GaraAzkenak - Paperezkoa - English Edition  |  Le Journal
EUS | ES | FR | ENG
 » PAPEREZKOA
  -Aurkibidea
  - EuskalHerria
- Jendartea
- Ekonomia
- Iritzia
- Mundua
- Kultura
- Kirolak
 » AZKENORDUA
 » ENGLISH EDITION
 » DOSIERRAK
 » DOKUMENTUAK
 » IRUDITAN
 » HEMEROTEKA
 » Produktuak
Gara > Idatzia > Iritzia > Kolaborazioak 2006-07-26
Begoña Campo Lasuen
Hablando de víctimas

Aquel 22 de julio de 1936 ha estado siempre presente en mi vida. Ahora, a mis 83 años, su recuerdo es aún más nítido y doloroso. Desaparecidas preocupaciones de marido, hijos, su educación, sus problemas, que de una u otra manera distraían o desdibujaban la imagen de aquel terrible día, la plaza de Andikona salpicada de cuerpos, el desconcierto, el terror (más tarde llegó la rabia), están más presentes que nunca. Porque soy víctima, una víctima desde hace ya 70 años, nunca reconocida, nunca escuchada, nunca resarcida por el sufrimiento padecido.

¡Cómo adivinar, aquel 22 de julio, que todo iba a desaparecer en unos segundos! Los que tardaron aquellas mortíferas bombas en alcanzar el suelo. Estábamos en Santamainak, las fiestas de Otxandio. Sí que el día anterior un avión había sobrevolado los tejados lanzando unas octavillas que nosotros, los chavales, corrimos a atrapar. ‘Otxandianenses, rendíos’, decían. No entendimos nada. Uno o dos días antes un grupo de jóvenes milicianos habían llegado al pueblo porque se decía que la guarnición militar de Vitoria se había sublevado y había intentando llegar hasta Otxandio, pero la vida transcurría con normalidad en el pueblo: festejos, corrillos de personas, comercios abiertos, niñas y niños jugando...

Yo había cumplido entonces los trece años y estaba ilusionada con empezar a es-tudiar para llegar a ser maestra. ¡Lo había soñado con tanta fuerza! Estaba en casa junto a mi madre, Casilda, mi hermana Mª Pilar y mi hermano de cuatro años, Koldo. Los otros habían salido ya; Jon, mi hermano mayor, hacia la plaza, los pequeños, Javier, José Ramón y Jesús, jugaban en Andikona, junto a nuestra casa. Esa plaza era nuestro lugar habitual de juegos y estaba siempre llena de chiquillos. El padre (secretario del Ayuntamiento y al que recuerdo, veo, cariñoso, amable, siempre dispuesto a atender y ayudar a cuantos lo necesitaban) salía en ese momento del portal hacia el trabajo. Eran las nueve más o menos de la mañana cuando se oyeron unos fuertes estruendos: gritos, desconcierto, miedo, terror. ¿Qué pasa? ‘Ha llegado un avión y nos ha bombardeado’. ‘Creíamos que eran otra vez octavillas’. Llega mi hermano Jon, ‘el padre está malherido’. Más tarde, ‘Javier, Jesús y otros tres primos están muertos’. ‘¿Dónde está José Ramón? No aparece. ¿Lo habrán matado también?’. No recuerdo bien las horas, sólo el miedo, el terror. Al fin José Ramón aparece. Ha corrido hacia el monte y se ha salvado.

Dicen que llevan al padre herido a Bilbao. Nos meten a todos, menos a Jon, en un coche que iseko Pilar desde Bilbao ha conseguido hacer llegar a Otxandio y llegamos a la capital. Allí, la certeza de que también el padre está muerto. Mi madre Casilda destrozada y enferma.

Terror, desolación, miedo, rabia, desconcierto ¿Qué crimen hemos cometido para que alguien desde un avión y a baja altura lance bombas a un grupo de niños y personas civiles? Son en torno a 60 las personas asesinadas, 25 de ellas niños. ¿Qué han hecho con mi familia?

Mi cuerpo se rebela y se llena de granos, y de otras clases de desarreglos. Mi mundo se ha derrumbado. Incertidumbre, dolor, desolación y miedo, mucho miedo. Adiós a cualquier sueño. No hay dinero. A mis 13 años comienzo a trabajar en una carnicería.

Llegan también los bombardeos a Bilbao. De nuevo el terror. Y un 19 de junio de 1937 entran enla ciudad. Han vencido los que bombardearon Otxandio.

Habían matado a mi padre, a mis dos hermanos, a mis tres primos. Y ahora me roban mi nombre, mi identidad. Dicen que no puedo ser Miren Libe, el nombre con el que me bautizaron. Es subversivo, pecaminoso. Me prohiben ser lo que soy, vasca. Me quieren obligar a ser otra: Maria Libia, Maria Lidia...

Pasaron los años. Muere el dictador. ¡Por fin! Ahora se sabrá lo que hicieron, escucharán a las víctimas de tantos años de represión, saldrá a la luz el terror padecido, el asesinato de inocentes... Pero no. ‘No conviene’. Y se impone ‘la reconciliación’ por decreto. Y todo sigue igual, o casi igual. No se escuchan las voces que dicen que sin reconocimiento público de lo ocurrido en todos y cada uno de los lugares en los que sucedió, no puede haber reconciliación. En Otxandio no había ocurrido nada. Ninguna asociación pública de esas que tienen tanto espacio televisivo se acerca a nosotros; somos víctimas incómodas. ¡Que parcialmente se utiliza el término ‘víctima!’».

Posiblemente tus palabras, ama, serían otras, más contenidas, más pudorosas... eres escueta en la expresión de tus sentimientos. He tratado con mayor o menor fortuna de trasladar al papel las emociones que adivino en ti o, tal vez, las que surgen en mí al escuchar tu historia, esa historia que nadie de tu familia desconoce y que ha marcado tu vida. El domingo estuvimos todos en Otxandio, en el homenaje que se os brindó a cuantas personas sobrevivisteis a aquel terrible día: hijas, hijo, nietas y nietos, porque todas y todos en una u otra medida hemos sido, somos, también víctimas. -


 
Inprimatu
...Albiste gehiago
Euskal Herria
El juez Guevara actúa contra la defensa de tres presos vascos
Jendartea
Fallece un vecino de Ermua al explotarle un cohete festivo
Euskal Herria
Etxerat: «Errebelatu egiten gara»
Jendartea
Ensayo general de cara a las fiestas de La Blanca
Mundua
Rice insiste en diseñar un Oriente Medio a la medida de Israel quieran o no los árabes
Euskal Herria
Garzón revoca a Pedraz y evita la puesta en libertad de dos presos
  CopyrightGara | Kontaktua | Norgara | Publizitatea |  rss