Maite Soroa
La «anormalidad» según Joseba Arregi
A algunos se les agradece la sinceridad. Joseba Arregi titulaba ayer su artículo en “El Diario Vasco” y “El Correo Español” de forma significativa: «Debo ser anormal».El que fuera turboabertzale en el PNV, en su escisión, en los gobiernos de Garaikoetxea y Ardanza, en todos los órganos de dirección jeltzales decía: «si la normalización de la sociedad vasca pasa por la autodeterminación, yo que no creo ni en la autodeterminación, ni que Euskadi sea Montenegro, ni que Europa haya institucionalizado el derecho de autodeterminación en su ámbito sin reparar en las circunstancias de la destrucción de Yugoslavia por el nacionalismo serbio, debo pensar que no me encuentro en la normalidad. (...) Me siento fuera de la normalidad cada vez que escucho frases como la de que la sociedad vasca ‘no entendería’ esto o lo otro, pues con cierta frecuencia me sorprendo pensando precisamente eso que la sociedad vasca al parecer no puede entender. Por ejemplo, puedo entender perfectamente que Batasuna no puede sentarse a una mesa de partidos políticos vascos mientras no condene la violencia, o mientras no desaparezca ETA». No es anormal pensar eso, pero tal vez sólo lo piensen Arregi, Mora y otros cuatro o cinco. Y sigue: «No me reconozco cuando alguien afirma que la sociedad vasca reclama el diálogo multipartito sin condiciones, ni límites, ni hipotecas. Tampoco me reconozco cuando alguien afirma que la sociedad vasca reclama una solución democrática al conflicto vasco, cuando alguien afirma que España no tiene un conflicto con la izquierda abertzale, sino con el pueblo vasco, pues esa afirmación me deja fuera de ese pueblo vasco: yo no tengo conflicto con el espacio constitucional de derechos y libertades que es hoy España». Olé, olé y olé. A éste terminaremos viéndole dando palmas en el Rocío. Al tiempo. Arregi es hábil en retorcer los argumentos: «cuando
cierta vez escuché en el Parlamento Vasco decir a alguien que él era solamente
vasco, pensé para mis adentros que yo solamente era Joseba Arregi, a veces y con
dificultades. Pensé que se me hacía difícil aceptar que pudieran existir en el
siglo XX o XXI identidades normativas, formas normativas de definir identidades,
y menos exclusivas». El circunloquio sólo trata de ocultar que Joseba Arregi es
se siente más español que un botijo. Y el derecho que él acredita para
sentirse así, como Raphael, Julio Iglesias o Carmen Sevilla, nos lo niega a
quienes sólo nos sentimos vascas y vascos. Con nombre propio, claro, como
Arregi. -msoroa@gara.net
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