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Gara > Idatzia > Iritzia > Txokotik 2006-04-06
Martin Garitano
Sépalo

Las últimas palabras ­hasta el momento­ del juez Grande-Marlasca y del presidente español, Rodríguez Zapatero, se contradicen hasta resultar inevitable poner de manifiesto tres o cuatro cosas que se le ocurren al menos complicado de los ciudadanos afectados por sus decisiones.

Dice Zapatero que la voluntad de la ciudadanía vasca será respetada aunque conlleve modificaciones en profundidad del actual marco jurídico-político, pero matiza que esas modificaciones deberán producirse acorde a los mecanismos establecidos en esa misma legalidad. Nada que objetar. Si Zapatero es un demócrata ­y deberá demostrarlo para diferenciarse de algunos de los correligionarios que le precedieron­ tiene ante sí una ocasión de oro para promover las reformas legislativas que hicieran falta y garantizar así que la voluntad de la ciudadanía vasca se respeta por la parte española sin tocar un ápice la legalidad que tanto les preocupa. Y es que sus angustias no debieran ser nuestros desvelos.

Habla, en forma de auto judicial, el magistrado que se hace llamar Grande-Marlaska sin serlo, y prohibe un acto público, pacífico, legítimo y hasta necesario, de quienes se encuentran en la ideología de la izquierda abertzale. Nada hay que oponer a sus palabras pues, aunque no se lo crea, también a él le beneficia el derecho a la libre expresión. Otra cosa será el derecho del resto a hacerle caso. Y es que, aunque se mantenga vigente el delito de desobediencia, no hay papel que pase por encima de la voluntad de la mayoría.

La prohibición del juez que dice apellidarse Grande-Marlaska salpica a terceros. Pide que las fuerzas armadas a su servicio impidan el acceso de miles de personas a Donostia. Y hasta los menos lúcidos saben en qué se traducirá la exigencia del abogado que ganó unas oposiciones a juez. Nada que ver con la libertad. Y pide que las tropas de Balza, el entusiasta, impidan que una multitud se concentre para atender al mensaje que, de forma previsible, lance la Dirección abertzale por boca de su indiscutido líder. Se trata de que vuelvan a sonar los peloteros, bailen las porras, brillen las esposas, se fotocopien los atestados delatoresŠ

Sépalo el juez que se hace llamar Grande-Marlaska: Yo estaré el domingo frente al Kursaal con la mejor de mis intenciones. Haya acto de Otegi o no lo haya. Como se decía cuando el anterior dictador: «yo ya me entiendo».-


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