Maite Soroa
Sienten necesidad de autoafirmarse
Los nervios, tensos como cuerdas de violín; el recuerdo de aquellas prebendas que se fueron y tal vez no vuelvan y, en definitiva, el odio acumulado desde hace tanto tiempo les llevan a escribir tonterías cada día más evidentes. Cuentan tal vez con la esperanza de una opinión pública seminarcotizada por los largos años del aznarato, pero tengo la convicción de que cada vez venden menos escobas. Ayer Carmen Gurruchaga, en ‘‘La Razón’’ se retrataba en su excusa no demandada:«No tengo complejo de legitimidad de origen. He sido, soy y seré demócrata. He denunciado el terrorismo de ETA y el de los GAL con la misma intensidad. Y en ambos casos me ha resultado caro. Sin embargo, muchos de los socialistas que hoy vociferan y se autocuelgan el calificativo de demócratas aplaudieron el terrorismo de Estado. Callaron y miraron para otro lado mientras algunos intentábamos afanosamente demostrar la vinculación de los aparatos del Estado con los GAL o la del brazo político de la izquierda abertzale con ETA». Y si repasan la hemeroteca, verán que la autora ha dicho todo eso y muchísimas más cosas. Por ejemplo, el derecho a la libre determinación del pueblo vasco. Y muchas más cosas. Corran a la hemeroteca. Y se sigue retratando:«no tengo ningún complejo y opino que el contubernio de los socialistas con los etarras, mientras gobernaba el PP en un aparente idilio con el PSOE bajo la carpa del Pacto Antiterrorista, es una de las mayores deslealtades y traiciones que he vivido en mis 25 años de periodismo». Contubernio, dice. ¡Cómo le gustaba decir ‘contubernio’ a Franco! Y como la realidad es terca, la autorta intenta marear
la perdiz:«Zapatero tiene perfecto derecho a intentar acabar con ETA, pero
respetando las más elementales normas. Y, sobre todo, sin faltar a la verdad. El
y todo su entorno saben que el fin de la organización terrorista y del entramado
socio-político que la sustenta no va a ser gratis. Y así lo reconocen «soto
voce». No puede engañar a los españoles e intentar hacerles creer que, de
repente, los terroristas vascos son consciente de la perversidad de sus
acciones. La realidad es que creen, porque alguien se lo ha dicho, que, ahora,
pueden lograr parte de sus objetivos sin pegar tiros. Y en ello están. Lo demás,
es un milonga». Pero, ¿no era precisamente eso lo que defendía Gurruchaga a lo
largo de sus 25 años de periodismo? msoroa@gara.net
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