Maite Soroa
Cambian de color
Provocar la envidia de algunos (no la sana, si la hubiera, sino la verde) tiene que ser un placer incomparable. Y Arnaldo Otegi lo consigue.Ayer en “La Razón” un personajillo más gris que la gorra de un cartero de los de antes, se rebelaba ante el incuestionable carisma del Ronaldinho abertzale. Decía Iñaki Ezkerra que «la grotesca figura de Arnaldo Otegi sintetiza a la perfección todas las insalvables contradicciones en las que vive sumido con una naturalidad y un entusiasmo admirables el propio Zapatero (...) siendo un dirigente independentista que odia a la nación española, Otegi ha logrado ser en España una estrella nacional. Y ahí lo podemos ver todos los días y a todas horas chuleando con su seductora y coqueta sonrisa de cerdito, con ese insólito ‘look’ de gamberro narcisista, de bestia parda y engreída, de matarife de diseño, girándose y abriéndose ante las cámaras la gabardina de violador profesional de las libertades con aires de Antonio Banderas en la pasarela judicial de nuestra arrodillada democracia y disfrutando, en fin, de este estrellato que no hubiera soñado en su puerca vida». Se ha puesto verde el Ezkerra. No sé si verde perico, verde mar, verde botella o, como dice mi amigo Josolus, verde teléfono... Pero verde como una berza, sin duda. Lo que le gustaría a Ezkerra es que alguien se fijara en
él, por eso le joroban las fotos de Arnaldo y que Jone Goirizelaia tenga un
reconocido prestigio profesional: «Otegi riéndose a la cara de los jueces; Otegi
saludando entrañable a los otros capos del MLNV; Otegi firmando autógrafos;
Otegi felicitando a esa leguleya torpona de la Goiricelaia que se las da de
buena abogada porque aprovecha cuatro agujeros jurídicos de un sistema penal y
penitenciario que es un colador viejo, roñoso y mal parcheado; Otegi melancólico
y desengañado del ‘proceso de paz’ porque tiene que pagar una fianza; Otegi
hablando a la nación española, amenazándola, dándonos a todos instrucciones y
consejos sobre lo que nos conviene hacer, filosofando sobre la vida y la muerte
con gestos de orador macarra... ‘Otegi y Gasset’, habrá que decir a partir de
ahora, dada la importancia política y metafísica que ha cobrado ese ser y que ya
falta poco para que traigan recortables de él los suplementos dominicales, cosa
que llegará sin duda muy pronto». Pero lo que más le joroba es saber que «todo
esto se está haciendo en nombre de la paz». Y es que a los fachas lo de la paz
sustentada en la justicia y los derechos les hace enfermar. - msoroa@gara.net
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