Martin Garitano
S�palo
Las �ltimas palabras hasta el momento del juez Grande-Marlasca y del presidente espa�ol, Rodr�guez Zapatero, se contradicen hasta resultar inevitable poner de manifiesto tres o cuatro cosas que se le ocurren al menos complicado de los ciudadanos afectados por sus decisiones. Dice Zapatero que la voluntad de la ciudadan�a vasca ser� respetada aunque conlleve modificaciones en profundidad del actual marco jur�dico-pol�tico, pero matiza que esas modificaciones deber�n producirse acorde a los mecanismos establecidos en esa misma legalidad. Nada que objetar. Si Zapatero es un dem�crata y deber� demostrarlo para diferenciarse de algunos de los correligionarios que le precedieron tiene ante s� una ocasi�n de oro para promover las reformas legislativas que hicieran falta y garantizar as� que la voluntad de la ciudadan�a vasca se respeta por la parte espa�ola sin tocar un �pice la legalidad que tanto les preocupa. Y es que sus angustias no debieran ser nuestros desvelos. Habla, en forma de auto judicial, el magistrado que se hace llamar Grande-Marlaska sin serlo, y prohibe un acto p�blico, pac�fico, leg�timo y hasta necesario, de quienes se encuentran en la ideolog�a de la izquierda abertzale. Nada hay que oponer a sus palabras pues, aunque no se lo crea, tambi�n a �l le beneficia el derecho a la libre expresi�n. Otra cosa ser� el derecho del resto a hacerle caso. Y es que, aunque se mantenga vigente el delito de desobediencia, no hay papel que pase por encima de la voluntad de la mayor�a. La prohibici�n del juez que dice apellidarse Grande-Marlaska salpica a terceros. Pide que las fuerzas armadas a su servicio impidan el acceso de miles de personas a Donostia. Y hasta los menos l�cidos saben en qu� se traducir� la exigencia del abogado que gan� unas oposiciones a juez. Nada que ver con la libertad. Y pide que las tropas de Balza, el entusiasta, impidan que una multitud se concentre para atender al mensaje que, de forma previsible, lance la Direcci�n abertzale por boca de su indiscutido l�der. Se trata de que vuelvan a sonar los peloteros, bailen las porras, brillen las esposas, se fotocopien los atestados delatores� S�palo el juez que se hace llamar Grande-Marlaska: Yo estar� el domingo frente al Kursaal con la mejor de mis intenciones. Haya acto de Otegi o no lo haya. Como se dec�a cuando el anterior dictador: �yo ya me entiendo�.-
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