Cada día cuesta más asumir como normal lo que se escapa claramente a toda normalidad. Aunque nos intenten convencer que lo normal es que en verano se reduce la capacidad crítica del telespectador, es una falacia. Disminuye las horas en las que la mayoría de los telespectadores se mantienen cautivos a los influjos de los rayos catódicos. Pero cuando estamos delante de ellos queremos material de primera, fresco, que no esté recalentado y que no haya perdido nada en la cadena del frío, si es algo congelado, como acostumbra. Lo normal es que las cadenas ensayen fórmulas, formatos, desfoguen a realizadores, presentadoras, guionistas. Pongamos que existe una relajación, que hay una mayor condescendencia, pero no que existe un campo donde todo queda.

No es normal lo que pretende hacer la primera estatal. No es normal que se pretenda pasar un trimestre tirando de tonterías. No hay mayor desaliento que buscar en el baúl de los recuerdos para resucitar lo caduco, lo que nunca interesó, y si acaso interesó fue en lo comercial, nunca en lo artístico. No todo lo que funcionó en las mediciones de audiencia era bueno, las circunstancias siempre son importantes para entender algunos éxitos televisivos de hace unas décadas, entre ellas, la falta de competencia. Por lo tanto, no vale rescatar sin seleccionar.

Y es en la música en donde debería colocarse la medida de las intenciones. Ahora que todo elemento informático paga un canon para que vivan jetas como Ramoncín, hay que tener mucho más cuidado, porque el salir en un programa, utilizar una canción para una sintonía, para ilustrar un reportaje se convierte en una cascada de derechos adquiridos que pueden hacer millonario a alguien a costa de nuestro dinero sin que nosotros lo sepamos. El canon, es malo, como todos los cánones existentes, porque se reparten de manera jerárquica y porque es obligatorio e indirecto. El que más puntos tiene, más cobra y tiene más puntos el que más cobra. Y así sucesivamente hasta que Ramoncín sea el que más cobra y nadie que yo conozca ha comprado nunca ni en la manta un disco suyo, y menos se ha grabado nada por ningún medio. Esto no es normal. Y no lo será nunca. -