Elecciones en México y supuestos resultados, según con que cristal se mire se gana o se pierde, aunque la cruda realidad mexicana diga lo contrario, «... y es que no somos ni de derechas ni de izquierdas, sino todo lo contrario... No sabemos si reír, llorar o ponernos de rodillas...». Nuevamente se levantan de sus tumbas los difuntitos para ir a votar por el PRI y por el PAN, además de otras tantas trampas electorales y, por si no tuviéramos bastante con ello, a la izquierda le nacen cada vez más tentáculos. Así que, mientras me entero de quién ganó en las elecciones, cómo se reparte el poder y a quién le toca mejor tajada, intento recordar a mis paisanitos y a mi México lindo y querido.

México, país de contrastes y contradicciones, de gente con máster y doctorado en supervivencia, México tricolor, multiétnico, mucha pobreza, algunos ricos y unos tantos millonarios, ciencia, tecnología y chamanismo, católicos fanáticos y nuevas religiones, sin perder nuestros rituales aztecas, toltecas y mayas, geografía montañosa y desierta, volcanes, ciudades modernas, pueblos urbanos y rurales, autóctonos mestizados, citadinos con trajes de indios, lagos, ríos y mares embravecidos, políticos corruptos amigados con narcotráfico y mafias de todo tipo, miles de analfabetos, muchos de ellos más sabios que cualquier universitario de pacotilla, eruditos intelectuales que muy poco saben de la sabiduría de la vida, artistas, poetas y escritores, mujeres seductoras, madres sumisas y abnegadas, mujeres reivindicativas, hombres machos y semimachos, hombres seductores e infieles, hombres y mujeres de todos los estilos e ideologías, globalización, secuestros, corrupción, nepotismo, «mordida», desapariciones, presos políticos, torturados, violaciones, obesidad y anorexia, pornografía y prostitución infantil, contaminación ecológica, social y cultural, partidos políticos de todos los colores, foot-ball, telenovelas y nuestra Virgencita de Guadalupe, mojados, coyotes y la migra, brujería y vudú, zonas arqueológicas, catedrales modernas y ostentosas, centros comerciales de lujo, mercadillos y tianguis, mariachis, tequila, antojitos mexicanos, humor negro, reírnos de nosotros mismos, ironía y sarcasmo.

La magia de México no está en sus pirámides ni en sus chamanes, sino en su gente, en su forma de vivir el día a día o, mejor dicho, sus estrategias para sobrevivir. «...así que órale manito, que nuestros aliados chamanes nos sigan protegiendo, porque ándale, y en verdad de Diosito lindo y la Virgencita, que oritita mismo lo vamos a necesitar... en buena onda que sí...». -