TEL AVIV
El mismo día en que se reunía el Consejo de Seguridad de la ONU, el Ejército israelí prosiguió con su campaña de bombardeos contra Líbano, matando a una treintena de civiles.Paralelamente, el primer ministro israelí, Ehud Olmert, anunció para hoy una reunión del Gabinete de Seguridad para analizar la tantas veces anunciada extensión de las operaciones terrestres en el masacrado país, al borde de una crisis humanitaria sin combustible ni carreteras que ya presagió el Ejército israelí al inicio de su agresión, al prometer que haría retroceder al país 50 años.
Como anticipo, el ministr0 de Comercio e Industria, Eli Yishai, propuso arrasar las localidades «desde las que nos lanzan los cohetes (...) La guerra es la guerra y los civiles que dan cobijo a los terroristas deben ser considerados cómplices de estos últimos», sentenció.
Siguiendo la estela de la víspera en la que mató a 68 civiles, el Tsahal lanzó más de cuarenta raids contra localidades libanesas, el más sangriento contra la localidad sureña de Ghaziyeh, en la que 13 civiles murieron bajo los escombros de dos edificios destruidos justo cuando pasaba al lado un cortejo fúnebre con las víctimas de anteriores ataques.
Mientras tanto, y como hace en la Palestina ocupada, mantenía sine die su imposición del toque de queda a la población libanesa y amenazó con bombardear «a todo vehículo que circule al sur de la rivera del río Litani», frontera natural del sur de Líbano.
Con su ofensiva y sus amenazas, Israel trata sin duda de condicionar el debate en el Consejo de Seguridad, un debate que hasta ayer le era muy favorable con la propuesta de resolución franco-estadounidense que le permitiría no retirarse de suelo libanés.
Rusia se activa
Tras el alineamiento de la Liga Arabe con las exigencias de Beirut, Rusia, que ha mantenido un perfil bajísimo desde el estallido de la crisis, se activó ayer y amenazó con interponer su veto al proyecto franco-estadounidense, que calificó de «inservible para Beirut» y «desequilibrado en un contexto explosivo como el de Líbano».En un intento de apuntalar su iniciativa diplomática, el primer ministro de este país, Fuad Siniora, propuso el despliegue en el sur de Líbano de 15.000 efectivos del Ejército regular.
El Gobierno francés otorgó a la propuesta «un calado político importante».
Mientras el ministro israelí de Infraestructuras y ex titular de Defensa, Benjamín (Fuad) Ben Eliezer, aseguró que ese despliegue no sería otra cosa que «Hizbula con uniforme» la mayoría de los soldados de este débil Ejército son chiítas, Olmert se limitó a señalar que «es una oferta interesante que debemos analizar».
Paralelamente a este más que presumible intento israelí de ganar tiempo, las prisas de Washington por aprobar su resolución formuladas la víspera por el presidente, George W. Bush parecían desvanecerse a última, aunque reconoció «interés» por la propuesta
Rusia propuso la aprobación de una breve resolución para imponer un alto el fuego humanitario.
Una propuesta que EEUU mantiene vetada, lo que ha permitido a Israel superar tres semanas de bombardeos para «ablandar» Líbano.
No le faltan a Bush corifeos o «tontos útiles» en su estrategia. El jefe de la diplomacia alemana, el socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier aseguró que Líbano «no está en posición de exigir enmiendas» y reforzó su argumento recordando que «ni siquiera es miembro del Consejo de Seguridad». Como si ser el país agredido y concernido por un futuro despliegue de tropas no fuera suficiente para tener en cuenta su opinión.
Hizbula, cuyos dos miembros en el Gabinete de Siniora aceptaron la propuesta de despliegue militar libanés en sus feudos, siguió ayer protagonizando emboscadas mortales contra el Ejército ocupante y lanzó 150 cohetes katiusha contra suelo israelí, hiriendo a varios civiles, en respuesta a los bombardeos israelíes.
Los «cansados y hambrientos» milicianos de Hizbula según descripción de un vocero militar israelí seguían combatiendo fieramente a los miles de soldados en las localidades fronterizas del oeste de Líbano y aseguró haber destruido cuatro tanques y matado y herido «a un buen número de soldados israelíes»
Israel, que reivindicó la muerte de 15 guerrilleros ayer, ha reconocido tres soldados muertos en las últimas horas, lo que eleva a 63 las bajas militares mortales, a las que hay que sumar los 36 civiles de nacionalidad israelí fallecidos.
Un centenar de muertos, lejos del largo millar de víctimas mortales civiles libanesas, a las que hay que sumar el medio centenar largo de guerrilleros chiítas muertos (Israel habla de más de 400) y los 29 soldados libaneses masacrados.
Una guerra asimétrica en la que, pese a la insultante superioridad militar, los soldados israelíes muestran creciente cansancio mientras sus oficiales les preparan para una «larga guerra» y reconocen la capacidad de resistencia de Hizbula.
Cambios en el Ejército israelí
El Estado Mayor israelí ha desplazado al hasta ahora comandante en jefe en el frente, general Udi Adam, imponiéndole un superior en el mando.Corresponsales militares han filtrado que la decisión responde al descontento de la opinión pública y del Gobierno israelí, que le achaca sus fracasados intentos de tomar las localidades de Marun A-Ras y Bint Yebail, aun en poder de Hizbula.
Siempre le queda a Israel el recurso de castigar a la población civil, aunque ésta se alinea cada vez más con la guerrilla desde los escombros.
El Tsahal volvió a bombardear a última hora los suburbios del sur de Beirut, castigados la víspera con un ataque que dejó al menos 30 muertos, entre ellos varios niños. Los servicios secretos seguían buscando cadáveres entre los escombros.