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Gara > Idatzia > Jendartea 2006-08-09
El juego de café sobre la mesa
LA VIDA SIGUE IGUAL (XLVIII)

El txikiteo fue más breve de lo habitual aquel viernes. Xuxú tenía que comer pronto para ir a Elgoibar, Mila y Sergio debían hacer las compras y el cuñado de Juanjosito, Imanol, marchó al kiosco a ayudarle en el empaquetado de los periódicos sobrantes. Simón se dirigió a Sergio:

­Vete tú a casa y empieza a comer. Huesitos y yo tomaremos una espuela.

­O dos ­terció Luis Mari­.

Los dos hombres se acomodaron en la barra del K.O. Las cosas empezaban a aparecer más claras en la mente de ambos y, cuanta más claridad veían, más oscuro se presentaba el panorama. Empezó Huesitos:

­Mañana habrá que hablar en serio con Josefo, ¿verdad? Hay cosas que no me cuadran en todo este asunto. Sospecho que sabe más de lo que ha contado.

­También yo lo sospecho, Luis Mari, pero sin pruebas no podemos acusar. Será él quien diga lo que quiera decirnos.

­Y, si no, se lo tendrá que decir al juez. Supongo que también él o los ertzainas o quien sea, llegarán a conclusiones parecidas a las nuestras. No es razonable pensar que todo se haya desarrollado ante sus narices, en su propia casa, y él no supiera nada.

­No es muy razonable, Huesitos, pero piensa que sí es posible. Es tan difícil imaginar al bueno de Josefo mezclado en un asunto como este...

­También era imposible imaginar a Miguel en esa doble vida, entre prostitutas, chicos de la droga y...

­Dílo: y rebanando gaznates con un cuchillo jamonero.

­¡Por Dios! No hables así.

Pasaban las tres cuando Huesitos y Simón se retiraron a comer. Al llegar a la casa parroquial, Simón se encontró a Sergio preparado para salir. La mesa estaba puesta y la comida preparada:

­Yo ya comí, tío. Ahí tenés la ensalada y el filete empanado. Sólo tenés que freírlo.

­Y, ¿a dónde vas tu tan temprano?

­¿No recordás? Quedé con Mila para hacer las compras para mañana. Me dijo que pasara por su casa a tomar un café.

­Por su casa, ¿en Atzealde?

­Sí, claro, Vive allá, ¿cierto?

­Cierto, Sergio, cierto.

Mila había preparado café y esperaba al argentinito vestida tan solo con una camiseta. Desde la ventana lo vio acercarse al portal. Aprovechó el último minuto para hacer una llamada al móvil de Gotzon:

­Hola Gotzon, soy yo, Mila

­Ya he visto tu número. ¿Qué hay?

­Nada importante. Luego llegarás para el txikiteo, ¿verdad?

­Sí. Llegaré sobre las siete o siete y pico.

­Pues si pasas por Eibar, acuérdate de parar en la zapatería de Zubimendi y recoger los zapatos que dejé la semana pasada para que les pusieran suela nueva. Cierran a las ocho.

­Vale, yo llegaré un poco antes.

Sergio ya subía por la escalera.

A las seis y media todos los ingredientes de la paella estaban ya sobre una de las mesas de Ur Gain. Xuxú y Miren también habían regresado de Elgoibar y preparaban el resto del utillaje preciso:

­Habrá que llevar todo. No vamos a cargarle a la hermana de Simón con todo el trabajo. Total, llevamos la cesta que usamos para la romería y ahí hay de todo: platos, cubiertos, servilletas, vasos...

­También habrá que llevar el quemador. Yo me manejo bien con el nuestro. Ya sabéis que para hacer buena paella es imprescindible manejar bien el fuego.

­Bien, pues lo llevamos.

Al salir de la sociedad, camino de la cita con Huesitos, Sergio y Mila fueron por detrás de Miren y Xuxú. Al doblar una esquina tuvieron un instante a solas. Sergio aprovechó para meter la mano por debajo de la falda de Miren. Pudo sentir aquella humedad.

­No seas loco.

Huesitos, como casi siempre, esperaba.

La ronda se animó cuando llegaron Juanjosito e Imanol. También Simón se unió al grupo.

­¿Ya está todo preparado? ¿Ya habéis hecho las compras?

­Está todo a punto. Sólo falta meterlo en los coches y salir pitando hacia Basalur.

­Muy bien, he hablado con Kontxi y me ha dicho que Josefo está deseando que lleguemos. ¡Ah! Y que no llevemos nada para picar. Debe tener unos chorizos y unas morcillas excelentes...

Gotzon se incorporó el último a la cuadrilla.

«se nos ha hecho tarde»

­Llegas tarde ­amonestó Huesitos­.

­Oye, que yo he currelado todo el día. Y encima he ido a casa a dejar un encargo de Miren y me he encontrado un juego de café entero sobre la mesa de la sala y he tenido que recogerlo y fregarlo.

Miren salió al paso:

­Es que se nos ha hecho tarde y teníamos que hacer las compras...

­Es que las mujeres sois la leche, os ponéis a rajar y luego tiene que venir el tonto de Gotzon a fregar vuestras tazas.

­No, yo no he ido ­replicó, maliciosa, Miren­ Ha sido el pibe. Ya sabes que también los argentinos hablan mucho.

­Es cierto, nos demoramos platicando.

En la tercera vuelta, Simón puso orden:

­Habrá que pensar en retirarse, jóvenes. Mañana será un día largo. ¿A qué hora quedamos?

­Yo iría tempranito, así podemos dar una vuelta por el monte antes de comer ­agregó Gotzon­.

­Perfecto, os dais una vuelta hasta Iturriberri mientras yo charlo con Josefo. Quiero comentarle todas las novedades.

­Pues entonces, a las ocho y media en la sociedad.

Cuando salían del bar, Miren guiñó un ojo a Sergio:

­Hay que dejarlo todo fregado...-

(CONTINUARA)


 
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