Eldorado dos Carajás, diez años de impunidad
·El MST homenajeó a los campesinos víctimas de la brutal masacre policial
El Movimiento de los Sin Tierra (MST) recordó ayer el décimo aniversario de la matanza de Eldorado dos Carajás, la localidad amazónica en la que el 17 de abril de 1996, la Policía militar disolvió a tiros un corte de carretera matando a 19 personas e hiriendo de bala a otras 69.
BRASILIA
Hace diez años el conflicto entre los campesinos y la Policía militar comenzó cuando los uniformados intentaron abrir paso en la carretera PA-150, que comunica a la capital de Pará, Belem, con la zona sur del estado. Alrededor de 1.500 personas habían obstruido el paso sobre el camino, a la altura de la localidad de Eldorado dos Carajás, en protesta por el retraso en la delimitación de tierras susceptibles de ser repartidas a los trabajadores del campo. Los 142 policías militares, comandados por el coronel Mario Colares Pantoja y el mayor José María Pereira de Oliveira, llegaron al punto del bloqueo sin insignias de identificación y, después de perpetrar la matanza retiraron los cuerpos de la escena del crimen. La masacre policial dejó un saldo de 19 muertos y 69 heridos de bala. Localizada en la región amazónica de Brasil, con un área equivalente al 16% del territorio del país, Pará es el estado con la mayor cantidad de casos de violencia en el campo, según informes de la Comisión Pastoral de la Tierra de Brasil. En los últimos 30 años, más de 700 trabajadores rurales han muerto por conflictos derivados de la disputa de tierras, generalmente en manos de grandes terratenientes. Las autoridades, sin embargo, han investigado sólo 11 de los casos, incluida la masacre de Eldorado dos Carajás. Todos los esfuerzos oficiales estuvieron encaminados desde el principio a lograr la eliminación de «pruebas técnicas» sobre la masacre, encubrimiento en el que estuvieron involucrados el Gobierno de Pará y los aparatos de seguridad pública del estado y de la Federación brasileña, ambos gobernados entonces por el Partido Socialdemócrata de Brasil (PSDB) del entonces presidente Fernando Henrique Cardoso.
Un tortuoso camino judicial
Tras una primera sentencia absolutoria, en 1999, el Tribunal de Justicia de Pará decidió anular ese juicio por sospecha de parcialidad del jurado, pero después la resolución del asunto se complicó más, cuando 17 de los 18 jueces de la jurisdicción de Belem se negaron a asumir el caso, alegando «simpatía» por los policías militares y aversión hacia el MST. Un nuevo juicio fue abierto en junio de 2001. Como resultado, el mayor Pereira Oliveira fue condenado a 154 años de prisión y el coronel Colares Pantoja recibió como castigo 228 años de cárcel. Sin embargo, desde 2005, los dos comandantes fueron beneficiados por las autoridades judiciales de Pará con «sentencias en libertad» y los otros policías militares involucrados fueron absueltos. «¿Justicia? ¿Para quién se hizo justicia? Quien murió está debajo de la tierra y la justicia pasa por encima de ellos», denuncia Dalgisa Dias de Souza, testigo de los hechos en 1996. Para los supervivientes de la matanza, lo peor es que los dos principales responsables de la matanza nunca fueron llevados al banquillo de los acusados: el gobernador Almir Gabriel y el secretario de Seguridad Pública, Paulo Sette Cámara.
Total impunidad
El MST considera que la absolución de la mayoría de acusados y la libertad de que disfrutan los dos únicos condenados muestra la impunidad que gozan en Brasil los ataques a los campesinos. Según estadísticas de una comisión del Episcopado brasileño, apenas ha «merecido» ir a juicio el 7% de los 1.043 crímenes en disputas por la tierra ocurridos en el país entre 1985 y 2004 y que han dejado 1.399 muertos, en su gran mayoría campesinos.Muchos de los heridos tienen ahora que hacer viajes continuos a los hospitales para recibir tratamientos médicos por las balas que se alojaron en sus cuerpos. Algunos han quedado incapacitados. «No puedo trabajar. Me duele el cuello», narra Rubenita Justiniano da Silva, de 36 años, una de las sobrevivientes con una bala alojada en el cuerpo, que vive en la periferia de Belem.
El mejor homenaje, otra ocupación
BRASILIA El principal acto conmemorativo tuvo lugar en el sitio de la matanza y el MST congregó a miles de campesinos en la ceremonia, que incluyó un corte simbólico de la misma carretera que fue escenario de la masacre policial. El domingo, unos 3.000 integrantes de la organización campesina invadieron una hacienda que pertenece a la empresa Suzano Papel y Celulosa, en Teixeira de Freitas, estado de Bahía. Otro tanto hicieron el sábado cientos de integrantes del MST que ocuparon un ingenio azucarero en el estado brasileño de Pernambuco. Tan sólo en lo que va de año, y con estas dos nuevas acciones, el Movimiento ha realizado 31 ocupaciones de haciendas supuestamente improductivas para forzar avances en la reforma agraria. Diversas ciudades brasileñas fueron escenario ayer de manifestaciones de recuerdo y de protesta contra la masacre. En Sao Paulo, grupos de derechos humanos, sindicatos y comunidades cristianas de base protestaron frente a los juzgados. La Cámara de Diputados de Brasil albergó un acto solemne de recuerdo.
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