Hace 25 años que se detectaron los primeros casos de la enfermedad provocada por el VIH. Una enfermedad, el sida, que desde entonces ha provocado la muerte a 50.000 personas de las 80.000 que han resultado infectadas en todo el mundo. Aplicando la mirada de los países desarrollados a la situación actual de la lucha contra esta enfermedad, es difícil ser triunfalistas, teniendo en cuenta que a pesar de que los tratamientos han conseguido impedir gran parte de la mortalidad del sida, no se frena su propagación, y colectivos como las mujeres en general y las trabajadoras del sexo en particular sufren un alto nivel de indefensión ante la posibilidad de contagio. Pero mucho menos cabe una lectura positiva cuando se observa la situación a nivel internacional. La realidad es tan seria que hay quienes afirman que se está perdiendo la lucha contra esta enfermedad. Y para muestra, un botón: el pasado año 2005, se registraron cinco millones de nuevas infecciones y tres millones de muertos, entre los que había medio millón de niños.

Acaba de finalizar la XVI Conferencia Internacional sobre el Sida. Un evento financiado por las empresas farmacéuticas, en el que «filántropos» como Bill Gates tienen más protagonismo que los afectados ­y más que los estados, ya que aporta más dinero que la mayoría de ellos­, pero que sirve para conocer el estado de la enfermedad, los tratamientos existentes y el dinero que unos y otros van a aportar para la lucha contra sus efectos y su propagación. Y también para comprobar lo lejos que está el día en que el sida no suponga, además de una enfermedad, un estigma social: EEUUprohíbe los intercambios de jeringuillas y pone problemas en las fronteras a los afectados (de ahí que esta Conferencia no se haya realizado nunca en suelo estadounidense); Rusia prohíbe la metadona, Sudáfrica niega el tratamiento a las personas afectadas que se encuentran en prisión, Canadá ha puesto problemas al reparto de preservativos con motivo de este encuentro...

Conseguir la vacuna es el reto fundamental, pero también es fundamental hacer llegar los tratamientos a todos los afectados (ahora sólo llega al 24%), desarrollar nuevos métodos, o extender, tal vez universalizar, una prueba rápida, fiable y confidencial, que permita atajar con rapidez la infección, superando los actuales estigmas sociales. Sobre todo ello han vuelto a oírse promesas, pero lo importante es que quienes las han hecho, se apliquen el lema de la Conferencia y se dediquen a cumplir. -