NUEVAYORK
Pero nadie, ni los críticos más severos, esperaba que la administración de Bush pudiera ser golpeada por algo que ocurrió justo en ese mismo lugar: el complejo residencial y hotelero Watergate. No sólo eso, sino que también en este caso uno de los involucrados fue un participante clave en el apoyo clandestino estadounidense a la contra en Nicaragua, otro asunto que desató un escándalo seguido de investigaciones criminales. La renuncia repentina de Porter Goss al cargo de director de la CIA fue anunciada el viernes por Bush en la Casa Blanca, al intensificarse los alegatos de que Goss, y/o uno de sus subordinados, asistieron a fiestas de póquer en el Watergate, patrocinadas por contratistas militares que ofrecieron sobornos y prostitutas a representantes federales republicanos. Goss rehusó dar una razón por su renuncia y simplemente comentó: «Es uno de esos misterios».
Aunque Goss todavía no ha sido directamente implicado en la investigación sobre corrupción de los diputados, y no hay pruebas de que gozó de estas fiestas, su subordinado Kyle Dusty Foggo a quien Goss nombró director ejecutivo de la CIA (el puesto número tres de la jerarquía) sí ha admitido que jugó póquer durante esas fiestas semanales.
Fuentes oficiales informaron a varios medios que Foggo podría ser formalmente acusado próximamente en la investigación realizada por el FBI sobre la corrupción de varios representantes que fueron beneficiados por los contratistas militares Brent Wilkes y Mitchell Wade, los anfitriones de estas famosas fiestas en el Watergate.
Todo empezó con el arresto y la confesión del representante federal republicano Randy Duke Cunningham, en noviembre de 2005, quien fue condenado a ocho años de cárcel por corrupción al aceptar sobornos de Wilkes y Wade a cambio de promover contratos federales millona- rios a sus empresas, incluyendo contratos de apoyo a la CIA en Irak y Afganistán. Cunningham, conservador de San Diego, fue miembro de comités influyentes del Congreso encargados de aprobar contratos militares y de servicios de inteligencia.
El 27 de abril, el “Wall Street Journal” reportó que Cunningham podría haber disfrutado de más de 2,4 millones de dólares en sobornos de los contratistas, incluyendo servicios de limusina de lujo, noches pagadas en suites de lujo en el Watergate y el Westin Grand, y prostitutas.
La pista definitiva
Ken Silverstein, reportero de “Harper's”, informó que había otros congresistas y ex legisladores integrantes de los comités de Defensa y de Inteligencia que ahora están bajo investigación por el FBI en este mismo caso, incluyendo uno que «ahora tiene un poderoso puesto de inteligencia». El único que tiene esas características es el ahora despedido Porter Goss, quien fue presidente del Comité de Inteligencia antes de ser nombrado director de la CIA por Bush, hace 19 meses. En este contexto se intensifica la especulación sobre las razones de la renuncia de Goss. Este fue quien ascendió a Foggo a su alto puesto, y las relaciones entre Wilkes, Foggo y Goss ahora están en la mira tanto de investigadores como de los medios.
Cuando Bush, acompañado de Goss, anunció la renuncia de su director de la CIA, ninguno de los dos ofreció una sola razón. Que la decisión fue algo repentina se comprueba con el hecho de que la Casa Blanca no estaba preparada para anunciar a un nuevo director (se espera conocer hoy al sucesor de Goss).