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Gara > Idatzia > Iritzia > Gaurkoa 2006-08-07
Fermín Gongeta - Sociólogo
Política ultraliberal en las empresas

Liberal, según los diccionarios, equivale a «persona dadivosa», «aficionada a dar» o «Partidaria de la libertad y de la tolerancia».

De niño, gobernado por el totalitarismo, lo mismo político que religioso, la expresión «liberal» me seducía como algo bueno y positivo. ¡Cuánto más que sus ideas parecían repugnar al poder establecido!

Luego tampoco me disgustó leer a los filósofos de las Luces, como Hume y Montesquieu. Lo de defender la primacía de la libertad individual, por encima de todas las formas de poder, resultaba gratificante, aunque no fuera más que por las posibilidades que parecía abrir frente al estado omnipresente y opresor.

«El libre juego de los intereses individuales conduce a un orden», decían. Aunque únicamente se lo creían los acaudalados.

Al conocer que fueron los liberales quienes ganaron la guerra a favor del centralismo de Madrid, el término me disgustó; y cuando supe que “El Liberal” fue el diario de Indalecio Prieto en Bilbao, el término dejó de poseer su atractivo inicial.

Hoy es claro que el liberalismo no busca el mejor precio para el consumidor, ni responde al libre juego del mercado. El liberalismo, en su constante crecimiento empresarial, no crea empleos y la riqueza que genera engrandece a dueños y aplasta a menesterosos, lo mismo individuos que empresas y países.

Que la empresa, la sociedad anónima, busque el constante incremento de su beneficio es cosa sabida, e incluso yo diría que llega a ser admitida comúnmente. Unicamente deja de estar esto consentido por los clientes cuando el beneficio obtenido se realiza a costa del descuido de la calidad de los productos que este adquiere.

En Euskal Herria, hace tan sólo unos veinte años, se puso de moda el intentar establecer en las empresas sistemas productivos con el mínimo número de trabajadores en sus plantillas. Se pretendía y proyectaba subcontratar lo más posible al exterior de la empresa, sacarlo de ella. Se hablaba de subcontratación, de outsourcing: el proceso por el que una actividad que antes se desarrollaba dentro de una empresa pasaba a ser desempeñada en otra. El objetivo inmediato era, y es, reducir lo más posible la cuenta de «personal fijo» en la empresa. Se hablaba, públicamente, y con descaro, de guerra de liderazgo, sobre todo en las empresas de fabricación intensiva y en cadena.

A los empresarios de Euskal Herria los costes del personal siempre les han parecido exagerados y los trabajadores, excesivamente reivindicativos, e incluso politizados. Precisamente por eso, para mantener sus beneficios, tienden a reducir drásticamente los costes de personal. Unos empresarios se deciden por implantarse en lugares donde se pueden asignar salarios más bajos. Otros, o los mismos, también se disponen a quedarse en estos parajes de Euskal Herria y se dedican a subcontratar, a sacar de la empresa parte de su proceso productivo. No se van al extranjero, sino que buscan a través de empresas intermedias y de trabajo temporal el modo de pagar menos dinero ­ellos dicen gastar menos­ por el mismo trabajo. Marchándose a otros países o practicando el outsourcing consiguen que los trabajadores reduzcan sus ingresos, aumentando, o al menos manteniendo, ellos sus ganancias.

Algunas empresas llegan incluso a desprenderse de su propia maquinaria en favor de la empresa subcontratada... Un empresario, dueño o directivo, comienza por recortar personal de la empresa;el sistema de jubilaciones anticipadas ha sido uno de los métodos más utilizados. En un segundo momento practica la externalización, sacando de la empresa parte de su proceso productivo, y entregándoselo, con maquinaria incluida, a una segunda sociedad que, con trabajadores únicamente temporales, remplaza su actividad. Sin duda que, al inicio, los costes pueden reducirse, incluso en un cuarenta por ciento; pero pronto ­se sabe que sucede antes de dos años­ los costes de subcontratación se van elevando en la misma proporción que la calidad de los productos se deteriora y al mismo tiempo que se enajena completamente el sabe hacer de la empresa.

Una de las grandes sociedades que se dedica a la práctica de recolectar secciones enteras de las empresas es Link. Link, filial de Manpower... cuya actividad principal es la externalización de servicios (Así se define en la fundación de Manpower.org).

Link externalización de servicios es una sociedad creada por la multinacional Manpower, ETT, con el objeto de prestar trabajadores a las empresas, bajo el supuesto de arrendamiento, de subcontratación de servicios. En ocasiones, según proceda, toma también la maquinaria cedida por las demandantes y se dedica a fabricar a menor costo, esto es, con salarios mucho más bajos y contratos permanentemente temporales; sin conocimiento del sistema productivo ni personal preparado para ello.

Un juez de Barcelona hace tiempo que, en una sentencia favorable a una trabajadora, expresó, refirién- dose a Link, que «no tiene actividad propia, sino es la de ceder personal a las empresas que lo requieren sin medios materiales para realizar la actividad, sin personal propio que dirija el trabajo...», «el propio nombre de la empresa, ‘externalización’ ­prosigue­ expresa el objeto social para el que ha sido creada, la cesión de trabajadores». Otro juez ­Juzgado Social nº 33 de Barcelona­ establece que dicha situación «supone, clara y manifiestamente, una cesión ilegal de trabajadores (...) sin que la empresa ­Link­ pusiera en juego en ningún momento su estructura empresarial por la prestación de dicho servicio».

Sin duda alguna que Frederick W. Taylor ha sido con razón seriamente criticado en sus actividades organizativas. Pero por lealtad hacia las labores que debe realizar cada una de las partes en el seno de la empresa, y que claramente las definió, señalaré uno de los párrafos de su “Management científico”: «La sociedad no tolerará por más tiempo el tipo de empresario que tiene los ojos puestos tan sólo en los dividendos, que se niega a hacer su parte de trabajo y que se limita a hacer restallar el látigo sobre la cabeza de sus trabajadores e intenta forzarles a trabajar más duramente por un salario bajo».

El que se desarrollen empresas cuya misión fundamental y única sea enriquecerse ocultando la incom- petencia y desidia de autoridades empresariales, es signo, para mí evidente, de una descomposición de los vínculos sociales.

Imagino y deseo, tal vez con excesivo optimismo, que esas mismas empresas generadoras de miseria laboral crearán, al mismo tiempo, las herramientas de su propia desaparición. -


 
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