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El operativo, en el que habrían participado conjuntamente el FSB y las milicias del primer ministro pro-ruso Ramzam Kadirov ­los temidos kadirovski­, se saldó con la muerte de «otro comandante checheno y de dos miembros de las Fuerzas de Seguridad», anunció Moscú.

La televisión rusa ofreció imágenes de un hombre abatido que identificó como Saidulaiev y anunció el traslado del cadáver a Tsentoroi, plaza fuerte del clan de los Kadirov.

El primer ministro, hijo del presidente títere designado por Moscú, Ahmed Kadirov ­muerto en atentado de la resistencia en mayo de 2004­, presentó su «trofeo de guerra» anunciando que «los terroristas están decapitados, pues han recibido un golpe del que nunca podrán recuperarse». El presidente pro-ruso, Alu Aljanov, limitó el alcance de la operación al calificar a Saidulaiev como una «figura decorativa».

El representante del Gobierno checheno legítimo en Europa, Ahmed Zakaiev, confirmó la muerte de Saidulaiev y anunció que, «hasta nuevas elecciones», el mando de la resistencia pasa a manos del vicepresidente y conocido líder guerrillero Doku Umarov. El propio Saidulaiev nombró como sucesor a Umarov, al que Moscú responsabiliza de varios ataques y atentados en el Cáucaso Norte y a quien considera más cercano a la corriente islamista de la resistencia, liderada por el influyente Shamil Basayev.

Zakaiev aseguró que estamos ante «otro asesinato político de un presidente de Chechenia que sólo agravará la situación en la zona (...) Saidulaiev era un dirigente cuerdo y moderado, dispuesto al diálogo para poner fin a la carnicería en el Cáucaso Norte», añadió.

El diario ruso “Komersant” advirtió de que su sucesor, Umarov, es contrario a cualquier tipo de negociación con el Gobierno ruso.

Al margen de análisis más o menos interesados, nadie duda de que la resistencia persistirá, a la par de la degeneración de la situación, bajo el reinado de terror de Kadirov, reinado promovido en su día por el Kremlin y hoy tolerado como «mal menor» para Moscú.

Con la Sharia en la mano y la Patria chechena en el corazón
|OBITUARIO |

Abdul-Jalim Saidulaiev

Edad: 35 años.

Lugar: Argun.

Cargo: Fue elegido presidente de Chechenia el 10 de marzo de 2005, tras la muerte del líder electo, Aslan Masjadov.

Historial: Fue antes responsable del Tribunal Supremo de la Sharia (ley islámica).

Abdul-Jalim Saidulaiev fue nombrado sucesor de Masjadov tras la muerte del último presidente electo de Chechenia el 8 de marzo de 2005 en un oscuro operativo del FSB ­hay versiones que aseguran que cayó en una trampa con el señuelo de una eventual negociación­. Militante de la resistencia desde su más temprana edad, Saidulaiev vio cómo su mujer desaparecía, como tantas personas en Chechenia (sobre todo las cercanas a los guerrilleros), en un operativo especial ruso en 2001 en Argun.

Antes de asumir su truncada Presidencia, Saidulaiev fue responsable del Tribunal Supremo de la Sharia (ley islámica). Este hecho, unido a la circunstancia de que fue el líder guerrillero islamista Shamil Basaiev quien anunció su elección para suceder a Masjadov, dio alas a algunos para identificarlo con la corriente más islamista de la resistencia. Caricaturización en la que colaboró Moscú, que no tuvo empacho en mentir y en atribuir a Saidulaiev la nacionalidad saudí, cuando sabía perfectamente que nació y vivió en Argun.

Un habitante de esta ciudad, que imploraba ayer el anonimato, negó tajantemente que Saidulaiev fuera islamista.

Desde Londres, Ahmed Zakaiev lo presentó tras su nominación como presidente como «una de las personas más próximas a Masjadov en territorio checheno» y mostró su confianza en que seguiría la estela de su predecesor, que siempre se desmarcó de acciones de guerra contra objetivos civiles ­como los secuestros del teatro Dubrovka y de la escuela de Beslan­ , acciones reivindicadas por Basayev y el ala islamista de la guerrilla.

Por encima de los interesados intentos de Moscú de dar una imagen dividida de la guerrilla, Saidulaiev dedicó el año de su Presidencia a articular un frente de guerra total en todo el Cáucaso Norte.

Su muerte no deja vacío político alguno. Si acaso puede suponer un reforzamiento de las posiciones islamistas que abogan por el diálogo cero con Moscú y por el desprecio a Occidente tras el abandono internacional. De confirmarse esta tendencia, el Kremlin caería víctima de su propia estrategia de tierra quemada y de falsa identificación de la resistencia con Osama Bin Laden. -