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Gara > Idatzia > Iritzia > Gaurkoa 2006-07-06
Tomás Morales e Iñaki Antigüedad - Doctores en Hidrogeología UPV-EHU
El desarrollo insostenible

Acabamos de analizar el reciente documento: “Plan Territorial Sectorial de áridos calizos. Estudios preliminares”. En él se recogen las últimas propuestas que el Ente Vasco de la Energía (EVE) plantea al Gobierno Vasco (Departamento de Industria, Comercio y Turismo) sobre «masas carbonatadas aptas para su aprovechamiento como áridos calizos» y se realiza una proyección sobre la explotación de áridos calizos (canteras) en la Comunidad Autónoma Vasca con horizonte en el año 2020.

La práctica totalidad de las zonas seleccionadas coincide con áreas privilegiadas de nuestro territorio. Así, al margen de otros valores en absoluto menores, la mayoría de estas áreas presentan un excepcional interés hidrogeológico y albergan parte de los principales acuíferos de nuestro entorno. De hecho, basta superponer el mapa de litologías (rocas) aptas para ser explotadas, recogido en dicho documento, con el mapa de unidades hidrogeológicas, del propio EVE (1996), y revisar las fichas de las masas con posibilidad de ser explotadas, para observar que se está planificando la desaparición física de parte de los principales acuíferos de Bizkaia y Gipuzkoa.

En estos acuíferos se disponen nuestras reservas de agua subterránea. Reservas que directa o indirectamente son la base del abastecimiento de muchos municipios, que regulan los caudales de los ríos, laminando las crecidas y aportando recursos en periodos de estiaje, y forman parte de un sistema de circulación de agua (subterránea y superficial) vital que garantiza la riqueza natural de nuestros territorios. Más aún, reservas que pueden ser más estratégicas en un futuro próximo, en función de lo que nos pueda deparar el cambio climático. Su desaparición, al eliminarse físicamente montes y acuíferos, conduciría a una situación de empobrecimiento de nuestro medio ambiente y de nuestra calidad de vida irreversible.

En este contexto, el documento citado recoge una visión exclusivamente mercantilista del territorio. Olvida, por completo, la importancia del agua para el medio ambiente y la vida en general (incluida la nuestra) y plantea la destrucción de parte de los principales acuíferos y áreas de interés hidrogeológico de Bizkaia y Gipuzkoa. Las primeras actuaciones, con horizonte en el año 2011, se dirigirían hacia la Comarca de Enkarterriak/Encartaciones, donde se anima alegremente a la apertura de nuevas explotaciones en el entorno del arroyo El Grazal y monte Eretza. En la Comarca de Durangaldea, con horizonte 2015, se plantea la ampliación de explotaciones y la realización de nuevas actuaciones en el interior del macizo y unidad hidrogeológica de Aramotz.

Serían, en todo caso, las puntas de lanza de un plan tan ambicioso como disparatado, en el que antes del año 2020 también se anima a abrir nuevas explotaciones en las Comarcas del Alto Deba, Donostialdea-Bajo Bidasoa, Tolosaldea y Urola Kosta. Además, el resto de acuíferos pasan a ser considerados meras reservas de árido, sin otro valor, explotables en el futuro. Unicamente en el caso del Goiherri de Gipuzkoa se indica que la explotación de estos recursos «podría acarrear dificultades medioambientales (impacto visual y/o afección a figuras de protección)», lo que supone una ignorancia absoluta de los criterios mínimos a considerar en cualquier análisis del medio ambiente y un perfecto desconocimiento del territorio (sólo a título de ejemplo y considerando otros aspectos más allá del agua ­elemento básico en el que se centra este análisis­, basta indicar que la explotación subterránea 38-IV-10-SUB ó GB-3 plantea eliminar, eso sí a largo plazo, las Cuevas de Santimamiñe en plena Reserva de la Biosfera de Urdaibai).

Se trata, por tanto, de un plan de una agresividad fuera de toda lógica contra el medio y contra nuestra calidad de vida. Más aún cuando acabamos de celebrar el día mundial del medio ambiente y desde el Departamento homónimo del Gobierno Vasco se nos recuerda a los ciudadanos «las asignaturas pendientes del camino hacia la sostenibilidad» y se nos anima (nuevo canon del agua incluido) a ahorrar recursos y asumir hábitos y comportamientos sostenibles. No estaría de más que también las instituciones respetasen los criterios que nos exigen a los ciudadanos y que sus responsables fuesen animados a desarrollar políticas más respetuosas con la naturaleza, la sociedad y la vida. La Directiva Marco de Aguas (Directiva europea 2000/60/CE), recientemente transpuesta a la normativa vasca a través de la Ley de Aguas, debiera ser un documento de obligada lectura para todos ellos, particularmente para los técnicos y responsables de este trasnochado Plan Territorial. Solo desde esta perspectiva, y con los criterios técnicos, científicos, sociales y culturales adecuados y actualizados (que no son considerados en el documento actual), podría abordarse un plan de aprovechamiento de áridos con el rigor exigible a un documento que será básico para nuestro futuro desarrollo.

Toda esta destrucción es, además, por un supuesto bien económico (basado en conceptos anacrónicos) que se obtendría al no contraponer a los posibles beneficios el valor de los elementos que van a ser destruidos. En este caso ni siquiera se puede apelar al rancio recurso de señalar que los bienes que se plantea destruir son de difícil valoración: por miserable que sea la valoración de los montes y acuíferos que se plantea destruir (un bien de todos) no tiene comparación posible con los beneficios que se piensa obtener (netamente inferiores y de distribución irregular, dado que se dirigirían en gran medida a la gran industria extractiva).

Finalmente, dado que el documento se elabora con idea de modelizar, jerarquizar y plantear posibles escenarios futuros, no queremos terminar esta reflexión sin la visión del futuro que nos espera de seguir adelante con esta forma de ver y tratar (o maltratar) nuestro territorio. A medida que los montes y acuíferos desaparezcan, desaparecerán los manantiales, desaparecerán las aguas almacenadas en el subsuelo y la riqueza de su entorno, los ríos dejarán de regular sus caudales, con crecidas que progresivamente irán batiendo registros históricos, al igual que lo harán los estiajes. Entonces a alguien se le ocurrirá que esta situación es consecuencia del cambio climático y que es necesario hacer más embalses para regular los caudales y garantizar el abastecimiento de agua, y más encauzamientos para evitar el desbordamiento de los ríos. Entonces traeremos áridos y cementos de otros territorios para construir nuevos embalses y canalizaciones que con un notable impacto hagan la función que de forma natural, gratificante y gratuita hacen nuestros acuíferos en la actualidad. Entonces habremos destruido nuestro entorno, nuestros paisajes y nuestros recursos, nuestra calidad de vida se verá seriamente dañada: seremos el mejor exponente de desarrollismo insostenible. -


 
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