Raimundo Fitero
Mímica
Los debates parlamentarios han ido tomando vicios audiovisuales. Todos los presentes en plenos o comisiones saben que existen varias cámaras grabando, fotógrafos, micrófonos, elementos de difusión de todo cuanto hagan. Por lo tanto un grito, un gesto, una mímica puede ser repetida, amplificada, distribuida por el universo. Eso se nota, si alguna vez existió algo de naturalidad en la vida parlamentaria, actualmente todo es sobreactuación, tanto en el rictus de tranquilidad como en la exageración gestual. Existen técnicas, aprendizajes que siguen los electos, tanto para los mítines de campaña, como para sus comparecencias habituales, y se les alecciona de cómo vestirse, como actuar en el escaño.
Por lo tanto todo lo que vemos en los cortes de los telediarios de las trifulcas parlamentarias, lo mismo que cuando se nos retransmite un debate que alguna de las cadenas institucionales considera importante para los intereses electorales del partido que mantiene el gobierno, es una manipulación técnica de la representación parlamentaria que es a su vez una interpretación de una supuesta voluntad popular que se delegó en un acto único meses o años anteriores al votar. No estoy diciendo que nadie manipule, sino que por definición es una simulación, una transformación de una realidad que sucede en un tiempo y un espacio y que al ser retransmitido incide, mediatiza hasta el ahogo de cualquier viso de espontaneidad, de vinculación con la sociedad.
Lo dice un consumidor inveterado de debates parlamentarios. Es una reminiscencia antropológicamente ligada con el post franquismo, lo admito. Al menos se me concederá la autoridad del vicio. Por eso aseguro que las próximas elecciones se puede ganar gracias a la mímica. No importan los eslóganes, ni las promesas, ni siquiera las subvenciones: se decidirá por la mímica, ya que los que miramos también hemos aprendido y sabemos descifrar no solamente los labios, sino el lenguaje gestual, no hablado. Así que no miren a los muñecos que hacen ver que hablan sino a los que mueven al muñeco, quienes lo apoyan con sus mímicas. Ahí están todas las claves. Miren hacia los escaños peperos y verán el pasado. -
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