GaraAzkenak - Paperezkoa - English Edition  |  Le Journal
EUS | ES | FR | ENG
 » PAPEREZKOA
  -Aurkibidea
  - EuskalHerria
- Jendartea
- Ekonomia
- Iritzia
- Mundua
- Kultura
- Kirolak
 » AZKENORDUA
 » ENGLISH EDITION
 » DOSIERRAK
 » DOKUMENTUAK
 » IRUDITAN
 » HEMEROTEKA
 » Produktuak
Gara > Idatzia > Mundua 2006-07-09
Paolo ALBANESE y Edurne MARTINEZ
La derrotada derecha y venezuela
A escasos cinco meses para las elecciones presidenciales del próximo 3 de diciembre, los partidos de la derecha opositora venezolana, viendo lo que, según todas las encuestas, será un nuevo y rotundo revés electoral, van intensificando su labor desestabilizadora.

El fracaso de la opción golpista y conspiradora «a la chilena», derrotada en las calles en abril de 2002 y sepultada, después de pasar por el paro petrolero, en el referéndum revocatorio de agosto de 2004, ha llevado a la oposición a reorientar su estrategia hacia la «vía nicaragüense». Vía de largo recorrido en la que, con la compañía de EEUU, la desestabilización, el olvido y la agitación hacia el interior se combinan con la difamación de cara al exterior, buscando desgastar al Gobierno de Chávez para, posteriormente, lanzarse, mediante un candidato unitario, a la carrera electoral.

Las recientes declaraciones de George W. Bush, en las que se mostraba preocupado por la situación de Venezuela, recuerdan que el país sigue bien presente en la agenda de Washington y su convencimiento de que dicha situación «tardará un poco en arreglarse». También suponen un reconocimiento de que la oposición, huérfana de proyecto político para el país, goza, hoy por hoy, de escasísimo apoyo entre un pueblo que ha visto cómo las políticas de justicia social del proceso bolivariano han ido llegando a barrios y comunidades.

El empleo de la vía nicaragüense exige ese ejercicio, tan habitual en la derecha, del olvido en aras de la reconciliación. Así, los tres principales precandidatos opositores, a pesar de haber sido cómplices del golpe, tratan hoy de negar esta realidad. Aunque resulte innegable que Manuel Rosales, gobernador del Estado Zulia y ­según encuestas­ precandidato mejor situado, fue en esas fechas el único gobernador en firmar el decreto golpista de Carmona.

Así mismo, el ex guerrillero convertido en liberal, Teodoro Petkoff, celebró insultantemente el golpe, a través de la editorial de su diario “Tal Cual” del 12 de abril de 2002. Esos días, Henrique Capriles, alcalde de Baruta y militante de Primero Justicia, lideraba el asalto a la Embajada de Cuba. No fue el único aporte del partido de Julio Borges al golpe, ya que otro de sus militantes fue ministro del gabinete de Pedro Carmona.

Ocultar los hechos

El ejercicio orweliano que supone la ocultación y tergiversación de estos hechos, es la forma mediante la cual pretenden legitimar ante el electorado y la opinión pública internacional sus tácticas de agitación callejera, difamación del sistema electoral y denuncia por la supuesta falta de libertades, que son los principales ejes de la estrategia desestabilizadora.

Esta carrera de fondo para recuperar el poder se inició tras el Referéndum Revocatorio, cuando la oposición, aplastantemente derrotada, se negó a admitir la victoria del «no» y, con unas presuntas pruebas que aseguraba tener pero que aún no ha mostrado, inició la campaña contra el CNE, Consejo Nacional Electoral, poder independiente creado por Chávez en sustitución del Consejo Supremo Electoral de la IV República, época en que se extendió la práctica del «acta mata voto», mediante la cual AD y COPEI, haciendo desaparecer votos y manipulando actas, se repartieron el país durante cerca de cuarenta años. El empleo del CNE como arma para desacreditar el sistema electoral venezolano, que ha sido descrito por la OEA, el Centro Carter y observadores de la UE como «innovador y absolutamente fiable», encontró su punto álgido el pasado 4 de diciembre, en las elecciones parlamentarias, cuando, seguros de un nuevo revés y copiando el método empleado en Nicaragua en el 84, la oposición se retiró en bloque, aun después de que el CNE cediera a todas sus demandas (eliminación de máquinas captahuellas y cuadernos electorales y recuento manual del 47% de las cajas), excepto una (acceso a datos confidenciales de los electores). La falta de confianza del pueblo que, aun apoyando a Chávez, no cree en las viejas estructuras de poder, como puede ser el Parlamento, fue la causa principal de la altísima abstención, que en aquella cita rondó el 75%, lo cual fue interpretado por la oposición como una muestra de falta de confianza en el sistema electoral por las nulas garantías que supuestamente ofrece la democracia venezolana a los electores, a pesar de ser ésta, según el sondeo conocido como Latinobarómetro, la democracia de la región mejor valorada por sus ciudadanos, que le otorga, sobre 10, una puntuación de 7,6, frente a la media latinoamericana de 5,5. El lema «no dejes que la realidad estropee la campaña» ha servido para que, basándose en sus retorcidas interpretaciones, exporten su despliegue propagandístico plagado de calumnias y falsedades contra el CNE.

La «autarquia chavista»

Igualmente cargada de calumnias y falsedades se revela la otra campaña que a nivel internacional está empleando la oposición, que pretende hacer creer que la «autarquía chavista» ha instalado un régimen de falta de libertades y violación de derechos elementales, como la libertad de expresión, interpretada como el derecho de los dueños de los medios de comunicación a descalificar e insultar libremente. El color de piel de Chávez, así como su verruga, convertidas en argumentos políticos, fueron una constante en los primeros años de Presidencia, lo cual se ha tratado de combatir con la Ley de Responsabilidad Social de Radio y Televisión (Ley Resorte), que ha sido empleada como estandarte victimista por los dueños de los medios y los partidos opositores. Así, mientras en el interior periodistas a sueldo de los canales privados pasan todo el día expresando libremente su preocupación por la libertad de expresión, en el exterior, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) difunde una mentira con tintes apocalípticos, según la cual la libertad de prensa en Venezuela se encuentra en fase terminal. Lugar y nacimiento de la SIP: 1943, en plena Cuba batistera, lo que quita toda legitimidad a esta sociedad de patronos de los medios para hablar de libertades de ningún tipo. Y nos muestra la clase de aliados de la oposición venezolana.

Hipocresia española

Estas campañas de descrédito internacional, aluvión de mentiras mil veces repetidas, en busca de injerencia, han recibido, entre otras, la respuesta del Estado español, que en un ejercicio de hipocresía que le permite pasar por encima de las carencias de su «democracia», ha mostrado su preocupación por que las próximas elecciones sean transparentes y limpias, lo cual fue violado durante años mientras el mundo miraba hacia otro lado y guardaba un cómplice silencio. En este sentido, resulta igualmente cínica la postura de Iñaki Anasagasti, convertido en vocero de la oposición.

La difusión de estas mentiras en el exterior se complementa con una campaña de agitación en el interior, empleando básicamente la inseguridad ciudadana, no sólo como arma arrojadiza contra el Gobierno, sino también como herramienta para extender el miedo entre la población.

Imitando lo que en su día sucediera en Nicaragua, el negocio de la muerte y el secuestro se ha extendido en Venezuela. Cobra más importancia mediática cuando se trata de víctimas procedentes de las familias acomodadas. El asesinato de los hermanos Fadoul y Filippo Sindoni, el pasado abril, fue aprovechado por la oposición, que trató de usar la conmoción causada para fortalecer su estrategia desestabilizadora. Afortunadamente, la madurez del pueblo venezolano que, cansado de tantas mentiras, ya no cree en los medios privados, dio al traste con las intenciones opositoras.

La cobertura mediática que se da a estas muertes contrasta con el sospechoso silencio que estos medios guardan ante los asesinatos que, a manos de sicarios, se han llevado la vida de cerca de 200 líderes campesinos desde que se aprobara la Reforma Agraria, la cual es a su vez calificada por estos mismos medios como «atentado contra la propiedad privada». En este sentido, la presencia de paramilitares colombianos «desmovilizados» está contribuyendo en esta labor que, como sucedió en Nicaragua con «los contras», busca sumir a la sociedad en el miedo. No es casual que el mayor número de asesinatos y secuestros tenga lugar en zonas fronterizas con Colombia. Sin embargo, la detención de más de un centenar de paramilitares hace año y medio, en la finca Daktari, cercana a Caracas, es muestra del nivel de filtración y permeabilización que ha logrado esta lacra por todo el territorio venezolano, para lo cual han contado con el inestimable apoyo de personajes como Manuel Rosales, que ha sido acusado en múltiples ocasiones de prestar apoyo logístico y facilitar la nacionalización de estos elementos desestabilizadores, para que puedan moverse con más facilidad por todo el país.

Los incidentes ocurridos en la Universidad de Los Andes (ULA), en Mérida, hace unas semanas, que se saldaron con 36 policías heridos por impacto de bala y una agente víctima de un intento de violación, ponen de manifiesto las conexiones del movimiento estudiantil M-13, aliado de Petkoff, con las Autodefensas Colombianas.

La violencia, el nivel de organización y las armas empleadas sugieren que tras esas capuchas había algo más que estudiantes reclamando «autonomía universitaria». Los esfuerzos por extenderlos temporal y territorialmente, mediante la convocatoria de movilizaciones en otras universidades, para hacerlas coincidir con la reunión de la OPEP que a principios de mes tuvo lugar en Caracas, evidencian que estos incidentes formaban parte de un plan para presentar la situación del país ante los participantes en la cumbre como una dictadura, con represión a estudiantes incluida. El nulo seguimiento a estas convocatorias hundieron el plan, aunque se pudo comprobar el salto cualitativo dado, de la mano del paramilitarismo, por estos movimientos afines a la oposición.

La sombra colombiana, sin embargo, llega mucho más lejos. Las revelaciones de Rafael García, ex director de informática del Departamento Administrativo de Seguridad de Colombia (DAS), en las que acusa a su ex director, Jorge Noguera, de estar involucrado en un complot para asesinar a Chávez, confirman que hasta las más altas esferas colombianas están involucradas en tareas de conspiración al servicio del Imperio.

A todo el trabajo realizado por la oposición hay que añadir el papel de EEUU, que busca cortar de raíz el ejemplo de esperanza que para otros pueblos está suponiendo el Proceso Bolivariano. Las declaraciones del director de Inteligencia del Pentágono, John Negroponte, en las que afirma que Estados Unidos está fortaleciendo su presencia en lugares en los que, como América Latina, «habíamos dejado que las cosas se atrofiaran después del fin de la Guerra Fría», suponen un reconocimiento de que el progreso y la emancipación de estos pueblos latinoamericanos representa para los intereses estadounidenses una «atrofia». Ello explica que hayan ampliado considerablemente su base de espías e informadores en la región.

Intimidación gringa

La posibilidad de intervención militar gringa no es una exageración de Chávez, sino una amenaza real y concreta representada en los 6.500 militares, porta- aviones y submarinos nucleares que durante meses han estado de «paseo» intimidatorio por el Caribe, en el marco de la Operación Sociedad de las Américas.

Hay que añadir el financiamiento que, a través de la Oficina Nacional para la Democracia (NED), está realizando a movimientos y partidos opositores, especialmente a Primero Justicia, para que cumplan su trabajo en el interior creando así las condiciones que, de cara a la opinión pública internacional, puedan justificar esta posible intervención.

En este sentido, las elecciones del próximo 3 de diciembre son claves para oposición y gringos. No será de extrañar que repitan la jugada de las parlamentarias y a última hora opten por retirarse y promover la abstención. De momento, las tres universidades con más vinculación a la oposición se han negado a participar en la auditoría al Registro Electoral y se han prestado al ejercicio de difamación del CNE, a pesar de todas las facilidades que éste les ha brindado.

En vistas de los resultados de todas las encuestas, que otorgan cerca del 65% al presidente Chávez, presentar las elecciones al mundo como sucias y manipuladas es el mayor éxito que pueden obtener y no presentarse es lo que más les conviene para seguir con sus estrategias de desestabilización y guerra asimétrica. Por lo que el objetivo marcado por Chávez, alcanzar los 10 millones de votos, busca motivar al pueblo venezolano para que, mediante una altísima participación, dé una nueva lección a la historia y al mundo y eche por tierra los planes del Imperio. -


 
Inprimatu
...Albiste gehiago
Kultura
Una de romanos, esta vez en Euskal Herria
Mundua
Ismail Haniyeh propone un alto el fuego que Tel Aviv desprecia desoyendo a la izquierda
Jendartea
Da a luz una mujer británica de 62 años
Kirolak
«Por encima de los nombres está el tipo de club»
Kirolak
Hondarribiak sekulako abileziarekin lortu du Ligako lehen garaipena
Euskal Herria
Batasuna se reúne con todos los partidos excepto con PP, UPN y UMP
  CopyrightGara | Kontaktua | Norgara | Publizitatea |  rss