Román GUBERN | Catedrático de Comunicación Audiovisual
«El cómic es menos inocente y tiene más trasfondo de lo que parece a primera vista »
Román Gubern llega a Gasteiz, invitado por Artium, para ofrecer hoy una conferencia que versará sobre la relación entre el cómic y la expresión cinematográfica. Catedrático de Comunicación Audiovisual en la Universidad de Barcelona, cinéfilo y escritor, Gubern es unas de las figuras más prestigiosas de los estudiosos de la imagen.
Con un amplio y extenso curriculum, Román Gubern ha
viajado por todo el mundo como una de la personas más prestigiosas, valoradas y
requeridas en las tertulias, reflexiones o ensayos sobre la importancia de la
imagen.
¿Cuál es la relación entre el cómic y la expresión cinematográfica?
El cine y el cómic se basan en contar historias a través de la imagen. En el cómic son imágenes presenciales, consecutivas y, en el caso del cine, es imagen en movimiento. Lo más notable de esta relación es que el cómic es prácticamente contemporáneo del cine, ya que el cómic moderno nace hacia 1896. La naturaleza figurativa de ambos medios explica que, ya desde muy temprano, se prestaran del cómic personajes, se copiaran temas y estilos para el cine. Como ejemplo está el famoso ‘El jardinero regado’, de Lumière, que está basado en un cómic que se publicó previamente. Por lo tanto, hay un largo coqueteo entre ambos campos que llega hasta Superman, Batman, Spiderman. Cine y cómic siempre han vivido vidas paralelas y eso da mucho juego. Son primos hermanos.
Por lo tanto, ¿se puede señalar al cine
como «cómic contemporáneo»? En otras épocas se decía que el cómic era el cine de los
pobres. Es una comparación injusta porque la poética de la imagen del cómic es
superior a la móvil. Por otra parte, habiendo mencionado previamente el tema de
los superhéroes, quiero comentar que Superman surgió en el año 38, en plena
depresión de los Estados Unidos de América. La imagen de Superman es la de un
héroe euforizante, que nos protege y nos ayuda a sobrevivir en nuestras penas.
Además, tiene doble personalidad. Aparentemente es un reportero gris y mediocre
pero, en el fondo, esconde una personalidad fascinante con la que todo el mundo
puede sentirse identificado. Ejerce de mito de consolación.
Usted es autor de varios libros, entre
ellos, uno con ese mismo título, «El lenguaje de los cómic» (1972). Así como la
televisión es de consumo fácil, no requiere de un código para entender su
lenguaje, el del cómic ¿necesita de un aprendizaje previo? En el cómic has de preguntarte por dónde empezar al leerlo, por la derecha o por la izquierda. El cómic occidental ha seguido la tradición occidental de la escritura, cosa que no ocurre en la cultura árabe, ni en la hebrea, ni en la japonesa. En Japón los cómic son verticales, y, por tanto, al ser imágenes discontinuas hay más elixis y requiere de una mayor interpretación por parte del lector o un aprendizaje de lectura. Yo, por ejemplo, tengo un cómic hindú que compré en la India, un aleluya mitológica. En clase les digo a mis alumnos, que los tengo muy brillantes, por cierto, que daré el título de honor al que sea capaz de explicarme la historia que cuenta el cómic. Hasta el momento nadie ha sabido explicarme esta historia mitológica de imágenes secuenciales hindúes. Lo que demuestra que es mas laborioso y dificultoso interpretar imágenes consecutivas que en movimiento. De ahí surgen los iconos del lenguaje del
cómic, ¿no es así?
Hemos aprendido que una bombilla encendida en la cabeza significa que alguien ha tenido una idea luminosa pero, evidentemente, no es obvio que alguien que jamás haya visto un cómic lo entienda así. Otro ejemplo lo constituye el poner encima de la cabeza del personaje estrellas, lo que significa que a éste le han dado un puñetazo. Estas metáforas iconoclastas vienen del lenguaje verbal. En francés, en inglés y en castellano hablamos de ‘una idea luminosa’ o de ‘una idea brillante’ y, cuando nos dan un porrazo, decimos que ‘vemos las estrellas’. Es de la equivalencia visual de las palabras de donde vienen los iconos. Pero en francés si recibes un golpe ‘ves 36 candelas’ y por eso en los cómics se les dibuja un candelabro con velas. El que no conozca esta convención no sabrá descifrarlo. Por lo tanto, queda demostrado que es mucho más sofisticado e intelectual el lenguaje del cómic con respecto al del cine.
Usted denunció en su día la censura en
Hollywood ante las presiones que sufrió Michale Moore con «Farenheit 9/11» o las
que han sufrido Sean Penn o Susan Sarandon. Mi primer viaje en el año 1971 a los Estados Unidos de
América fue con una beca. Una vez llegué allí, me ocurrió una cosa
extraordinaria, el FBI, que está, evidentemente, para vigilar, acudió a mí.
Tenía un visado de un año de estancia de estudiante y, por lo tanto, el
consulado lo sabía y las embajadas también pero, cuando hube pasado el control
de pasaportes, se me acercó un señor, me enseñó la placa y me dijo que le
siguiera. Me llevó a un cuartito y me hizo un registro como nunca antes me
habían hecho. Está claro que el tema de la seguridad está exacerbado. Publiqué
en su día un libro sobre el McCarthismo y la caza de brujas en Hollywood. Estos
actores han tenido problemas contractuales por haberse manifestado públicamente
contra la guerra de Irak. Lo que deja latente que las listas negras siguen
existiendo, en cada época y ajustadas a sus necesidades.
Repara usted en la censura de Estados Unidos de América pero en el Estado español existen casos similares. Quizás la más conocida sea la polémica que se creó en torno a «La Pelota vasca», de Julio Medem. ¿Qué opinión le merece? ¿Sabe de otros casos?
En cuanto a ‘La pelota vasca’ pienso que la mayor incorrección la protagonizó la ministra de Cultura, Pilar del Castillo, que, sin ni tan siquiera haber visto la película, se posicionó en contra. Es una forma de censura que demuestra la inercia de las personas que vienen del franquismo y siguen los mismos pasos. Ha habido algunos otros conflictos como el que pasó con la película francesa, traducida al castellano como ‘Fóllame’. Una vez vista en el Estado francés, la comisión de visado puso una ‘x’, lo que la condenó a un ghetto, tan sólo porque había escenas eróticas. Han habido escaramuzas, sobre todo en la transición, pero hoy en día también hay algún que otro tropezón.
¿Podemos considerar que el poder sigue valiéndose de la imagen como herramienta de control? Sin duda, la imagen tiene una dimensión
emocional que no tiene la palabra. Claro ejemplo son las caricaturas de Mahoma.
La imagen va directa al subconsciente. La seducción viene dada por la imagen y
la instrucción de uso por la palabra. En el caso de la política contemporánea,
en Estados Unidos de América se acaba de publicar un cómic a raíz del debate
suscitado por libertad versus seguridad. En el cómic ‘Guerra Civil’ aparecen el
Capitán América, defensor de las libertades, enfrentado al Hombre de Hierro, que
defiende la seguridad y, por tanto, el recorte de las libertades. Entre ambos
está Spiderman, que no entiende nada de lo que pasa. De modo que hasta la
política rabiosa más actual ha acabado en viñetas de cómic. El cómic es menos
inocente de lo que se piensa y tiene más trasfondo de lo que se ve a primera
vista.-
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