La seguridad vial empieza por la visibilidad
«La seguridad en la carretera deja mucho que desear y convendría aumentar la visibilidad, sobre todo la de los ciclistas». Con esa idea en la cabeza, Vicky Segurola se dispuso a crear lo que ha denominado el «RakaRaka», un dispositivo reflectante que, enganchado al cuerpo, a la bicicleta o a alguna superficie metálica, ayuda a aumentar la visibilidad y, por tanto, la seguridad en las carreteras.
V icky Segurola considera que la visibilidad en la carretera tiene mucho que mejorar y, partiendo de esta idea, ha creado el “RakaRaka”, un sistema que se llevó el oro en el Salón de los Inventos de Bilbo y obtuvo la plata en la Feria Internacional de Invenciones de Ginebra, en la categoría de Seguridad, Salvamento y Alarma.
El sistema consiste en tres cartuchos con cintas reflectantes integrados en una carcasa. Dos de los cartuchos son extraíbles, lo que permite utilizar las cintas por separado o combinadas entre sí mediante un sistema de sujeción. También cuenta con dos imanes uno en la propia carcasa y otro en la punta de la cinta de manera que el “RakaRaka” se puede adherir a una superficie metálica por simple contacto.
Segurola relata que habitualmente se suele desplazar en bicicleta, y considera que la seguridad vial en general y, sobre todo, la de los ciclistas, debe mejorarse. Recuerda que una vez atropelló, sin consecuencias graves, a un ciclista cuando circulaba en su vehículo, y opina que con las cintas reflectantes se aumentaría considerablemente la visibilidad: «Se pueden realizar ideas para tratar de solucionar lo de la visibilidad, y el “Raka Raka” es sólo una de ellas».
Explica que la función es la de reforzar la visibilidad de una persona u objeto que se encuentra en la carretera, y asegura que, dada su adaptabilidad, el uso que se le dé depende de la creatividad de cada uno. Así, Segurola afirma que todos los usuarios de la vía podrían beneficiarse del proyecto, y reconoce que los camioneros han mostrado un interés especial en él: «En varias ferias me han comentado si se podía hacer más ancha y con más metros de cinta. Pienso que, si esto llega a ser el útil que yo creo, me sorprenderé de los usos que le den otras personas».
La inventora pone un ejemplo: «Cuando te quedas en la carretera con el coche o tienes un accidente, lo que haces es ponerte el chaleco reflectante y sacar los triángulos. Lo que harías con esto es reforzar esa visibilidad». Detalla que también se pueden unir entre ellos para hacer líneas de luz, que las pueden llevar las personas o ponerlas en la bicicleta.
Aunque la creación de Segurola ha sido reconocida en las ferias de Bilbo y Ginebra, lamenta que «con eso no es suficiente para comercializarlo». Su gran reto es el de encontrar algún inversor que esté dispuesto a comercializar el producto pero, antes de ello, tiene que jugar con la patente.
Sabe por propia experiencia que «lo que haces con esta gente es arriesgar mucho, porque no sabes hasta qué punto van a utilizar la información que les facilitas. Tengo que pasarles todos los planos y van a tener acceso a la patente». A pesar del riesgo, opina que, hoy por hoy, la patente sigue siendo necesaria para lograr un inversor. Cuenta que en algunas empresas le han propuesto que fabrique ella el producto. Segurola sostiene que desde que inició el proyecto en 2002 ha hecho una inversión «importante», y que no se lo puede permitir.
En cuanto a proyectos futuros, revela que tiene «algo» en la cabeza, aunque añade que en su casa «no quieren ni oír hablar de nuevos proyectos», porque saben, igual que ella, «lo que cuesta sacarlos adelante». -
LASARTE-ORIA
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