Massimo MODONESI
La importante victoria de Pirro
Aclarados los resultados electorales, la atencion politica en italia se centra ahora en cuatro pasajes fundamentales para la consolidacion del giro politico e institucional hacia el centro izquierda: la eleccion del Presidente de la Republica por parte de las camaras, la formacion del nuevo gobierno, las elecciones en varias ciudades importantes y el referendum sobre la reforma federal.
Al mismo tiempo, más allá de la coyuntura, es necesario leer en el proceso electoral una serie de desafíos que atraviesan pero rebasan la dimensión institucional. Una hipótesis siniestra rodea el análisis: si bien el proyecto de Berlusconi ha sido frenado por un frente de oposición, la cultura de derecha ha demostrado ser persistente y arraigada, mientras que la de izquierda aparece diversa y dispersa y no permite la emergencia de un proyecto de igual fuerza ideológica.
Italia siempre ha sido un país donde las mayorías silenciosas han fortalecido la conservación y, eventualmente, han impulsado revoluciones pasivas en la arena electoral. Al mismo tiempo, ha sido un país de minorías activas de derecha y de izquierda que promueven proyectos presionando a las instituciones desde las opuestas trincheras de una sociedad civil polarizada. Lo que se evidencia en este momento de la historia italiana es el conflicto político y social que atraviesa el país. Las elecciones han sido el espejo cuantitativo político-institucional de un hecho cualitativo político-social: la disputa entre dos visiones de sociedad, una real y tangible, otra potencial y difusa.
La derecha deja el Gobierno pero no el poder: el poder económico, el poder mediático y el poder cultural. Su ascenso en estos terrenos tiene raíces profundas: desde la retirada paulatina del Partido Comunista en los años setenta hasta la disolución y la deriva socialdemócrata; el reflujo de la movilización en estos mismos años; la sustitución de la tradición demócrata cristiana por el nuevismo empresarial berlusconiano; la reconstrucción de la derecha más dura desde las cenizas del fascismo.
La fuerza de la derecha y la correspondiente debilidad de la izquierda pueden medirse en el terreno del sentido común. Las clases medias, decisivas en toda disputa política en un país del primer mundo, expresan posturas que no tienen nada que ver con las coordenadas ideales clásicas y, por lo tanto, actuales- de la izquierda.
Una lectura del programa de la coalición liderada por Prodi resulta ilustrativa de una tendencia general: la derecha propone y la izquierda matiza.
Dicho esto, en el inframundo de la política de los subalternos no deja de gestarse el antagonismo. El rechazo a Berlusconi expresa el malestar social frente a contenidos y formas de hacer política y abre la posibilidad de fortalecer y construir otros contenidos y otras formas. La izquierda social difusa que atraviesa la sociedad italiana puede liberarse del chantaje frentista antiberslusconiano y abrir debates, proponer soluciones a los problemas más álgidos e impulsar procesos políticos que permitan realizar y, al mismo tiempo, rebasar el programa de Gobierno de la centro-izquierda. Para esto cuentan con la presencia política del Partido de la Refundación Comunista que ha sabido abrirse a la presencia de los movimientos sociales y ha abandonado todo resabio de estalinismo y de centralismo democrático. Sin bien el PRC, queriendo ser partido de lucha y de Gobierno, pone en tensión su identidad, tambiénb abre el juego político a las luchas sociales.
Al contrario de lo que piensan los moderados que pululan en la coalición ganadora, un proyecto de izquierda en Italia puede generarse solamente en y desde el conflicto, en la emergencia y en la irrupción política de sujetos sociales que han estado en la penumbra del eclipse berslusconiano. Una victoria claroscura, aparentemente pírrica, ha despejado el horizonte y ha abierto posibilidades que parecían negadas. -
© “Rebelión”
Ciampi no quiere repetir como presidente de la República
ROMA El presidente de la República italiana, Carlo Azeglio Ciampi, anunció que no se presentará a un segundo mandato y que continuará en la política como senador vitalicio, un cargo reservado a los ex jefes de Estado, publicó ayer “Il Corriere della Sera”. El presidente de la República terminará su mandato de siete años el próximo 13 de mayo. «Afortunadamente la edad está de mi parte, lo que hace que se aleje la posibilidad de mi reconfirmación como presidente», confesó Ciampi, de 85 años, al diario. «Ahora seré senador vitalicio y me empeñaré lo mismo que en todos los cargos que he tenido en mi vida», añadió. Hace unos días, Ciampi comunicó en una nota que se prevé un largo periodo para la formación del nuevo Gobierno tras las elecciones debido a que el próximo 13 de mayo se acaba su mandado y, por lo tanto, será el nuevo presidente de la República quien nombrará al nuevo Ejecutivo. La parca victoria de la coalición de centro izquierda obligará a Prodi a negociar con su oponente Berlusconi la designación del candidato a la Presidencia de Italia, ya que el cargo debe ser ratificado por ambas cámaras del Parlamento. Prodi aún no se ha pronunciado, pero sí Massimo D’Alema, líder de los Demócratas de Izquierda socio de La Unión, quien puenteó a su superior en la coalición y el pasado jueves tendió la mano a Berlusconi al ofrecerle pactar el sustituto de Ciampi. El actual primer ministro parecía dispuesto a dar una tregua «limitada» hasta que Prodi forme Gobierno, lo que se prevé suceda a finales de mayo.
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