Maite Soroa
La venganza se sirve fría
Son tiempos nuevos y algunos pasan a cobro viejas facturas. José Antonio Zarzalejos presentaba la suya a Ibarretxe y el PNV, con quienes mantiene enemistad desde que firmaba como Vicente Copa en “El Correo Español” y compatibilizaba su oficio de látigo de nacionalistas con el de alto funcionario de la Diputación de Bizkaia.Hablaba Zarzalejos de la reunión de Zapatero e Ibarretxe,
que, a su juicio, «sirvió para constatar la difícil situación que atraviesa el
lendakari, descolocado en el nuevo escenario político abierto a raíz del último
comunicado de la banda terrorista». Según el jefazo de “Abc”, «Ibarretxe,
atrapado políticamente por los contactos que el Gobierno mantiene con Batasuna,
es consciente de que su margen de actuación se estrecha en la misma medida que
el Ejecutivo y el PSOE incrementan su interlocución con la izquierda radical y
ETA». Cree Zarzalejos que «para el PNV, las treguas etarras han adquirido
siempre un valor estratégico, la de 1998 sirvió para que las distintas
formaciones nacionalistas suscribieran el Pacto de Lizarra, roto por la banda
terrorista por las discrepancias con el PNV sobre la forma y los tiempos que
debía adquirir el proceso de construcción nacional de Euskal Herria. Ahora, la
situación es bien distinta, porque el ‘alto el fuego’ no obedece a un pacto
previo entre nacionalistas». Eso no pasa de constatación evidente. Ahora, el
análisis: «Ibarretxe y el PNV son conscientes de que la dinámica del proceso de
negociación pone en peligro su liderazgo dentro del nacionalismo vasco, sobre
todo si en una fase postrera del mismo se reprodujera un esquema similar al
seguido en el tripartito catalán. Preocupado por su futuro, el de su Gobierno y
el de su partido (por este orden), Ibarretxe intenta cuadrar el círculo
ofreciendo su ‘sincera disposición’ para ‘hacer irreversible’ el proceso abierto
tras el último comunicado etarra, al tiempo que trata de marcar su territorio
reivindicando el papel del Ejecutivo de Vitoria como ‘agente activo’ y
confirmando su intención de convocar una mesa de partidos como paso previo a una
consulta». Y, al postre, la dulce venganza: «el lendakari ya no es dueño de la
situación, y su declaración de ayer confirma que su figura se diluye en un
complejo escenario en el que Rodríguez Zapatero debería afrontar con cautela y
realismo el hipotético fin de ETA a través de una estrategia compartida con el
PP, con el convencimiento de que el ofrecimiento del lendakari (...) obedece a
razones meramente interesadas y partidistas». Son así. - msoroa@gara.net
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