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Gara > Idatzia > Mundua 2006-07-14
Oriente Medio en llamas
Hizbula, un modelo para la resistencia islamista
Aunque en la prensa occidental la milicia sea la rama del movimiento más conocida, Hizbula es un partido político que tiene dos ministros en el Gobierno y ha tejido una red de asistencia social sin parangón. Hizbula ha inspirado a movimientos como Hamas y la milicia iraquí de Al-Sadr.

BEIRUT

Hizbula es, además de un grupo de resistencia libanés, un partido político con dos ministros en el Gobierno. Fundado en 1982 por musulmanes chiíes para luchar contra la ocupación del sur del país por parte de Israel, se ha convertido en un modelo para otros movimientos islamistas en todo el mundo.

El grupo Hamas, en Palestina, y el Ejército de al-Madhi liderado por Mutqada al-Sadr, en Irak, son algunos de los movimientos que se han inspirado en Hizbula.

En los primeros años, el movimiento creció gracias a la ayuda logística, financiera y militar de Siria e Irán, según señala Al Jazeera. Los milicianos de Hizbula llevaron a cabo numerosos «atentados suicidas» contra intereses israelíes en el territorio ocupado.

Pero, en la década de los noventa, desarrolló su rama política y fundó escuelas, hospitales y programas sociales para cubrir las necesidades de la comunidad chií, en su mayoría rural y pobre. Al mismo tiempo, los milicianos seguían con su estrategia de ataques contra Israel, lo que aumentó la presión hacia el Gobierno de Tel Aviv. En mayo de 2000, Israel se retiró de Líbano, lo que aumentó el prestigio de Hizbula entre la población. Muchos analistas llegaron a afirmar que ha sido el primer grupo árabe que ha logrado vencer al Ejército israelí.

Mientras la popularidad del grupo se extendía entre la población civil libanesa ­incluso entre cristianos y suníes­ las potencias occidentales llamaban a Hizbula a que depusiera sus armas y se limitasen a la vía política. La presión sobre el movimiento islamista llegó a su punto álgido a finales de 2000, una vez que Israel se había retirado.

Pero en octubre de 2000 estalló en Palestina la segunda Intifada, lo que ofreció a la milicia un nuevo motivo para seguir con la lucha armada. Hizbula se erigió en defensor de todos los árabes y musulmanes.

En octubre de 2000 capturó a tres soldados israelíes en la frontera entre ambos países, y a cambio de los militares pidió la liberación de prisioneros árabes en manos de Israel.

Referencia política chií

Tres años y medio después, en enero de 2004, Israel liberó a cerca de 500 presos palestinos y libaneses como canje por un empresario israelí capturado y los cadáveres de cuatro militares.

Después de la retirada israelí, Hizbula ha atacado varias veces las Granjas de Chebaa, territorio libanés que todavía está ocupado por Israel. Israel se niega a devolver este territorio, porque dice que se lo ganó a Siria en la guerra árabe-israelí en 1973.

El líder de Hizbula, Hassan Nasrallah, ha intentado convertir este movimiento en la principal referencia política de los chiíes, la comunidad religiosa más grande de las 19 que conviven en Líbano.

Estados Unidos exige con frecuencia a Siria y a Irán que retiren su apoyo a Hizbula. Siria ha ofrecido desarmar a este movimiento si Israel se retira del territorio ocupado de los Altos de Golán, pero su oferta ha caído en saco roto.



Los vientos de guerra se acercan peligrosamente a una compleja región
Txente REKONDO
Gabinete Vasco de Analisis Internacional-gain

Los vientos de guerra se acercan peligrosamente a una compleja región. Los últimos acontecimientos muestran el doble rasero tan de moda. Las masacres y secuestros de civiles que comete el Ejército sionista se nos presentan como «detenciones» o «represalias», mientras que cuando recibe su propia medicina, incluso algunos medios progresistas nos hablan del «secuestro de soldados», cuando en realidad estamos ante la captura de enemigos militares.

El lenguaje mediático tiene su peso, y a través de él recibimos una realidad completamente diferente a lo que está ocurriendo en aquellos lugares. Quieren hacernos creer que los atentados sionistas son «selectivos«, cuando la mayoría de las víctimas no son combatientes.

Es evidente que esta demostración de fuerza de Israel es posible porque se aprovecha de la corrupción que rodea a los regímenes de Jordania o Egipto para poder seguir con su escalada bélica sin control, consciente también de que la mal llamada «comunidad internacional» mira hacia otro lado o se posiciona descaradamente junto al Estado sionista, como es el caso de Estados Unidos.

Pero ya es hora de que las presiones hacia Israel le hagan cambiar de rumbo, debe repensar seriamente la necesidad de una convivencia pacífica en la región, más aún cuando ya nadie pone en entredicho su propia existencia. Sin embargo, la prepotencia que está demostrando con los ataques contra poblaciones civiles puede acabar por desestabilizar la zona.

Los analistas locales comentan que la población libanesa puede reaccionar de manera muy diferente: o bien mostrar su simpatía a la resistencia de Hizbula, o bien puede ocurrir que los cristianos aprovechen la coyuntura para intentar un golpe de mano. No obstante, las mismas fuentes apuntan que la unidad en torno al proyecto nacional de Líbano puede terminar por imponerse, con lo que Israel se estaría forjando un peligroso enemigo. Paralelamente hay que señalar que el tiempo corre contra el Estado sionista, la situación en Egipto y Jordania podría decantarse por alternativas islamistas, con lo que el futuro escenario para la zona adquiriría unos tintes muy peligrosos para el proyecto que defienden conjuntamente el Gobierno israelí y los neoconservadores de Washington.

Seguir definiendo como «terroristas» a los miembros de Hizbula es seguir con una venda en los ojos y a la vez cabría preguntarse: ¿Qué definición reciben las masacres de civiles que día a día comete el Ejército israelí?, ¿o las acciones de guerra contra los iraquíes?

Algunos portavoces locales señalan que si Israel quiere guerra acabará teniéndola, y tal vez algún día no muy lejano se encuentre con una respuesta militar de sus vecinos a la altura de sus agresiones militares contra las indefensas poblaciones de Palestina o de Líbano. En la actual coyuntura internacional permitir esta escalada bélica es caer en una espiral cuyo final no conocemos pero que probablemente acabe por salpicar a todo el mundo. Por eso, es momento de que, en igualdad de condiciones, todas las partes discutan pacíficamente sus proyectos y busquen entre todos la fórmula que conduzca a un acuerdo de paz estable para la región. -


 
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