El último comunicado de ETA ha puesto en canción a los comentaristas de la prensa que se vende aquí. Y cada uno ha hecho la lectura que le interesaba, la misma que hubiera hecho si ETA hubiera dicho lo contrario. Más o menos.

El escribiente de “Noticias de Gipuzkoa” y “Diario de Noticias” buscaba fantasmas donde no los hay y volvía con la canción de los duros y los blandos: «Las posturas maximalistas de los sectores más conservadores de su espacio son también responsables de los vaivenes del actual proceso y, sobre todo, del progresivo debilitamiento social de su proyecto político. ETA y la izquierda abertzale saben que la sociedad no aceptaría una nueva vuelta atrás y se movilizará en defensa de sus derechos democráticos a la paz y la libertad, y en contra de quienes opten por permanecer en las trincheras del inmovilismo en lugar de avanzar por el camino del cambio, la normalización política y la reconciliación social. La amenaza de la violencia y el permanente intento de tutelaje de la sociedad son inaceptables en el debate democrático. Y un inútil regreso al pasado».

El editorialista de “El Mundo”, por su parte, le zurraba la badana a ZP y señalaba que «de lo que dicen se deduce con claridad que, como aseguró ayer el secretario general del PP, no estamos ante un ‘proceso de paz’, sino de ‘chantaje’ de una organización criminal al Estado de Derecho. El Gobierno queda en una situación cada vez más difícil y comprometida. Especialmente inquietante para Zapatero es que ETA y Batasuna aseguren que los socialistas no están cumpliendo ‘los compromisos’ alcanzados en las conversaciones previas al alto el fuego. El Ejecutivo siempre ha negado oficialmente los contactos, aunque resulta muy patente que el PSOE y ETA han mantenido conversaciones desde hace varios años, en flagrante y desleal incumplimiento del Pacto Antiterrorista con el PP».

Mira por dónde, la que lo explicaba con más claridad era Carmen Martínez Castro, en “Abc”: «Los mismos que llevan hablando con ETA desde el año 2000 nos dicen ahora que ETA no tiene derecho a entrar en el debate político. ¿De qué han tratado entonces durante todo este tiempo? ¿De los problemas de la anchoa del Cantábrico, de la política de fichajes de la Real Sociedad o acaso de las nominaciones de Gran Hermano? Negarle el derecho a entrar en el debate político a quien ha sido tu interlocutor preferido durante tanto tiempo resulta una sorprendente combinación de hipocresía e impotencia». Pues va a ser que sí. - msoroagara.net