El Consejo de Seguridad pone plazo a Irán para que ceda a las presiones
Tras un mes de debates, el Consejo de Seguridad ha roto su silencio con una declaración salomónica en la que, de un lado, da a Irán un ultimátum de 30 días para que vuelva a congelar del todo su programa nuclear pero, por otro, vuelve a remitir la cuestión a la Agencia Internacional para la Energía Nuclear y no menciona eventuales sanciones. Un compromiso entre la impaciencia de EEUU, secundado por sus aliados de la UE, y las reservas de Rusia y China.
NUEVA YORK
El selecto club de las potencias nucleares aprobó en el Consejo de Seguridad, y tras semanas de discusiones, un texto en el que da un plazo de 30 días a Irán para que suspenda todas sus actividades de enriquecimiento de uranio.El hecho de que el Consejo haya emitido una declaración presidencial, que al contrario de las resoluciones no tiene carácter vinculante, ilustra el carácter transaccional de la nueva medida de presión a Irán. La declaración no incluye mención a eventuales sanciones. Como segunda contrapartida, Rusia y China, renuentes a poner plazo alguno a Teherán, lograron, no sólo elevar de 14 a 30 días el ultimátum, sino retirar del texto un pasaje exigido por EEUU y sus aliados europeos que denunciaba que «el programa niclear iraní constituye una amenaza a la paz y a la seguridad internacionales». Moscú y Beijing fueron tajantes al excluir esta fórmula que, en la letra de la Carta de las Naciones Unidas, permitiría, en una segunda etapa. abrir la vía a medidas punitivas. Las dos potencias no alineadas con EEUU insisten además en que el dossier iraní no salga definitivamente del seno de la Agencia Internacional para la Energía Atómica (AIEA). La declaración presidencial del Consejo insta al director general de la AIEA a someter en el plazo de 30 días al Consejo de Gobernadores de la agencia radicada en Viena y, «paralelamente, al Consejo de Seguridad de la ONU, un informe sobre la respuesta de Irán» al ultimátum. El texto acordado contenta así a ambos bandos EEUU insiste en que es hora de aumentar la presión sobre Teherán utilizando el instrumento ejecutivo de la ONU, aún a costa de una indefinición en torno al futuro del dossier iraní. El Gobierno iraní rechazó la declaración, que calificó de «mal paso», y su embajador ante la ONU, Javad Zarif, se permitió incluso ironizar con que «Irán tiene alergia a las presiones y a las intimidaciones». Con todo, reiteró su disposición a retomar las negociaciones. En este sentido, ha ofrecido la posibilidad de renunciar al enriquecimiento de uranio a escala industrial pero reiteró ayer que la decisión de retomar el enriquecimiento de uranio , «sobre todo en los dominios de la investigación y el desarrollo, es irreversible». La declaración del Consejo insiste en exigir la «suspensión completa y permanente de todas las actividades ligadas al enriquecimiento, incluidas las actividades de investigación y desarrollo». Horas después de esta declaración, la reunión de los ministros de Exteriores de los cinco más el anfitrión alemán en Berlín volvió a reproducir las divergencias en torno al método a aplicar a la cuestión iraní, cuando menos si atendemos a las declaraciones posteriores a la cita. Si el objetivo era «lanzar una señal de unidad de la comunidad internacional», la reunión acabó en fracaso.
Solana confiesa que el «problema» con Irán va más allá de lo nuclear
GARA
BERLIN El Alto Representante de Política Exterior y de Seguridad de la Unión Europea, Javier Solana, aseguró ayer en Berlín que «el problema de Occidente con Irán es más grave o más amplio que el problema nuclear». En declaraciones a la prensa del Estado español, el diplomático comunitario aseguró que «Irán es un país que está ahora mismo en el centro de gravedad de todos los problemas o todas las cuestiones que preocupan a la comunidad internacional y, sobre todo a la europea». «Irán está jugando un papel fundamental en todo el área del Oriente Medio desde muchos puntos de vista: sus relaciones con Irak, con Siria, con Hizbullah, su influencia que quiere hacer más creciente a través de Hamas en el proceso de paz (sic) en Oriente Medio, el tema de derechos humanos, del terrorismo, de Afganistán...», aseguró Solana. La confesión del diplomático español, al margen de su oportunidad o no, sitúa en sus justos términos la naturaleza de las presiones en torno a la República Islámica de Irán, enemigo histórico de EEUU desde que derrotó a su sátrapa persa, Reza Palevi, a finales de la década de los setenta. Una enemistad alimentada por la influencia de Irán en el Irak y el Afganistán ocupados y por su solidaridad con las resistencias palestina y libanesa.
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