Rafa Rueda rinde homenaje a las cosas pequeñas de la vida en su segundo disco
El segundo disco en solitario de Rafa Rueda, editado con Gaztelupeko Hotsak tras el cierre de Metak, su discográfica habitual, se llama «Saredun eskua». Es una referencia al cazador de mariposas, figura romántica que el músico de Mungia reconoce como simbólica de su propio camino, interesado como está en atrapar las cosas pequeñas, los detalles.
BILBO
«Muchas veces, cuando hacemos balance de nuestra vida, nos dejamos los detalles a un lado. Y casi siempre, nos arrepentimos. Con este disco yo quiero hacer una apología de las cosas pequeñas, esas cosas que suelen pasar desapercibidas», fueron las primeras palabras de Rafa Rueda durante la presentación de su disco “Saredun eskua”, que tuvo lugar ayer en Bilbo.Rueda empezó a componer las nuevas canciones poco después de que saliera a la calle su primer disco en solitario, “Kea” (Metak 2004). En medio ha estado inmerso en otros proyectos, como el nuevo CD de su grupo de metal Pi L.T. o el disco colectivo sobre el poeta Lauaxeta, que han sido determinantes a la hora de desarrollar lo que él llama el «concepto musical» de su nuevo trabajo. “Saredun eskua” parte del mismo lugar que “Kea”. Es «un disco de pop con algunos toques de rock», un género en el que él se siente «muy a gusto». «Me divierto mucho jugando con las melodías y el pop es el género en el que el juego melódico es más evidente», apunta. Estilísticamente, sin embargo, tienen algunas diferencias. Si el primero era más guitarrero, en su segundo trabajo el teclado tiene un papel relevante, evocando «atmósferas ochenteras», según dice el propio Rafa. Rufo Urbina, Mikel Azpiroz y David González han acompañado al guitarrista y cantante mungiarra en la grabación, que ha contado con otras dos aportaciones: la del trompetista Chris Kase y la de Alos Quartet. De las diez canciones que incluye “Saredun eskua”, cinco tienen letras de Rueda y otras cinco las han realizado escritores como Jon Benito, Edorta Jiménez, Kirmen Uribe, Unai Iturriaga y Gotzon Barandiaran. «Todos han captado muy bien la idea que yo tenía, la apología de la pequeñez, y se han adaptado como un guante a la música». El disco, añade Rueda, tiene muchas referencias a la infancia. «Creo que es la época de la vida más inocente, en la que los sentimientos y las actitudes son más puras. Tengo un recuerdo muy fugaz de la infancia y creo que está llena de detalles que se me han escapado». El disco está ilustrado por una acuarela de Mikel Valverde que evoca la figura del cazador de mariposas. «El cazador de insectos es una figura poética con la cual yo me siento muy identificado, porque va detrás de cosas pequeñas y vivas». Además de todos los proyectos colectivos en los que está metido, Rafa Rueda acompaña como guitarrista a Mikel Urdangarin. Pero tiene claro que su carrera en solitario tiene prioridad. «Yo hago esto con vistas a futuro; de hecho, ya estoy pensando en mi próximo disco. No me lo tomo como algo esporádico, creo que el proyecto que lleva mi nombre durará mientras yo dure».
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