La población de la Franja de Gaza tiene hambre. Hambre de libertad y de alimentos porque el Estado israelí, como parte de su política de sanciones a los palestinos a raíz de la victoria electoral de Hamas, ha reforzado su acoso al gran campo de concentración en que ha convertido la franja de Gaza. Israel impide con el cierre del paso de Karni, principal zona de acceso, la llegada de alimentos a la franja, utilizando el hambre como arma de guerra. Según la Cuarta Convención de Ginebra, el Estado israelí, como potencia ocupante, es responsable del bienestar de los palestinos en Gaza.Recientemente, el consejero del primer ministro israelí Dov Weisglass describía con macabra precisión la medida, al decir que «es como una cita con el experto en dietética. Los palestinos van a adelgazar un poco, pero no a morir». Ningún representante de la llamada comunidad internacional llamó la atención del político por sus escandalosas declaraciones.
Ahora es Olmert quien pretende llevar adelante una retirada parcial de Cisjordania que, al igual que en Gaza, sería unilateral y sin contar con la opinión de los palestinos, con la excusa de que se niega a dialogar con la Autoridad Nacional Palestina (ANP) mientras esté dirigida por un gobierno de Hamas que no ponga fin al «terrorismo», dice el aprendiz de Ariel Sharon. Una medida a todas luces ilegal, ajena a la legalidad internacional y a la infinidad de resoluciones adoptadas por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Las consecuencias de una medida de este tipo son aún una incógnita en el plano humanitario, pero no así en el político. El primer ministro palestino, Ismail Haniyeh, aseguró que «cualquier gobierno israelí que no reconozca el derecho de los palestinos a un Estado independiente con Jerusalén como capital no conseguirá traer ni la paz ni la seguridad a Oriente Medio, y el plan será rechazado por mi Gobierno».
Olmert no ha dado demasiados detalles sobre su iniciativa, aunque durante la campaña electoral ha repetido en numerosas ocasiones que para 2010 Israel tendrá «nuevas» y «definitivas» fronteras, impuestas según sus necesidades.
En la parte del plan que se conoce el nuevo primer ministro israelí propone lo que él denomina un plan de «concentración» o «convergencia» de las colonias judías más alejadas hacia los tres bloques de colonias principales: Maalé Adumim, Gush Etzión y Ariel, donde residen más de 110.000 de los 250.000 colonos judíos instalados a la fuerza en Cisjordania. El objetivo es judeizar Jerusalén y aislarla del resto de Cisjordania. Olmert sabe mucho de estos temas, porque como alcalde de Jerusalén trabajó a fondo para hacer la ciudad un poco menos palestina.
Entretanto, los occidentales continúan exigiendo a Hamas que reconozca a IsraelCanadá incluso ha decidido romper sus relaciones con la ANP y suspender su ayuda humanitaria, mientras muestran su indiferencia ante las barbaridades del Estado israelí, con la ya habitual doble moral que utiliza Occidente.
No obstante, ya antes de que Canadá o los miembros del Cuarteto EEUU, UE, Rusia y ONU, que ayer volvió a amenazar con cortar las ayudas porque no le gusta el gobierno electo palestino, la situación en Gaza ya era y es dramática.
La propia ONU, a través del Programa Mundial de Alimentos (PMA), afirmaba el pasado día 25 que los alimentos escaseaban por el bloqueo israelí a la franja. El comunicado divulgado ese día por el PMA decía que sus reservas se habían agotado y que la población tendría que depender de sus magras reservas, que sólo durarán dos o tres días, añadía el texto.
Pan, alimento basico
La harina de trigo, el pan, constituye el 80% de la dieta básica de los palestinos de Gaza los cerca de 1.350.000 palestinos que viven en la franja consumen al días unas 350 toneladas, pero también escasean los productos alimentarios para niños. Así, la mayoría de las panaderías están cerradas y el hambre sobrevuela la franja junto a los aviones y helicópteros israelíes. Nada entra en Gaza y tampoco ninguno de los productos producidos en la franja sale al exterior.
Los israelíes mantienen cerrado el paso de Karni desde comienzos de año con la excusa de la «seguridad». El pasado día 20 el estratégico paso fue abierto para aliviar la grave situación de la franja, pero el magnánimo gesto duró 30 minutos y sólo pasaron cinco camiones a la franja, aunque los israelíes impidieron que salieran mercancías palestinas. Desde ese día el paso sólo está abierto media hora al día.
Según una estadística del Banco Mundial de 2005, el 65% de los palestinos de Gaza vive por debajo del umbral de la pobreza, sobrevive con menos de dos dólares al día y la pobreza afecta al 70% de la población. El 40% de los niños sufre malnutrición.
Ante este panorama las amenazas occidentales de cortar las ayudas suenan ridículas, cuando no alzan la voz ante esta despiadada política israelí. ¿Tratará Ehud Olmert de extender a Cisjordania la receta dietética de la que hablaba Dov Weisglass? -
DONOSTIA