El precio del barril de Brent alcanzó ayer la cotización de 71,62 dólares en el mercado de Londres, el doble del precio que fijaba en los inicios de la invasión de Irak. Aunque desde las instancias encargadas de fijar cuotas de producción y de precios se apunta, sistemáticamente, a crisis internacionales, a los límites de los países productores, a la incesante subida de la demanda (en potencias en eclosión como China e India...) y a los cuellos de botella en el refinado, entre otras razones, al ciudadano, al que se anima cada día a utilizar al transporte privado y a huir en él de su lugar de residencia habitual cada vez que se juntan dos días en rojo en el calendario, le queda una certeza: llenar hoy el depósito cuesta entre ocho y diez euros más que lo que costaba el año pasado.

Pero, aunque pese, y mucho, la tentación de explicar las implicaciones del precio del petróleo en clave de pequeño consumidor, es obligado lanzar una mirada más global para buscar razones solventes a una crisis que se repite en el tiempo, y ante la que los ciudadanos tienen la sensación de ser el eslabón más débil de un engranaje complejo y no pocas veces satanizante. Porque en satanizar la actitud de los países productores se basa buena parte de la estrategia informativa con respecto al crudo.

En esta nueva remontada de los precios el principal culpable parece que es Irán y su afán de desarrollar planes de energía nuclear del mismo modo que lo hacen las potencias que amenazan con represalias a Teherán. Antes, el enemigo a batir fue Irak, empeñado, como su vecino persa, en desarrollar una política no acorde al llamado «nuevo orden internacional», y si no está Venezuela, o a la siempre impredecible situación en Chad, Nigeria... que ya se sabe que donde mana el petróleo también se derrama con facilidad el barril de pólvora.

Los factores geopolíticos, como los que subyacen al monocultivo energético, no deben de marginarse al valorar los precios del crudo, pero no es de recibo dejar para la letra pequeña de las informaciones datos como el que nos dice que las empresas del petróleo y sus derivados son las que más beneficios obtuvieron en 2005. Hace unos pocos días se conoció, en una información que confirma esa tendencia, que la clasificación de la revista ‘‘Fortune’’ sitúa a la empresa Exxon Mobil en la primera posición de ventas en EEUU, de la que ha desplazado a Wal-Mart (hipermercados). La petrolera obtuvo unos beneficios de 36.130 millones de dólares. -