La falta de moral además de la ignorancia histórica es característica de una suerte de periodismo que enfanga el buen nombre del noble oficio de informar. Vemos casos todos los días.Y, sin embargo, hay quienes consiguen superarse. En la portada de ‘‘El Mundo’’ en su edición de ayer publicaban una gran fotografía del cuerpo sin vida de Jokin Gorostidi con una pegatina con el anagrama de ETA sobre su pecho. El texto era más que elocuente:«Confesión póstuma. Jokin Gorostidi ha esperado a su muerte para confesar lo que en vida negó ante el juez: su pertenencia a ETA. Como muestra la fotografía, el cuerpo del histórico dirigente de Herri Batasuna yacía ayer en la capilla ardiente (...) con una pegatina de ETA en el pecho». Si quien ha escrito la inmoralidad anterior conociera sólo un poquito la historia de este país sabría que Gorostidi no sólo no negó ante el juez su militancia en ETA, sino que se mostró orgulloso de ello. Corría el año 1970, lo hizo ante un tribunal militar y fue condenado a muerte.
El obituario que dedican al militante abertzale es titulado «Reincidente del entorno proetarra». A partir de ahí, escrito con mala tinta:«Gorostidi un mecánico ajustador casado con Itziar Aizpurúa, otra de las veteranas radicales fue uno de los ejemplos más palmarios de las muchas oportunidades que el sistema democrático ha venido concediendo durante décadas y que han sido desaprovechadas por quienes han venido legitimando el terrorismo para conseguir fines político».
Y como no se aburren de falsear la historia, presentan a Gorostidi como «uno de los seis etarras condenados a muerte en diciembre de 1970 durante el Proceso de Burgos y, como al resto, le fue conmutada la pena y se le aplicaron los beneficios de la amnistía».
¡Qué magnanimidad la de los franquistas! Podían haber escrito que la amnistía se la aplicaron a sí mismos, que eran los criminales de verdad. Pero, claro, eso es políticamente incorrecto en la democracia que fundaron los generales africanistas y los procuradores de Franco.
Y, así, en plan anécdota, relata lo majos que eran los
polis:« fue uno de los seis primeros etarras en ser trasladado a Bélgica en
avión en apenas cuestión de horas, sin ni siquiera ser esposado, compartiendo
los bocadillos de los policías que le custodiaban y con dinero de bolsillo
ofrecido por el Estado» Y no se les cae la cara de vergüenza. msoroa@gara.net