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Gara > Idatzia > Kultura 2006-08-27
Beti Jai, el último frontón
De los 22 frontones con los que llegó a contar Madrid, sólo el Beti Jai permanece en pie, aunque en estado semirruinoso. Goza, sin embargo, del máximo nivel de protección que otorga la Ley de Patrimonio, pues está considerado una joya arquitectónica del siglo XIX. El intento por parte de los propietarios de construir un hotel en el solar, con un proyecto de Rafael Moneo de por medio, ha generado una viva polémica que se dispone a conocer un nuevo capítulo.

Hubo un tiempo en el que el fútbol no lo era todo y en el que la pelota, incluso en Madrid, fue un espectáculo tremendamente popular. De hecho, la capital española llegó a contar con veintidós frontones, de los que hoy sólo queda en pie uno, el Beti Jai.

Ocupa un solar de más de 3.500 metros cuadrados en el número 7 de la calle Marqués del Riscal, en el barrio de Chamberí, a un paso de la Castellana, es decir, está ubicado en una zona extremadamente jugosa desde el punto de vista del negocio inmobiliario.

Lleva casi diez años envuelto en andamios, que evitan que los cascotes caigan directamente a la calle y sólo permiten intuir la magnificencia que el edificio debió tener en sus años de gloria. Porque el Beti Jai, a pesar de su aspecto actual, está considerado como una joya de la arquitectura del siglo XIX y goza del máximo nivel de protección, según la Ley de Patrimonio Histórico.

Como frontón, estuvo en activo hasta 1919. Luego albergó los usos más variopintos. Durante la Guerra, fue comisaría de Policía; luego, cuartel de Falange, y, más tarde, garage.

En 1977 y 1991 fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) con un grado de protección que limita la intervención sobre el edificio a su conservación y restauración. Pero eso no ha impedido su deterioro.

En 1998, su entonces propietario, Citroen, lo vendió a un grupo de empresarios vascos por una cantidad que, según las fuentes, oscila entre los 385 y los 500 millones. Un precio bajo, en todo caso, íntimamente ligado a la limitación de uso propia de un bien catalogado.

En 2004, el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón (PP), afirmó que el Beti Jai se habilitaría con uso deportivo. Ese mismo año, la gerente de Urbanismo, Beatriz Lobón, aseguraba que, a tal fin, el gobierno municipal tenía previsto expropiarlo a lo largo de 2005.

Los propietarios, sin embargo, presentaron al Ayuntamiento un proyecto firmado por Rafael Moneo que, básicamente, consistía en construir en el solar un hotel de lujo, aunque mantenía, casi de forma simbólica, un cierto uso deportivo. Y ése fue el detonante de la viva polémica en torno al Beti Jai que se desató hace aproximadamente un año y que parece estar lejos de concluir.

En noviembre de 2005, la Comisión de Patrimonio del Colegio de Arquitectos de Madrid llamó vivamente la atención sobre el valor del Beti Jai.

En diciembre, la Comisión Institucional de Patrimonio, que reúne a arquitectos, representantes del Ayuntamiento y del Gobierno regional, denegó la descatalogación del edificio, lo que suponía bloquear el proyecto de Moneo.

En enero de 2006, el PSOE presentó una proposición no de ley en la Asamblea de Madrid instando al Gobierno regional a apoyar su recuperación. El diputado encargado de defenderla, Antonio Chazarra, afirmaba que «no existe en todo el mundo un frontón de la antigüedad, calidad e importancia del Beti Jai». Constataba que el hecho de ser un BIC «no ha impedido su degradación, y no se han querido o no se han podido tomar las iniciativas imprescindibles para restaurarlo y convertirlo en foco vivo, deportivo y cultural; sus propietarios, tanto los anteriores como los actuales, han incumplido las obligaciones que se derivan de su catalogación». Aunque enmendada por el PP, la iniciativa fue aprobada por unanimidad, y la Asamblea instó al Gobierno a apoyar la restauración del Beti Jai y destinarlo a usos compatibles con su valor estético.

Paralelamente, sin embargo, el PSOE había presentado una moción similar en el Ayuntamiento, en la que proponía llegar a un acuerdo con la propiedad, pero sin descartar la expropiación, «en vista del interés social y del incumplimiento sistemático de la Ley de Patrimonio por parte de los propietarios». La moción, rechazada en el Pleno del 31 de enero por los ediles del PP, no prosperó, pero, apenas unos días después, la concejal de Urbanismo, Pilar Martínez, declaraba que pretendía alcanzar un acuerdo con la propiedad, sin llegar a la expropiación.

Cita en setiembre

Aquellos fueron días en los que el Beti Jai hizo correr ríos de tinta. El diputado del PNV Iñaki Anasagasti, por ejemplo, publicó un artículo titulado “¿Por qué no nos hacemos con el Beti Jai?”. Citaba las limitaciones de la actual Delegación del Gobierno de Lakua en Madrid y de la Euskal Etxea, así como el hecho de que la junta de su partido en la capital española estaba buscando local. «Yo, si tuviera presupuesto, me hacía con este solar y lo ponía a valer con el nombre de Beti Jai, la ikurriña en lo más alto y las puertas abiertas a todo el mundo demostrando que somos gente hospitalaria, bulliciosa y con marcha, y convertiría el antiguo Beti Jai en una auténtico horno. ¿Por qué no? ¿Alguien se anima?», concluía.

En los últimos meses, la polémica ha seguido viva, aunque con sordina. La detención dentro de la Operación Malaya, la de Marbella, de una abogada que realizó gestiones en torno al Beti Jai ha sido, quizá, la noticia más destacable. Pero todo apunta a que el viejo frontón recuperará pronto protagonismo. Trinidad Jiménez, portavoz del PSOE en el Ayuntamiento, ha anunciado que en el Pleno de setiembre defenderá la construcción de un frontón de alta competición y recordará al alcalde sus promesas con respecto al Beti Jai. «Si Madrid es candidata a los Juegos Olímpicos de 2016, debe apostar por contar con instalaciones adecuadas a los deportes de alta competición», ha argumentado.

En todo caso, en un rincón de Chamberí, una joya arquitectónica del siglo XIX sigue agonizando. -

MADRID



Una joya del siglo XIX
Proyectado en 1893 por el arquitecto cántabro Joaquín Rucoba (1844-1919), autor, asimismo, del bilbaino Teatro Arriaga, el Beti Jai ­que en su momento tuvo capacidad para albergar nada menos que a 4.000 espectadores­ está considerado un edificio único en el mundo, a pesar incluso del lamentable aspecto que en la actualidad presenta. Sus defensores, como el historiador del deporte Eduardo Gras, que precisamente en julio pasado estuvo en Gasteiz recabando apoyos, lo han calificado en repetidas ocasiones como la Capilla Sixtina de los frontones. Pero quienes consideren que esta afirmación es quizá apasionada en exceso pueden fijarse también en lo que dice con respecto al edificio la Comisión de Patrimonio del Colegio de Arquitectos de Madrid: «El Beti Jai es un catálogo a escala real de los principales estilos arquitectónicos que imperaron en el siglo XIX y, muy particularmente, del neomudéjar, el más característico del Madrid de la época».


 
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