Raimundo Fitero
Paraíso
Marbella es, o debió de ser, un paraíso. Lo malo es que está diseñada por los constructores y los mafiosos, que ya se sabe que tienen un gusto bastante deplorable. En vez de jardines han construido apartamentos con vistas a otros apartamentos. Cuantas más grúas puntean el horizonte más comisiones corren por los comedores de los restaurantes de postín. De repente, Torrente se convierte en un ciudadano de primera y Jesús Gil, en un regordete amasador de fortunas y cadenas de oro. Un Ayuntamiento tomado por las fuerzas de seguridad produce imágenes y posibilidades de guión para bastante más que una macarrada de Segura.La corrupción como sistema, el dinero como religión universal. Alcaldesas, concejalas, tenientes de alcalde, asesores, abogados, todos a la cárcel, y una sensación extraña. Todos lo esperaban. A nadie ha sorprendido. Las actividades corruptas eran tan evidentes que lo extraño era que nadie diera el paso para intervenir. Y seguro que esto es la punta del asunto: los más sensibles o menos parapetados, como son los politiquillos de paso, los que deben hacerse millonarios en la legislatura, por si acaso. Porque los que de verdad mecen la cuna de la construcción, del tráfico, del blanqueo de dinero estarán parapetados en otras doscientas mil barreras societarias, unas cuantas amenazas y unos cuantos millones para comprar silencios o para paralizar las plumas con las que se firman los autos. Hay días en los que los noticiarios son lo más entretenido de la tele. Marbella y la citación de Arnaldo Otegi pusieron algo de tensión. Los fachas existen, y se dejan ver cada día con mayor procacidad. En la Audiencia Nacional se dedican a recaudar dinero, cientos de miles de euros por cada impulso. Tengo la impresión que más fuerte que el amor es la fuerza del dinero. Con él me hago un paraíso en mi piso. Y ver de madrugada las furgonetas de la Guardia Civil dirigiéndose a un presidio mientras contamos la calderilla para poder tener al optimista Arnaldo jugando al mus en su casa es un juego amargo y contradictorio. Y la Policía dando estopa a las cámaras de televisión. Todos a Marbella. -
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