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Gara > Idatzia > Iritzia > Kolaborazioak 2006-07-05
Sabino Cuadra Lasarte - En nombre de la comisión Hilarria
La estela de Germán: quieren ocultar la historia

Allí donde mataron a Germán pusimos una estela de piedra. La rompieron. Se puso una segunda de bronce. La volaron con explosivos. Se puso una tercera, y ésta es la que ha aguantado más de veinte años a pesar del abandono municipal. La «estela de Germán» ha venido denunciando la ignominia de un poder que no dudó en agredir a este pueblo en una de sus más queridas señas de identidad, sus fiestas, para cortar de raíz buena parte de los debates que en aquel año 78 estaban vigentes en nuestro pueblo: la amnistía, la unidad territorial de Euskal Herria, un proyecto de izquierdas...

La entrada violenta y a tiros de la policía en la plaza de toros, las razzias posteriores por las calles de la ciudad («¡Tirad con todas las energías y lo más fuerte que podáis! ¡No os importe matar!», se grabó de la emisora policial) no fueron hechos fortuitos o fruto de malos entendimientos poli- ciales como se nos ha hecho creer, sino algo planificado desde los aledaños del poder y el gobierno de UCD entonces existente. Fue un puñetazo encima de la mesa para decir al resto de fuerzas políticas ­especialmente al PSOE, PNV y PCE­ que «hasta aquí hemos llegado», y que había que cortar de raíz con los planteamientos de unidad territorial, autodeterminación... que estaban defendiendo estos partidos. Los resultados de este órdago se vieron pronto: el PCE se tragó su bandera republicana en aras de la nueva «democracia» que venía; el PNV abandonó Nafarroa para mayor gloria del pastel vascongado que le ofrecían y el PSOE se convirtió al realismo de una nueva época en la que todo valía y todos cabían: Barrionuevo, Vera, Roldán, Urralburu y sus chalets, el GAL, etc.

Hoy como ayer, tanto en Nafarroa como en el conjunto de Euskal Herria, estamos viviendo la que está siendo llamada la «segunda transición». Salvadas las diferencias derivadas del transcurso de casi treinta años, hoy como ayer la unidad territorial de Euskal Herria y la capacidad de este pueblo para decidir su destino son temas que están de nuevo en todas las agendas políticas; lo mismo ocurre con el reclamo de que los presos y presas vascas sean traídos a esta su tierra y, por último, aquí en Nafarroa, la necesidad de sacar de las instituciones a los actuales Amadeos Marco (Sanz, Barcina...) y abrir un futuro plenamente democrático y de izquierdas para nuestro pueblo, es un clamor que cada vez va cogiendo mayores adhesiones.

Germán es un muerto incómodo para el poder, porque es un símbolo de lo que ocurrió en el 78. De la agresión padecida, por un lado, pero también de la reacción popular contra la misma: Germán murió peleando en la calle contra aquella policía que nos agredió. Y Joseba Barandiarán lo hizo en Donostia, en el contexto de la huelga general convocada en toda Euskal Herria en solidaridad con Iruñea y Nafarroa.

La primera estela de piedra la rompieron a mazazos. La segunda la volaron con explosivos. Hoy UPN y CDN utilizan otro tipo de armas y herramientas. Con la excusa de construir un aparcamiento han quitado la estela y la han trasladado a algún obscuro y secreto almacén. En su lugar quieren colocar un monumento al encierro ­bastante alejado del mismo, por cierto­ en el que unos mozos corren ante las astas de los toros, cuando lo que en realidad debiera aparecer sería un grupo de personas huyendo despavoridas de las astas policiales que en aquel trágico ocho de julio sembraron de violencia gratuita y criminal las calles de Iruñea.

Recorriendo las calles de esta ciudad se pueden ver diversas placas y monumentos en recuerdo de distintos hechos históricos. Así, al frente de la Iglesia de San Saturnino, una leyenda nos recuerda que con el agua de un pozo allí situado bautizó ese santo a los primeros cristianos de la ciudad. Igualmente, en el pequeño jardín de la calle García Castañón, un monumento nos recuerda la herida sufrida por Ignacio de Loyola cuando, a las órdenes de los reyes castellanos, defendía la fortaleza de Iruñea frente al intento de reconquistar ésta por sus legítimos monarcas navarros, a quienes la historia oficial denomina «los franceses». La estela de Germán, igualmente, no ocupaba un lugar caprichoso. Al contrario, se ubicaba donde tenía que estar: donde lo mataron.

Apoyada por la Federación de Peñas, 44 grupos sociales de Iruñea, más de 200 significativas personas de diversos sectores de nuestra ciudad (artistas, escritores, sindicalistas, movimientos diversos ­vecinal, cultural, feminista, internacionalista...­, euskaltzales, y los grupos PSN, EA, Aralar, IU, Batasuna y Batzarre, se ha presentado al Ayuntamiento una moción para reclamar que la estela vuelva a su lugar. Sin embargo, a pesar de este amplio apoyo, la actual mayoría UPN-CDN ha impedido que la moción pudiera ser debatida siquiera en el pleno municipal.

No cejaremos en el empeño. Si no es ahora, será en otoño, pero la moción se discutirá. Y si este Ayuntamiento no lo hace, la aprobará el siguiente. Si no pudieron acabar con la estela a base de explosivos, mucho menos aún lo conseguirán con argucias administrativas y juegos sucios antidemocráticos. Al igual que no han logrado ocultar la verdad de los tres mil fusilados del 36, ni la de los cientos de muertos de la cárcel de exterminio de San Cristóbal-Ezkaba, ni los largos años de aceite de ricino, cortes de pelo, batallones de trabajos forzados, cárceles... tampoco conseguirán ocultar lo que ocurrió en los Sanfermines de 1978. La estela volverá a su lugar.

Mientras tanto, el día 8 de julio, a las 13.00 horas, en la avenida de Roncesvalles, al igual que lo hemos venido haciendo durante todos estos veintiocho años, realizaremos un acto en recuerdo de lo sucedido aquellos Sanfermines: por respeto a la verdad y a la memoria histórica, por amistad con Germán y por exigencia de una justicia nunca dada a unas víctimas nunca reconocidas. Allí nos veremos. -


 
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