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Gara > Idatzia > Ekonomia 2006-08-27
Txomin LORCA | Secretario de Socioeconomía de LAB
«Los empresarios utilizan el discurso de la competitividad para incrementar la explotación»
Afirma que la competitividad es «un término acuñado desde la visión empresarial» que utiliza el empresariado para «incrementar la explotación», que se traduce en altas tasas de temporalidad y siniestralidad, expansión de la subcontratación... Aboga por transformar el empleo temporal en fijo reduciendo la jornada y subraya que la economía vasca dispone de recursos para hacerlo.

La reducción del tiempo de trabajo y la aplicación de las 35 horas semanales no supondría ningún riesgo para las empresas vascas, según subraya Txomin Lorca, secretario del área de Socioeconomía de LAB. Es rotundo al afirmar que «mejoraría la productividad y la demanda interna al incrementarse la tasa de actividad».

­Organizaciones empresariales (SEA, Confesbask...) alertan continuamente de que se está perdiendo competitividad de forma acelerada en las empresas vascas. ¿En qué medida cree LAB que esto esta ocurriendo? ¿Cómo evitarlo?

La competitividad es un término acuñado desde la visión empresarial. Pero el modelo de competitividad, además de los costes, debe tener en cuenta, la productividad, la cohesión social, el modelo de relaciones internacionales, el peso del coste laboral en el conjunto de costes... Si la base de la competitividad es la productividad, hay que decir que la productividad en la CAV por persona empleada en 2004 fue de 120,7 según el Eustat, mientras que la media de la Unión Europea de los Veinticinco y del Estado español es de 100.

Cuando los empresarios hablan de costes hablan de costes salariales y pretenden hacer la cuadratura del círculo: producir en Euskal Herria con los salarios de India o China. Hablar de productividad es hablar también de qué parte del beneficio se reparte en salario, en innovación y en capital productivo y qué parte se trasforma en rentas de capital. La tendencia en el conjunto de la economía neoliberal es que cada vez una porción mayor del beneficio se trasforma en capital especulativo destinado a engrosar fondos de inversión, especulaciones sobre suelos y recursos naturales o mercados de futuros. No es extraño, por tanto, que el sector financiero esté obteniendo beneficios históricos. Por desgracia cuando los empresarios vascos hablan, lo hacen más en nombre de estos impulsores de la globalización neoliberal que del capital productivo vasco y de la pequeña y mediana empresa vasca.

­El aumento de competitividad se suele relacionar con una mayor productividad, que las empresas traducen en aumentos y flexibilidad de jornada. ¿Son malos tiempos para la reclamación de reducción de jornada y para las 35 horas? ¿Son incompatibles con la supervivencia de las empresas vascas?

El discurso de la competitividad lo utilizan los empresarios para incrementar la explotación. La patronal vasca, favorecida por las reformas del mercado laboral pactadas en Madrid, ha incrementado su poder en las relaciones laborales y mantiene una posición arrogante y prepotente respecto a la negociación colectiva y a cómo abordar acuerdos estratégicos que den estabilidad al empleo y a la economía vasca. El resultado son los índices de temporalidad y siniestralidad más altos de Europa, la subcontratación, las dobles escalas salariales, la persistencia de la discriminación por razones de género y el trabajo sumergido. Hay que incrementar la tasa de actividad que es insuficiente, sobre todo de las mujeres, hay que trasformar el empleo temporal en empleo fijo y hay que hacerlo reduciendo la jornada de trabajo. La economía vasca dispone de los recursos necesarios para hacerlo y por ello, seguimos reivindicando la reducción del tiempo de trabajo y la jornada de 35 horas también en el sector privado de Hego Euskal Herria.

­¿Acarrearía riesgos para las empresas?

Esto no supondrá ningún riesgo para las empresas vascas, sino que mejoraría la productividad y la demanda interna al incrementarse la tasa de actividad. Se repartirían mejor los beneficios y mejorarían la estabilidad laboral y la cualificación profesional y, como consecuencia, la innovación y planificación estratégica empresarial de la que tanto adolecen las empresas. Pero esto, efectivamente, con la actual patronal vasca parece cosa de ciencia ficción.

­LAB ha criticado la falta de participación sindical en el plan de competitividad de Lakua. ¿Cuál debería ser en su opinión esta participación?

No entendemos la participación como la parte final de un proceso previamente consensuado con la patronal, ni como un proceso en el que las opiniones son gestionadas de manera unilateral por los promotores del plan. Y no entendemos la participación para dar nuestro visto bueno a un plan que asume acríticamente la filosofía neoliberal, no parte de un análisis autocrítico de lo realizado y no ha sido capaz de generar un marco estable de participación de carácter tripartito. La participación no puede ser un hecho esporádico, tiene que ser estructural al propio modelo institucional, debe haber instrumentos para propiciar el análisis y la evaluación de las actuaciones públicas y más cuando hablamos de un plan de competitividad e innovación social que afecta a las relaciones laborales y a los valores sociales.

­Se habla del impulso de la I+D+i necesario como alternativa a la mera reducción de costes para hacer competitivas a las empresas. ¿Potencia este plan este aspecto?

Contempla programas de actuación en esta materia que consideramos insuficientes y continuistas. Es insuficiente por la falta de plazos y compromisos de financiación para alcanzar el gasto en I+D en porcentaje del PIB de la media de la Unión Europea-25, objetivo escasamente ambicioso si tenemos en cuenta que la pretensión del plan es competir con las regiones punteras de Europa que, destinan a I+D entre el 3% y el 6% del PIB, (CAV 1,44%). Por otra parte plantean la creación de nuevas empresas de carácter tecnológico obviando el escaso éxito conseguido en la creación de empresas en los últimos años. Sólo el 5% de las empresas que se crean tienen una plantilla superior a veinte empleos y cuatro de cada diez no superan los cinco años de existencia. Se echa en falta la promoción de I+D en las empresas ya existentes y una actuación pública más contundente y con una visión estratégica.

­¿En qué situación cree que se encuentran las empresas vascas en materia de innovación?

El indicador de innovación del plan y las actuales estadísticas al respecto no nos permiten hacer un diagnóstico real de las políticas de innovación en las empresas. Sin embargo, hay que decir que la innovación no es ni mucho menos la necesaria para hacer frente a procesos devastadores como la globalización neoliberal. Es incongruente hablar de innovación, no dedicar ni una sola línea a la defensa del tejido productivo y dejar el devenir de sectores fundamentales en manos de las decisiones del mercado.

El plan establece como terapia un modelo de competitividad, lleno de palabras como innovación, organizaciones inno- vadoras, empresas innovadoras, estilos de dirección... mediatizadas por un concepto reduccionista y en las expecta- tivas de crecimiento continuado de la economía de un 3% anual. Pero en su parte programática, el modelo de competitividad se materializa en actuaciones tan poco novedosas como políticas de suelo y dotación de infraestructuras (en desarrollo); Plan Euskadi 2010 de política energética, (en ejecución); acceso a financiación y política fiscal, para el que Industria no tiene competencias.

­¿En que consiste la innovación social que propone el plan? ¿Cuál debería ser su contenido, según LAB?

Los aspectos relacionados con lo social y lo local, por desgracia, no pasan de ser declaraciones de principios. Se incorporan elementos como la impor- tancia de las personas, la conveniencia de modelos de desarrollo que consideren nuestra especificidad local, la implicación de trabajadoras y trabajadores en la empresa, los equilibrios entre lo económico y lo social... Pues bien, lo social, se liquida con una reflexión respecto al «Estado de Bienestar» ligada al efecto negativo que tiene sobre el mismo el envejecimiento de la población. Nada respecto a la convergencia en materia de protección social con Europa; las relaciones laborales se circunscriben a la necesidad de la creación de empleo obviando la temporalidad, la siniestralidad, la exclusión y la discriminación laboral y lo local se concreta cuando se habla de configurar un territorio atractivo y conectado, es decir el desarrollo de infraestructuras viarias y de transporte.

Un plan creíble de innovación social requiere de la participación activa y con carácter estructural de la iniciativa social y colocar a la economía al servicio de la sociedad en su conjunto. Ese debería ser el objetivo a defender por las administraciones públicas, por encima de los intereses del capital especulativo y más allá del funcionamiento irracional del mercado.

­¿La innovación debe alcanzar también a los modelos de gestión y a la organización de las empresas?¿Cómo?

Los modelos de gestión que se proponen en el plan, no pasan de ser retórica para que trabajadores y trabajadoras hagamos causa común con la estrategia empresarial. No es posi- ble un modelo de gestión innovador, si la empresa no dispone de un plan estratégico en el que se integra la democratización de las relaciones laborales para fomentar la participación y la implicación, la inversión productiva y políticas redistributivas de la riqueza. Estamos hablando en definitiva de impul- sar las políticas, de negociación en la introducción de los cambios, de cualificación de la fuerza de trabajo, de innovación, de valorar las destrezas de trabajadoras y trabajadores y de la potenciación de los derechos de información, consulta y negociación. En definitiva, un Marco Vasco de Relaciones Laborales y Protección Social.

­¿Proteccion y gasto social tiene que ver con competitividad o son opuestos?

Según los empresarios, son opuestos. Pero evidentemente ellos no ponen ninguna pega a que el plan les otorgue 2.000 millones de euros o que las administraciones públicas hagan la política que a ellos les interesa y gasten dinero público en las infraestruturas que ellos necesitan. Hoy la economía mundial produce los suficientes recursos para la plena satisfacción de las necesidades humanas. No es un problema de escasez, es un problema de reparto, de prioridades y político. Lo que es incompatible es la concentración y acumulación capitalista con los intereses sociales; lo que es insostenible es la riqueza de unos pocos a costa de la pobreza relativa o absoluta de la mayoría.

La solución está en generar proyectos de desarrollo endógeno, en el establecimiento de relaciones internacionales basadas en la soberanía de los pueblos y no en la voracidad de las corporaciones trasnacionales, en la interrelación con el medio natural y en la satisfacción de las necesidades humanas de acceso a los recursos económicos, educativos, culturales...

­Según la crítica de LAB, ¿cree que el plan de Lakua se puede quedar en un plan de ayudas sin planificacion de la política innovadora? ¿Se echa en falta una mayor intervención pública?

En definitiva, eso es lo que es. Es una oportunidad perdida para elaborar un plan estratégico de desarrollo económico y social que ofrezca respuesta a la globalización neoliberal, las deslocalizaciones empresariales y a la crisis del modelo energético. Se trata de un planteamiento demasiado coyunturalista, derivado de la falta de competencias en materias socio-laborales, fiscales y de política económica general. Echamos en falta una referencia contundente a la necesidad de disponer de dichas competencias para realizar un auténtico plan de competitividad e innovación social. Lamentamos que el papel del sector público sea el de entregar dinero a las empresas renunciando al liderazgo que le debería corresponder; lamentamos el tratamiento que se otorga a Hobetuz y la falta de programas de actuación para la implicación entre el sistema vasco de innovación, la universidad y los centros formativos.

­¿Qué papel debería cumplir la agencia vasca de innovación?

La configuración de esta agencia es una demostración palpable de que la política económica es algo que compete a empresarios y administración en la cual no tiene cabida la participación sindical y social. La agencia vasca de innovación, por el contrario, debería ser un instrumento de actuación pública con el fin de liderar la innovación y no dejar la misma en manos de intereses privados; debería incidir especialmente en la participación y en el control social de sus actuaciones, así como en un programa de atención prioritario a la pequeña y mediana empresa. -


 
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