones obligatorio y defender los intereses de la población de mayor edad.
Gran éxito de los jubilados
«Agradezco a todos los que nos han ayudado estos últimos meses a hacer este sueño realidad, porque también ellos serán alguna vez jubilados», recordó a todos el líder del partido, Rafi Eitan, antiguo jefe del Mossad.Más de cinco millones de israelíes estaban ayer llamados a votar en unas elecciones de las que dependen el futuro del país y el de su relación con sus vecinos palestinos. Pero desde primera hora quedó claro que el índice de abstención iba a superar todos los records y situarse en torno al 40%, lo que es algo desconocido en Israel. Por ello, hasta el último momento, los tres grandes partidos Kadima, de «centro» y al que los sondeos dan como vencedor, el Partido Laborista y el Likud, derecha estuvieron tratando de captar votos. Cerca del colegio electoral de Beit HaJaial, en Jerusalén, dos jóvenes aprovechaban la ley electoral que permite hacer propaganda el día de los comicios siempre que sea a 25 metros de las urnas para animar a los votantes a decantarse por Kadima, diciéndoles «adelante», el significado del nombre del partido en hebreo. El líder del Likud, Benjamin Netanyahu, ha estado hasta el último día llamando a los israelíes por teléfono (mediante una grabación) para animar a los que abandonaron su partido para pasarse a Kadima a «regresar a casa». A pocos convencieron sus llamadas, según se interpretaba anoche.
Cohete más potente
«No votaré al Likud», afirmaba a la entrada de un colegio Avi Aiush, un israelí de origen marroquí de 49 años, que explicaba que tampoco votará a Kadima porque ya no está Sharon, sino que optará por Shas, un partido religioso sefardí.En total, 8.280 centros de votación funcionaron en Israel: entre ellos 188 en hospitales, 51 en cárceles y 200 en cuarteles. Unos 25.000 policías y militares se encargaron de la seguridad en una jornada en la que imperó el máximo nivel de alerta y se cerraron los puestos fronterizos con Gaza. A la entrada de los colegios, los policías abrían los bolsos de los votantes, pero esto no difiere mucho de lo que se hace habitualmente en Israel a la entrada de cualquier lugar público. Durante la jornada electoral murieron de forma violenta cuatro ciudadanos israelíes. Fallecieron en el desierto del Neguev, al sur de Israel, en dos explosiones accidentales de proyectiles abandonados, según informó la radio pública israelí. Dos jóvenes murieron y uno fue herido de mediana gravedad al chocar con un explosivo el coche en el que viajaban cerca de la ciudad de Bersheva. Al parecer, jugaban con el explosivo abandonado en un campo de tiro del Ejército. Poco antes, en la zona de Nahal Oz, cerca de la franja de Gaza, murieron un hombre y su hijo al explosionar un cohete Kasam que no estalló cuando fue lanzado. Más trascendencia puede tener el lanzamiento desde Gaza de un «misil de medio alcance». Tel Aviv aseguró que los milicianos lanzaron ayer por primera vez un misil de medio alcance Katyusha desde la franja. La Jihad Islámica reivindicó la autoría del lanzamiento del misil, con un poder mucho mayor que el de los Kassam.
«Es el final del sueño de un Estado independiente»
Imad SAADANABLUS «Estas elecciones marcarán el final del sueño de un estado independiente». Es la opinión de Jaber Awad, profesor de Nablús de 42 años que observa con inquietud las elecciones israelíes. «Kadima ganará y la próxima etapa será una de las más peligrosas para la causa palestina porque Israel va a dibujar sus fronteras de modo unilateral, lo que no dejará ninguna posibilidad a la creación de un Estado independiente». Los palestinos de Cisjordania tienen desde la noche del domingo un anticipo de lo que será la retirada unilateral, con la transformación en puesto fronterizo del control militar de Kalandia, establecido a la altura del Muro construido por Israel. El Ejército informó de que a partir de hoy los palestinos tendrán prohibido pasar desde Ramala a Jerusalén por dicho lugar. Para el decorador Samir Adli, los planes de Olmert sólo traerán más violencia. «Tras estas elecciones vamos a asistir a la tercera Intifada, la más violenta, porque el pueblo palestino ya no tendrá nada que perder», afirma. Indecisión y apatía entre los israelíes
Miles de israelíes recorrían ayer los stands de una multitud de partidos diseminados en la plaza Isaac Rabin de Tel Aviv. Lo que les unía era no saber a qué formación votar cuando faltaban pocas horas para el cierre de los colegios. Todas las listas electorales, con la excepción de las que representan a los palestinos con pasaporte israelí, tienen su stand. Idit, 30 años de edad, mantiene sus dudas. «Si Sharon siguiera, yo no tardaría un segundo en ir a votar. He venido a estudiar los programas de los partidos», añade. Un grupo de acróbatas zancudos circula al son de la estridente música de los stands. Arik e Ilana, joven pareja con un niño, han venido desde la vecina localidad de Rishon le-Tzion. «Hasta ahora nunca hemos dudado a la hora de votar. Pero mi marido dice que lo importante hoy es estar en esta fiesta», se disculpa la joven. En el marcado Mahane Yehuda, de Jerusalén, reinan también la apatía e indecisión. «No es un día vital. No sé por quién votar, ni siquiera si lo haré», confiesa Gadi en su puesto de pescado. Su amigo Arik es más tajante: «No me interesa nada; esta elección no tiene ningún sentido», dice. Roni Avraham, vendedor de frutas y verduras, presagia la alta abstención y revela que «siempre he votado laborista, pero no me imagino a Amir Peretz ( su líder) hablando con Bush». En una esquina del mercado, una joven policía asegura que «todo está bajo control». Pero anuncia que no va a votar. «Poco importa quién gane, porque nada va a cambiar», asegura. -
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