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Gara > Idatzia > Jendartea 2006-08-07
Las mujeres son más prudentes con las drogas que los hombres
El modelo de consumo de drogas de las mujeres jóvenes vascas es distinto al masculino, ya que muestran unas pautas de comportamiento «más prudentes y responsables». Esta es una de las conclusiones que recoge un estudio elaborado por Carlos Vilches y Angel Rekalde en el ámbito de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, conclusiones que, en líneas generales, también son aplicables a Nafarroa.

IRUÑEA

«Las mujeres jóvenes consumen, en términos generales, las mismas sustancias que los varones: desde las más normalizadas (alcohol y cannabis, en sus dos variantes, hachís y marihuana), a las estimulantes (speed, cocaína, éxtasis, ketamina). Sin embargo, su modelo de consumo muestra unas pautas de comportamiento más prudentes y responsables». Así lo recogen los investigadores Angel Rekalde y Carlos Vilches, éste último profesor de Sociología de la Universidad Pública de Nafarroa en el libro “Drogas de ocio y perspectiva de género en la CAPV”, que editó el Observatorio Vasco de Drogodependencias del Gobierno de Lakua.

Carlos Vilches Plaza, nacido en Iruñea en 1955, es doctor por la Universidad Pública de Nafarroa y Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Desde 1995 es profesor asociado de Sociología en la UPNA, tarea que compagina con la de socio fundador y director de la empresa Taller de Sociología. Por su parte, Angel Rekalde es doctor en Ciencias de la Información por la UPV y coordinador del Seminario sobre Medios de Comunicación y Drogas del Gobierno de Lakua.

Un enfoque poco tratado

En el libro “Drogas de ocio y perspectiva de género en la CAPV” ambos autores profundizan en los estudios del amplio y complejo mundo de las drogas y las toxicomanías desde la perspectiva de género.

Este es un enfoque apenas tratado en la bibliografía y que sin embargo, en opinión de estos investigadores, «merece la pena estudiar, ya que se ha demostrado que la adicción entre las mujeres tiene características diferenciadas respecto a los varones».

Estas diferencias se han constatado no sólo en lo que respecta al consumo y a los modos de uso de las drogas, sino también en lo referente a «estigmas sociales y rechazo de la aprobación, problemas de tratamiento y dificultades de adaptación a unos programas que no se han creado pensando en las personas afectadas, sino en otras que se toman genéricamente y equívocamente como patrón».

Una de las consecuencias de ello, según los autores de este libro, es que «los tratamientos están hechos para hombres, al predominar en este campo los varones que solicitan la atención especializada, quedando las mujeres relegadas al segundo plano».

Ambiente de ocio masculino

En la obra se analiza esta problemática tanto desde un punto de vista teórico como a través de un estudio que los investigadores llevaron a cabo con el fin de profundizar en el fenómeno del consumo de drogas de ocio y diversión desde la perspectiva de género en general y en lo que afecta a las jóvenes en particular.

La metodología de este estudio, basada en la recogida de datos y análisis y la realización de entrevistas en profundidad y de grupos de discusión, se presenta también en la citada publicación.

Ambos investigadores concluyen que «el ambiente de los espacios de diversión en que se consumen las conocidas como «drogas de baile» ­las discotecas y afters­ es intrínseca o dominantemente masculino». En cambio, constatan que el escenario tradicional, que corresponde con otras formas de ocio más arraigadas ­fiestas locales, cascos viejos, etc.­ son espacios en los que «el encuentro entre amigos y amigas se desarrolla con más igualdad y naturalidad».

Las discotecas se muestran así como «escenarios públicos en donde las actitudes machistas encuentran terreno y autoridad donde desenvolverse», según recogen los autores.

«Además, a medida que avanzan las horas, la presencia de los varones se hace progresivamente mayoritaria. Por otra parte, la presión de carácter sexual que imprimen los jóvenes, combinada en ocasiones con la carga de agresividad masculina que explican ellas, es fuerte, constante y omnipresente», añaden Vilches y Rekalde.

Del mismo modo, estos investigadores señalan que «algo similar ocurre con el trapicheo y la distribución de sustancias, que se tramita en manos casi exclusivamente masculinas».

«Es un espacio masculino, al que las jóvenes se trasladan, en posición minoritaria, insegura, desfavorable, para divertirse o relacionarse, atraídas por los sujetos que ahí se desenvuelven entre la seguridad, la agresividad y el alarde», precisan.

«Deseo de socializarse»

A la hora del consumo, frente a quienes afirman que son factores como la rebeldía, la autonomía personal o el deseo de acceder al mundo de los adultos los que inciden en el inicio en el mundo de las drogas, los autores afirman que «es el deseo de socializarse y de relacionarse con determinadas personas, que ya se desenvuelven en esos ambientes y formas de consumo, lo que empuja a las jóvenes hacia las sustancias».

Posteriormente, una vez iniciadas en el consumo, las jóvenes vascas «asumen o rechazan el uso de las drogas, según cada caso, y lo incorporan a la diversión como un elemento integrante de la misma».

En cualquier caso, recogen en este libro que el modelo de consumo de las jóvenes es «radicalmente distinto» del consumo masculino.

Así, del estudio se desprende que «las jóvenes que consumen son menos, consumen menos, siguen itinerarios más breves, se retiran antes y utilizan más las drogas legales. Además, son más prudentes y responsables en el consumo y en sus consecuencias».

Otras características destacables son que las mujeres «revelan menos agresividad en sus comportamientos y en general son más precavidas que sus compañeros masculinos en todo el juego que el consumo de sustancias supone».

También se ha confirmado que «las representaciones sociales que se distinguen en contextos de ocio y diversión revelan una distinta consideración para las jóvenes que consumen frente a los varones».

Los autores de la obra destacan que «ellas mismas se perciben como más vulnerables y con la etiqueta de ‘chicas fáciles’, y es significativo también que existan estereotipos despectivos y degradantes, como el de ‘comebolsas’, para las jóvenes que consumen. Sin embargo, no existen términos equivalentes para los varones».

A este respecto, apuntan que el hecho de no existir nombres despectivos paralelos para los hombres significa «un distinto esquema de enjuiciamiento y de valores, que en definitiva refleja que están peor vistas las jóvenes consumidoras que sus compañeros».

Por otro lado, destacan que «se ha adelantado la edad de inicio en los consumos (especialmente en el alcohol), a edades cada vez más precoces».



Prefieren algunos estimulantes porque «adelgazan»

IRUÑEA

En el estudio elaborado por Angel Rekalde y Carlos Vilches se aborda también el tema de los roles que cada género presenta a la hora del consumo de drogas, así como los valores.

En este sentido, destacan que el «culto a la imagen corporal y, en general, a la apariencia, favorecen el consumo de algunos estimulantes (cocaína, éxtasis...) ‘porque adelgazan’. A la inversa también ocurre, y si algunas drogas engordan (alcohol) o producen granos (speed...), la joven controla ese consumo para evitarlo».

Sin embargo, los autores constatan que «las chicas, por norma general, tienen más respeto a la persona, al otro, y a sí misma».

«Por ello ­agregan­, la joven es en sí misma, en este contexto, un importante factor de reducción de riesgos. Por dos razones. En primer lugar, porque asume con mucha frecuencia el rol de cuidadora en el grupo de amigos y amigas, así como en las relaciones de pareja. Además, porque por su forma de acercarse al fenómeno del uso de drogas, generalmente prudente, representa una vía de intervención clave. Es el camino de introducir en el medio social información, prevención y responsabilidad, elementos fundamentales de cualquier política de prevención de riesgos».

En esta área, los investigadores alertan de que «se detecta la escasa valoración que realizan las propias interlocutoras con respecto a los mensajes de prevención que se les dirige desde las autoridades y los medios de comunicación».

Revisar mensajes

«Existe un discurso crítico entre las jóvenes que obliga a revisar estos mensajes, las campañas de prevención, los procesos de comunicación y en general toda la política comunicativa que se desarrolla desde las instituciones», advierten ambos investigadores en este libro.



«El hecho festivo o extraordinario posibilita un mayor consumo»
Carlos VILCHES | Profesor de Sociología en la UPNA y coautor del libro

Profesor asociado de Sociología en la UPNA, además de socio fundador y director de la empresa Taller de Sociología, Carlos Vilches ha sido coautor del libro “Drogas de ocio y perspectiva de género en la CAPV”.

­¿El estudio referente a la Comunidad Autónoma Vasca es válido también para Nafarroa, en líneas generales?

El ámbito de nuestro estudio es la CAPV, pero las tendencias de comportamiento, dadas las similitudes culturales y de estilos de vida juveniles, nos permite pensar que las pautas generales del estudio son en términos de hipótesis trasladables a las jóvenes de la comunidad navarra.

­¿Se dispara el consumo de drogas en verano, o es similar a otras épocas?¿Influyen el ocio y las fiestas a la hora de aumentar el consumo?

En opinión de las propias jóvenes, el hecho festivo o extraordinario posibilita un mayor consumo de drogas. Pero hay que recordar que el consumo es dominantemente de fin de semana, y en el ámbito de lo que ellas mismas denominan como la «fiesta» y las relaciones de calle. Entre semana las jóvenes se dedican a otras actividades de ocio no relacionadas con el consumo. Hablamos siempre en términos de generalidad, lo que no excluye casos minoritarios de consumos cotidianos.

­¿A qué edades se suele empezar a consumir y a dejar de consumir drogas en Euskal Herria? ¿Hay diferencias significativas entre hombres y mujeres en este aspecto?

En nuestro estudio, al no ser de carácter cuantitativo, no se puede establecer las edades. Sí que las jóvenes relatan que cada vez se empieza antes en el policonsumo (alcohol y hachís, principalmente, como inicio), y ahí el comportamiento de edades de inicio sería igual para hombres y mujeres. En cuanto a la edad de poner fin a estas prácticas, existe consenso entre las chicas estudiadas que ellas se retiran del consumo antes que los hombres, generalmente con la inserción en la denominada vida de responsabilidad, principalmente el trabajo. -

Iñaki VIGOR


 
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