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Blusa eta nesken eguna gasteizen
Ensayo general de cara a las fiestas de La Blanca
Gasteiz vivió ayer una nueva edición del Día de Blusas y Neskas. El programa de actos elaborado no cambió respecto a años anteriores. Se llevaron la palma la ofrenda floral, la carrera de burros, el deporte rural, el acto por los represaliados y el fuerte olor a ajos, que se impuso en buena parte de la ciudad. Ya sólo faltan diez días para La Blanca.
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GASTEIZ
Los miles de blusas y neskas de Gasteiz tuvieron oportunidad, durante la jornada de ayer, de calentar motores de cara a las inminentes fiestas de La Blanca. El programa elaborado para este año por la comisión no variaba nada respecto a ediciones anteriores, señal indiscutible de la buena acogida que éste recibe entre los gasteiztarras. El día comenzó muy temprano para las decenas de vendedores de ajos que, poco a poco, se fueron instalando en la cuesta de San Francisco. Más de uno tuvo que lidiar con las marcas todavía visibles de una larga noche festiva, para poder hacerse con un hueco. El fuerte olor a ajos tardó lo que canta un gallo en adueñarse de buena parte de la ciudad. Antes de desembarcar en el centro urbano, los más veteranos se acercaron hasta el cementerio de San Isabel para recordar, mediante una emotiva ofrenda floral, a todos los blusas y neskas ya fallecidos. Un grupo de txistularis y cuatro ramos se encargaron de poner la nota alegre a este acto tan nostálgico. Una abarrotada plaza de la Virgen Blanca se encargaba, mientras tanto, de acoger una nueva edición de la tradicional y divertida carrera de burros. Las caídas fueron constantes durante toda la competición y los participantes tuvieron serias dificultades para dirigir hasta la meta a los asnos. La cosa estuvo reñida pero fue, finalmente, “Rabanera Alonso”, conducido por la cuadrilla Okerrak, el que logró proclamarse campeón.
Recuperando fuerzas
Después de tanto esfuerzo, el cuerpo pedía un buen hamarretako. Llegaba, así, el momento deseado por muchos. Relajarse un poco en alguna de las terrazas que se encontraban a la sombra. Así, las cuadrillas de blusas y neskas, acompañadas siempre por sus incombustibles txarangas, fueron distribuyéndose por las céntricas calles de la ciudad para disfrutar de unos deliciosos huevos fritos con chorizo. Rehogados, eso sí, con una buena dosis de líquido. Todo valía. Desde la refrescante sidra o el típico Rioja a todo tipo de combinados, para los más atrevidos. El sol empezaba a calentar y no era cuestión de deshidratarse. Quedaban todavía por delante muchas horas de diversión. Al mediodía, la cuesta de San Francisco estaba en plena ebullición. Los gasteiztarras querían, como manda la tradición, colgarse al cuello la mejor ristra de ajos. El precio medio de cada una rondaba los 15 euros. Todo dependía del tipo y calidad del ajo, su tamaño y la habilidad del vendedor. Aunque la mayoría se conformaba con una ristra, hubo quien se llevó el carro de la compra repleto. O bien es un consumidor nato de ajos o algún truco tendrá para mantenerlos en buen estado durante todo el año. Un año más, la plaza de los Fueros volvió a ser el escenario elegido por la comisión de blusas y neskas para la actuación de deporte rural y el posterior acto por los presos y refugiados políticos vascos. Este último comenzó al son de la txalaparta, seguido de un bertso. Luego fue la presidenta de la comisión, Iratxe Irigoien la que tomó la palabra, para subrayar el «gran vacío» que generan «muchos de nuestros amigos y familiares» al estar a cientos, e incluso miles de kilómetros, de casa. Al respecto, señaló que hasta que éstos no estén presentes en Gasteiz no «viviremos plenamente las fiestas». Irigoien manifestó, además, que «nunca quedarán en el olvido» y que el acto de recuerdo a los represaliados políticos de Gasteiz seguirá llevándose a cabo año tras año. Mostró su «ilusión» ante la nueva situación de Euskal Herria y añadió que espera que «este sea el último año»que los familiares tienen que subirse al escenario con sus fotos. «Eso querrá decir que están ellos presentes». Tras esta intervención, se hizo entrega a los allegados de cada represaliado del típico pañuelo de cuadros. También se les bailó el aurresku. Antes dar por concluido el acto, desde Etxerat se invitó a acudir a las movilizaciones que se llevarán a cabo en los próximos días. Entre ellas, la denominada “Operación salida”. Se indicó que aunque «soñamos todos los días con tenerles en casa», la realidad «es muy distinta». Destacó que el proceso político debe «contar con el consenso y participación de todos».
Paseillo a la plaza de toros
Las calles fueron quedándose después medio vacías. El de ayer era día de sentarse, junto a la cuadrilla o la familia, alrededor de una mesa. No había, sin embargo, demasiado tiempo para la sobremesa. El paseillo de los blusas y neskas tenía hora de partida a las 17.00, desde la entrada de la calle Dato, como siempre. El camino hacia la plaza de toros lo hicieron todos juntos. Luego los blusas y neskas se dividieron en dos. Mientras unos optaban por presenciar la tradicional corrida taurina, otros muchos cogían un autobús que les llevaría, por segundo año, a disfrutar de partidos de pelota a Mendizorrotza. Gasteiz superó ayer con nota su ensayo general para fiestas.
Feria y raciones de pollo
GASTEIZ El Día de Blusas y Neskas tiene un segundo punto fuerte. La feria de ganado que, durante la mañana, se celebra en Zurbano. Un año más, no faltaron decenas de cabezas de ganado vacuno, equino, ovino y porcino, que hicieron disfrutar de lo lindo a los más txikis de la casa. Los ganaderos de localidades colindantes también aprovecharon la ocasión para ver y charlar con viejos conocidos. Todo aquel que se acercó hasta allí pudo, además, adquirir algunos de los muchos productos típicos de Euskal Herria que se expusieron. Lo de siempre: pan y bollería artesana, embutido variado, miel y queso Idiazabal, entre otros muchos. Lo que no pudieron llevar a casa este año fue ningún ave, debido a que su exhibición está prohibida, tras la aparición del primer caso de gripe aviar en un somormujo encontrado en los cercanos humedales de Salburua. Eso, sin embargo, no quiere decir que no éstos estuvieran presentes. Los cocineros de Boilur se afanaron, desde primera hora de la mañana, en elaborar alrededor de 800 kilos de pollo Eusko Label guisado que, posteriormente, fueron repartidos, acompañados de sidra y pan, entre todo aquel que se acercó hasta Zurbano. Nadie rechazó probar las miles de raciones preparadas. Alguno, incluso, hasta se chupó los dedos.
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