La exhumación, «el fin de un anhelo, una liberación y un descanso»
Familiares de las víctimas del franquismo llevan 70 años de duelo. Ayudarles a superarlo es lo que persigue el convenio de colaboración entre la Asociación de Familiares de Fusilados de Nafarroa y Psicólogos sin Fronteras, organismo que estará presente en las exhumaciones. La siguiente será en el monte Ezkaba.
La búsqueda e identificación de las personas que, 70 años después, aún siguen enterradas en el anonimato de las fosas comunes y ofrecer ayuda y atención sicológica a sus allegados es el objetivo del acuerdo de colaboración que el jueves firmaron la Asociación de Familiares de Fusilados de Nafarroa y la ONG Psicólogos sin Fronteras. A través de este convenio, un equipo de profesionales ofrecerá asistencia, individual o grupal, a aquellas personas que así lo requieran, y estarán presentes cuando se produzca alguna exhumación. «El proceso de acompañamiento y apoyo se realizará tanto con los familiares como con los técnicos que estén trabajando en la exhumación», ha explicado a GARA Félix Esparza, portavoz de Psicólogos sin Fronteras y del grupo de intervención en catástrofes. La idea de participar como sicólogos en una exhumación, algo pionero en el Estado español, surgió de unas jornadas de formación que realizaron en navidades del pasado año, y en las que compañeros suyos de Madrid expusieron el trabajo que habían llevado a cabo en el campo de la recuperación de la memoria histórica, como por ejemplo la proyección de películas relacionadas con la guerra del 36 y la posguerra. Entonces se plantearon hacer algo similar en Nafarroa.
«Aun existe recelo»
Las áreas de intervención de este organismo no gubernamental serán la recuperación de la memoria histórica, «la elaboración del duelo» y el apoyo sicológico a los familiares. Esparza admite que, pese a los años transcurridos, aún existe recelo a la hora de hablar sobre lo que pasó. Esa resistencia puede ser una de las causas por las que la demanda de asistencia «aún es pequeña» y que, hasta la fecha, las solicitudes recibidas hayan sido a nivel individual. Por el momento, nadie se ha animado a relatar su experiencia en una sesión grupal. No obstante, «una vez que se rompe esa resistencia y cerrazón inicial ocurre todo lo contrario; la gente siente un alivio muy grande al poder expresar lo que ha estado guardando durante tanto tiempo», manifiesta Esparza. Precisamente, la imposibilidad de hablar de lo sucedido, de sus familiares muertos y el manto de silencio obligado que impuso el franquismo ha dificultado esa «elaboración del duelo».
Que supone una exhumacion
Los cuerpos de la mayoría de los fusilados siguen en fosas comunes sin identificar. Pero algunos ya han sido exhumados. La Asociación de Familiares de Fusilados de Nafarroa se ha propuesto abrir también, a partir de setiembre, el cementerio hallado en el monte Ezkaba, junto a Iruñea donde está ubicado el Fuerte de San Cristóbal, penal franquista. Joseba Eceolaza, portavoz de esta asociación, subraya que es muy difícil hacer un cálculo de cuántos cuerpos puede haber ahí enterrados. «Tenemos contabilizadas 600 personas muertas, y si bien hemos localizado a 131 sólo hemos recibido 15 solicitudes. Sólo del Fuerte de San Cristobal tenemos a más de 470 personas que no sabemos siquiera dónde están», destaca. Esta no será la primera exhumación que realizan en Nafarroa. Hace dos años intentaron desenterrar los cuerpos de tres vecinos de Mendavia enterrados en Azketa, cerca de Lizarra. En noviembre, se cumplirá un año desde que exhumaron a los siete vecinos de Murchante que fusilaron y cuyos restos fueron depositados en una fosa común en Fustiñana. El principal problema al que se enfrentan no es de carácter económico, sino que tiene que ver con la investigación. «Aunque tenemos conocimiento de fosas, no sabemos la identidad de las personas que están ahí y, por tanto, no podemos actuar», comenta. En cuanto reciben una petición, la valoran y recopilan los datos existentes. Acto seguido, trasladan la información a la Sociedad de Estudios Aranzadi. «Investigamos quiénes son, cuándo y por qué los mataron. Una vez reconstruidos los hechos, se va al terreno con una pala excavadora y se comienzan a abrir catas de una forma ordenada», explica. A estas alturas, ¿qué supone para un familiar la exhumación? «El final de un anhelo, una liberación y un descanso después de muchos años de estar a vueltas con esa cuestión. Fundamentalmente, supone una especie de cierre del anhelo de dar una sepultura digna a sus seres más queridos. Por tanto, lo viven con gran emoción y ansiedad», subraya Esparza, que pone de ejemplo uno de los casos que ha tratado. «La persona en cuestión, ya mayor, aún no sabe con certeza dónde está su allegado y ésa es su gran obsesión; ansía resolverla antes de morir», añade.
Complejidad
La complejidad de estos casos reside, tal y como reitera Esparza, «en la imposibilidad de dar una despedida digna a sus allegados». Uno de los requisitos para poder «elaborar el duelo» es, precisamente, poder verbalizar los sentimientos y emociones producidas por esa pérdida. Sin embargo, «las han tenido que llevar en la intimidad y, a veces, en la soledad». Asegura también que una de las cosas que le han sorprendido a la hora de abordar esta cuestión es que, hasta el momento, los sicólogos no hayan participado en las exhumaciones, si bien «en el Estado español hay profesionales que han trabajado como sicólogos en exhumaciones practicadas en Latinoamérica, los Balcanes o Centroeuropa. Me resulta curioso leer experiencias de sicólogos del Estado que lo han hecho fuera y aquí no haya na- da», remarca Esparza. Por ello, anima a participar en esta iniciativa y a compartir su experiencia con profesionales. -
DONOSTIA
«Siento rabia porque mi abuela no lo pudo hacer y alegria por enterrarlo junto a ella»
Andrés Gangoiti murió de tuberculosis el 24 de diciembre de 1943 en el Fuerte San Cristóbal. Tan sólo tenía 24 años. Su sobrino, Miguel Angel Meñaka, tiene en su poder una carta del capellán de la prisión en la que, «ante una muerte tan evidente», pide que lo trasladen a su casa. «El general de turno se lo negó. ¡Imagínate la rabia que pudo sentir mi abuela», subraya a GARA.Su tío, natural de Gorliz, tenía 19 años cuando lo detuvieron. Iba a bordo del barco Aretxamendi. El Gobierno Vasco de la época utilizaba esta embarcación para traer trigo de Argentina. El arresto se produjo cuando iban a Cádiz a cargar carbón. Los juzgaron en Donostia. «Los informes de la Falange Española de Plentzia y del Ayuntamiento fueron pésimos». Antes de llegar a la cárcel del monte Ezkaba, pasó por los penales de Larrinaga y Ell Carmelo. «Me imagino todo lo que vivió mi abuela y el resto de la familia», resalta. Con el paso de los años, Meñaka ha ido teniendo conocimiento de la historia familiar y ha ido documentándose. Así, guarda una felicitación que Gangoiti envió desde prisión a su madre. Se trataba del dibujo de una flor. «Mi tío fue fiel a sus principios hasta su muerte. Dijo que era ateo y, en consecuencia, ni comulgó ni se confesó antes de morir», remarca Meñaka. «Si lees las cartas de despedida de los presos, te echas a temblar», comenta. Además, eran frecuentes las amenazas contra quienes habían perdido a un familiar en circunstancias tan duras. «Les decían que iban a ser condenadas a limpiar los baños públicos», señala. El cuerpo de Andrés Gangoiti es uno de los que, previsiblemente, se van a exhumar en el monte Ezkaba. Ahí estará Meñika. Preguntado sobre qué representa esta exhumación, contesta con una mezcla de sentimientos: «Rabia y alegría. Rabia, porque mi abuela no lo pudo hacer en vida, y alegría porque, al fin, lo podremos enterrar junto a su madre», subraya. Una labor a contrarreloj para buscar a los
fusilados
Se calcula que 5.500 habitantes de Euskal Herria fueron fusilados. De ellos, más de 3.000 lo fueron en Nafarroa y 1.100 en Gipuzkoa. Las fosas comunes se extienden por un sinfín de pueblos y, en algunos casos, los trabajos de excavación resultan imposibles. En 2002, Aranzadi consiguió recuperar los restos de dos personas que fueron fusiladas de madrugada en otoño de 1936. En 2004 fueron localizadas otras tres fosas en Elgeta, una de ellas en las faldas del monte Intxorta. Son sólo dos ejemplos del trabajo contrarreloj por devolver la existencia a los desaparecidos. -
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