El 24 de junio de 1812, Napoleón Bonaparte y sus 700.000 hombres cruzaban el río Niemen camino de Moscú. Sólo seis meses después, menos de 30.000 soldados de aquella Grande Armeé lograban escapar de aquella invasión fallida. Un equipo de investigadores descubrió, recientemente, otro culpable de aquel desastre histórico: los piojos corporales, portadores de los parásitos del tifus y la fiebre de trinchera.

Por fortuna, los piojos a los que más estamos habituados, los de la cabeza, no son tan peligrosos. Lo suyo es «invadir» cabellos, sobre todo infantiles, y provocar un incómodo picor que no se debe a su mordedura, sino a la saliva que inoculan al hacerlo. Se estima que entre el 5 y el 15% de las niñas y niños en edad escolar están cada curso infestados por piojos.

Raro es el centro educativo que en algún momento del curso no se ve obligado a remitir una circular a las familias alertando de la presencia de estos incómodos insectos para que traten de prevenir el contagio. El pelo corto o recogido es el consejo más simple, porque los piojos no saben de condiciones sociales ni de higiene. Se localizan principalmente en la zona de la nuca y detrás de las orejas. La otra solución es aplicar lociones y champús especiales. Sin embargo, cada vez más esto se está revelando como insuficiente.

Remedios

Los investigadores del Centro de Enfermedades Contagiosas del Servicio Nacional de Salud de Gales acaban de publicar en la revista ‘‘Archives of Disease in Childhood’’ un estudio que asegura que cuatro de cada cinco piojos son resistentes a los compuestos químicos que se suelen utilizar para su eliminación. Según estos científicos, que analizaron 4.000 piojos, más del 80% de estos bichos son resistentes a los insecticidas más comunes como la permetrina o la fenotrina, los más populares porque requieren poco tiempo de contacto con la piel para ser efectivos y tienen un olor menos fuerte que otros tratamientos.

Por cierto, que un producto que en su día, en los tiempos posteriores a la Guerra Civil española, se utilizaba para desparasitar a los niños era el controvertido lindane. Incluso algunos pastores lo usaban hasta hace algún tiempo para hacerlo en sus ovejas.

Donde los expertos ya discrepan es en la mejor alternativa para estos champús. Un estudio publicado anteriormente en la revista ‘‘British Medical Journal’’, concluyó que los métodos tradicionales serían más efectivos que los basados en fórmulas químicas. Lavar el pelo y, cuando aún está mojado y lleno de crema suavizante, pasar repetitivamente un peine especial de dientes finos y muy pegados entre sí es la estrategia que propone esta investigación, repitiéndolo cuatro veces cada tres días. Constataban, al igual que sus colegas galeses, que los piojos han desarrollado resistencias a muchos pediculicidas y, precisamente, parece que este «fallo en el tratamiento es posiblemente un factor importante en el aumento de la incidencia de la infestación de piojos», reflexionaban.

Un remedio, que algunos dicen es extraordinariamente efectivo contra los piojos es el aceite del árbol del té, muy popular en Gran Bretaña, aunque hay quien opina que si es capaz de eliminar a estos «bichitos», no debe de ser tan inocuo. Unas pocas gotas de este aceite en el champú que utilizamos ahuyenta los piojos de forma muy efectiva.

Otro remedio natural que se cuenta es la cáscara de limón ácido y su semilla, que deja un aceite amargo en el cabello, y es que el piojo busca dulce en la sangre y con esta aplicación el cuero cabelludo queda amargo. También el ajo se asegura que mata a los piojos, incluso hay cremas elaboradas a partir de extracto de ajo; otra cosa es si deja olor o no. Incluso se usa vaselina o aceite que se aplica durante la noche, pero no deja de ser una práctica engorrosa.

Lo mejor, el peine

Si lo que queremos es eliminar la liendre, una alternativa muy conocida es utilizar vinagre mezclada con agua.

Hoy, en cualquier caso, las autoridades sanitarias recomiendan no utilizar más de dos o tres veces el mismo producto si éste no da el resultado esperado. La aplicación inadecuada de los productos, así como el recurso, cada vez más frecuente, a tratamientos preventivos que se administran en ausencia de infestación, algo completamente desaconsejado, ha propiciado que se exponga al piojo a pequeñas dosis de insecticida. Esta cantidad no logra erradicarlo, pero sí puede favorecer que se adapte a la sustancia. Así las cosas, la mayoría de expertos coinciden en que lo mejor es un buen peine fino a utilizar varias veces y varios días a la semana. -