Cumplido el plazo fijado por la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), las principales cancillerías de la Unión Europea y también el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso hicieron causa común por perserverar en el diálogo. Alinéandose con la posición expresada ya por otro grande, China, el jefe de la diplomacia rusa, Serguei Lavrov, priorizaba la vía del diálogo. «Las actuaciones de algunos países pueden suscitar interrogantes y hasta malestar, pero todos vivimos en el mismo mundo y debemos impulsar el diálogo en vez de hablar de aislamiento y sanciones». Con estas palabras Moscú fijaba una posición propia en la crisis y se veía respaldado en esa actitud por la UE, que reunió ayer a sus ministros de Asuntos Exteriores en Finlandia. Al término de la misma, el titular de la diplomacia finlandesa, Ekki Tuomioja, expresaba que «para la Unión Europea la diplomacia es el camino número uno para avanzar».
Aunque las referidas manifestaciones no vienen a desactivar la amenaza de sanciones que pende sobre el Gobierno de Teherán, sí contribuyen a aislar las posiciones más belicistas en esta crisis, a las que ayer se aferraba Washington, que no contó en su proclama intervencionista ni con el apoyo de su principal aliado en Europa, ya que el titular británico de Asuntos Exteriores hizo causa común con la llamada a persistir en el diálogo con Teherán.
La propuesta remitida por las autoridades iraníes al grupo de los 5+1, integrado por las cinco potencias nucleares con asiento permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas más Alemania, parece haber tenido la bondad de relanzar el diálogo en relación al programa nuclear iraní, con la propuesta de incentivos cursada por los 5+1 sobre la mesa, pero también con la exigencia adjuntada por Teherán de no imponer condiciones previas al diálogo planeando en el ambiente.
Aunque con su respuesta no haya convencido a sus interlocutores, que insisten en la suspensión del programa de enriquecimiento de uranio como punto de partida, es evidente que Irán ha logrado complicar las cosas a quienes preconizaban las sanciones inmediatas dada la «cerrazón» de las autoridades persas. Las implicaciones económicas de un castigo comercial a Irán parecen pesar en la actitud de los socios europeos. Sólo en Alemania, se es tima que esas sanciones harían peligrar 10.000 empleos. Con todo, la amenaza no se ha disipado y el diálogo es más necesario que nunca. -