Sara Salman es una iruindarra de 3 años de edad que, junto con su padre, Isham Salman, intenta desde hace varios días abandonar Gaza. Según relató ayer su madre, que espera angustiada en Iruñea el regreso de su marido y su hija, el bloqueo del Ejército israelí los retiene en la asediada ciudad palestina y los bombardeos han provocado un ataque de nervios que ha motivado el ingreso de Sara en el precario hospital de Gaza. La hija de Ola e Isham quizás podría abandonar la ciudad en el convoy que, según parece, está preparando la Unión Europea (UE) para evacuar a los ciudadanos europeos, pero no así su padre, que es palestino. El drama de esta familia, el drama de esta niña vasca, es un reflejo más de la terrible situación por la que atraviesa hoy la ocupada y devastada Palestina. Estos días se ha escrito mucho sobre el drama humanitario palestino (el domingo dedicábamos de nuevo este mismo espacio a esta cuestión), pero la gravedad de la situación obliga a hacerlo una vez más.

La Organización de Naciones Unidas para los Refugiados advirtió ayer de que la situación en Gaza está peor que nunca y de que sólo queda carburante en la franja para un par de días, lo cual tendrá graves consecuencias en el abastecimiento de electricidad (los generadores de los hospitales, por ejemplo, no podrían funcionar) y de agua. La UE, después de cortar la ayuda económica al pueblo palestino y el diálogo con el nuevo Ejecutivo surgido de las urnas tras el triunfo de Hamas, se limita a declarar ahora que la actual situación hace prácticamente imposible el envío de socorro. Pero el principal problema para el pueblo palestino no es el drama humanitario (aunque pueda ser el más urgente ahora mismo), sino la conculcación sistemática de sus derechos, individuales y colectivos. Un escándalo internacional ante el cual la mayoría de los gobiernos europeos callan, o hablan con la boca pequeña. Pero de nada vale apelar a los derechos palestinos si no se está dispuesto a dar pasos que contribuyan a garantizarlos. Y, todavía hoy, muchos de ellos pretenden equiparar la violencia desatada de la ocupación israelí con el legítimo derecho a la resistencia del pueblo palestino.

También la sociedad tiene mucho que decir en esta cuestión. En Euskal Herria siempre ha existido una sensibilidad especial hacia el pueblo palestino y pasado mañana por la tarde habrá ocasión de demostrar esa solidaridad en Bilbo.