No hay nada más paleto que saludar a las cámaras. No hay nada más extremadamente paleto que saludar a las cámaras cuando se está de bulto con bocata en un plató de televisión. No hay nada más posmodernamente paleto que saludar a las cámaras de televisión colocadas en el recorrido de los encierros y además estar hablando por el teléfono móvil. Debe ser una plaga. Debe ser parte del lenguaje que utilizan en TVE en la retransmisión de los encierros, como esos anuncios de los espárragos, como los retruécanos del narrador, como los cuernos de los toros y el pañuelico de los corredores. Hasta dos veces en una misma entrega es mucho. Claro, eran mujeres. Y eran guapas. Y sabían que las estaban enfocando porque saludaban, por lo que se trata de televisión interactiva, un despliegue de los medios modernos al servicio de la nada. Un móvil, se supone que otro móvil al otro lado, una cámara de televisión estratégicamente colocada en un alto de una de las calles del encierro, su operador u operadora, una unidad móvil, un realizador que pincha esas imágenes, todo un complejo sistema de retransmisión, por tierra y aire, un receptor de televisión en el otro punto, que puede ser plano, de plasma o de tubo y todo para saludarse dos seres humanos. Es muy posible que estuvieran a doscientos metros unos y otros, quiero decir las mujeres que hablaban y quienes les escuchaban, pero todo ese dispositivo público, institucional, de servicio público, se utilizó para que nos enterásemos en toda Euskal Herria, toda la península y todo el mundo, si es que esa señal sale por el canal internacional. ¿Se puede encontrar más corrupción en algún otro lugar catódico? Sí, en muchos. Pero éste es muy descarado, porque nada tiene que ver con el ambiente previo, ni con el material fundamental por el que se hace el despliegue y se trata de un juego, de unos guiños, que solamente sirven para mandarse saludos cordiales. Y a mí, como se ha visto, para cumplir con mi entrega diaria. Por cierto con tanto anuncio y tan repletos de costumbrismo, navarrerismo y gobiernillo en los mismos, me aburro soberanamente. Como nunca. Si la que saludase fuera mi prima, aún. -