Basauri ha sido escenario de tres muertes violentas de mujeres en los cuatro últimos años. La última de ellas se producía este lunes, cuando un joven de 27 años y que permanece ingresado grave en el hospital, era detenido por la Ertzaintza acusado de matar presuntamente a su compañera, de 23 años. Con anterioridad a esta última muerte, otras dos vecinas de Basauri morían a manos de sus respectivas parejas. En el caso de la muerte ocurrida en agosto de 2002, el hombre fue condenado; en la del fallecimiento que aconteció en diciembre de 2004, el juicio quedaba recientemente suspendido tras ser declarado incapaz el acusado, a quien, sin embargo, se había considerado apto al inicio del proceso judicial.

El Ayuntamiento de Basauri, que ejercerá la acusación particular por la última muerte, expresaba ayer en un comunicado que «la violencia contra las mujeres ejercida de forma habitual y sistemática constituye una de las manifestaciones más execrables de violencia que existe en nuestra sociedad». Otras instituciones, como el Gobierno de Lakua y el Parlamento de Gasteiz sumaban sus voces de denuncia ante lo ocurrido, al tiempo que colectivos de mujeres, partidos y sindicatos apelaban a expresar en la calle la denuncia ante esta nueva muerte.

En este sentido, y a la vista de que en las últimas horas se han difundido datos contradictorios sobre cómo se produjo la agresión que costó la vida a la mujer y dejó malherido a su compañero, lo primero que cabe reclamar es que se diluciden lo antes posible los hechos, para favorecer con ello las acciones de justicia y resarcimiento moral que merecen todas las víctimas de este tipo de violencia.

Ello no obvia, por descontado, la necesidad de expresar, como ocurriera ayer tarde, la oportuna denuncia en la calle, con el doble sentido de trasladar la solidaridad a las personas afectadas y de elevar la conciencia social frente a estas agresiones.

Sin embargo, queda pendiente el impulsar desde las instituciones, en todos y cada uno de sus niveles, políticas integrales capaces de asentar valores de igualdad que actúen de antídotos eficaces contra la muerte de las mujeres. Este pilar fundamental de la lucha contra la violencia sexista sigue fallando. A diferencia de cuando murieron Begoña y Marivi, en Basauri, hoy existe una Ley de Igualdad y una ponencia parlamentaria. Sólo falta que tales instrumentos se aderecen de la voluntad política precisa para que sirvan de escudo a las mujeres. -