Asociamos tener jardín en nuestras casas con calidad de vida. Sin embargo, la gran cantidad de agua necesaria para regar, fertilizar, utilizar plaguicidas y cortar el césped, tienen un enorme impacto ambiental. Hay que cortar el césped a una altura de 5 a 10 centímetros, lo que genera unas raíces mas largas y sanas y sombrea de forma natural la tierra alrededor de cada planta, permitiéndole retener la humedad. Las cuchillas del cortacésped deben estar bien afiladas porque si no arrancan las hojas en vez de cortarlas, debilitándolas y haciéndolas mas vulnerables a enfermedades.

La hierba cortada se debe dejar encima del césped, ya que hace de abono natural y de capa que retiene el agua. La mayoría de los céspedes requieren poco agua pero aplicada lentamente para que no se pierda, en vez de riegos cortos y frecuentes.

Para evitar el consumo de agua y de electricidad, lo mejor es regar a primera hora de la mañana donde no hay riesgo de evaporación y aprovechamos los precios de la tarifa nocturna de electricidad.

No se debe despilfarrar agua regando la hierba que ha empezado a amarillear que ya está inactiva. No se deben usar plaguicidas. Es muy importante saber que la mucha agua de la que se consume los jardines urbanos se destina a plantas no autóctonas que no son apropiadas al clima urbano. Si se utilizasen plantas autóctonas igual de atractivas se ahorraría mas de la mitad del agua y se mejoraría el estado del suelo. En general, las especies mediterráneas son plantas de bajo consumo de agua y que necesitan poco mantenimiento.

Lo mismo que hay una agricultura ecológica, también existe una jardinería ecológica. Esta, frente a la tradicional, facilita un consumo más reducido de agua y de fitosanitarios. Un jardín ecológico, además, va a tener muchos «habitantes», pues se trata de disponer de un pequeño trozo de la naturaleza en nuestro jardín. Estamos hablando de una apuesta por la jardinería todo lo contrario de lo que puede representar un campo de golf.

Es cierto que estamos sometidos a una estética social según la cual un jardín debe gestionarse con los mismos parámetros de limpieza y orden que una vivienda o el casco urbano de una población. Pero también está esa jardinería más ética y respetuosa. Es el enfrentamiento entre una jardinería más natural o con especies lo más autóctonas posibles y una jardinería muy controlada, muy cuidadosa. Los romanos ya apostaron por la primera.

Así pues, para quienes quieran endeudarse en un hogar rodeado de terreno y han decidido que no lo cubrirán de losetas o lo cementarán, sino que lo sembrarán, que sepan que hay una forma ecológica de disfrutar de un jardín respetuoso y ecológico. De disfrutar, pero también de trabajar. Porque un jardín no se cuida solo. -

GASTEIZ