Ballack, que es todavía el máximo goleador de la actual selección alemana con 31 tantos, no ha llegado a marcar un solo gol en el Mundial, a falta del partido por el tercer puesto. En lo ofensivo sus pases con demasiada frecuencia no llegaron a su destino y, en el partido decisivo frente a Italia que dejó a Alemania fuera de la final, no logró imponer su personalidad en el centro del campo, perdiendo claramente el duelo frente a Gennaro Gatusso.
Una de sus grandes virtudes, el remate de cabeza, no se vio nunca, en parte porque ya todas las defensas del mundo lo saben y se cuidan del peligro que eso implica. Al lado de esos aspectos negativos habría que destacar que, en lo positivo, su aporte al trabajo de recuperación de balones, en sociedad permanente con Frings, fue enorme en muchos partidos.
Ballack, en parte por propia iniciativa y como reacción a la necesidad de paliar los problemas defensivos que Alemania tenía todavía al comienzo del torneo, redujo sus aportes a la ofensiva que se limitaron en buena parte a pases largos desde el centro del campo o a abrir balones hacia las bandas y rara vez se le vio aparecer en el área contraria.
En una ocasión, interrogado al respecto, Ballack afirmó que, aunque los jugadores ofensivos son siempre los que más destacan, todo equipo necesita jugadores que cumplan otras funciones menos vistosas.
«He firmado un contrato que me permite no preocuparme si brillo o no y pensar sólo en el éxito del equipo», dijo Ballack con ironía, y aludiendo a su fichaje millonario por el Chelsea. Jurgen Klinsmann defendió durante todo el torneo el papel de Ballack diciendo que, cuando el capitán está en el campo, todos los demás empiezan a jugar automáticamente mejor.
En cierto modo, es verdad que el equipo suele ganar seguridad con Ballack por la confianza que le tiene a su capitán. Sin embargo, a ratos esa confianza le traiciona, como en los partidos en que Ballack está lejos de la inspiración y recibe demasiados balones con los que no siempre sabe qué hacer.
En esas ocasiones, como en ciertos pasajes del partido contra Italia, el equipo se ahoga en su confianza en Ballack que, además, no siempre estuvo en perfectas condiciones físicas. En partidos anteriores, los aportes concretos y cuantificables del juego de Ballack al ataque alemán fueron relativamente escasos para lo que se espera de él.
Lo mejor ante ecuador
En el partido contra Ecuador, en su mejor jugada del torneo, le metió un gran pase a Miroslav Klose para que éste marcase el segundo gol. Contra Suecia, inició la jugada del primer gol, en el partido que terminó 2-0, y lo mismo hizo en el gol del empate contra Argentina en cuartos, que Alemania resolvió en la definición por penaltis.
Como resultados contables, eso es lo único que se puede sacar en claro del trabajo ofensivo de Ballack. Sus disparos de media y larga distancia, que intentó desesperadamente en el partido contra Suecia como si quisiera buscar a toda costa el gol que se le ha negado, no dieron fruto alguno.
Pese a todo eso, que para un jugador que empieza un torneo como figura debería llevar a una gran decepción, el respeto por Ballack en Alemania, lejos de decaer, parece haber crecido. Lo que se le abona es su voluntad de sacrificio, que hace unos años le exigían permanentemente sus críticos.
Está claro que las expectativas depositadas en él eran
más grandes. Lo que no está tan claro es si esas expectativas eran justificadas.
Ballack es un jugador con grandes condiciones remata con ambas piernas, es
un excelente definidor de cabeza, es buen recuperador de balón y tiene visión
para organizar el juego de su equipo pero hay algo en lo que siempre se
queda corto, como si estuviera a punto de ser un grande. -