Partiendo de Olazti, la carretera comienza a ascender hacia Urbasa. Termina la subida y, poco después, un ramal abandona la carretera principal y se dirige hacia la izquierda. Pocos kilómetros más adelante, a mano derecha, se puede ver una escultura. A sus pies, una sima abierta en el suelo. Su entrada se encuentra ahora enrejada. Pero hace setenta años no había escultura. No había rejas. Y ese profundo agujero fue utilizado como fosa común. Ese lugar recibe el nombre de Otsoportillo, y es uno más de esos lugares de Nafarroa, y de toda Euskal Herria, en el que los franquistas trataron de ocultar sus crímenes. Fracasaron. Porque siete décadas después, cientos de personas decidieron que su mejor alternativa para una soleada mañana de domingo era homenajear en ese lugar a quienes han perdido su vida «por la libertad y la justicia social».
El acto, organizado un año más por el Ayuntamiento de Etxarri-Aranatz, arrancó al mediodía con una misa junto al monumento. Varias decenas de personas participaban del acto. El resto de los asistentes conversaba en animados grupos mientras se mantenía a una respetuosa distancia, para no molestar.
También se dejaron ver dos invitados no deseados, vestidos de verde y sobre sendas motos todoterreno. Fue un visto y no visto. Lo suficiente para recordar que estaban allí. La gente, acostumbrada a su omnipresencia especialmente en Sakana prefirió ignorarles.
Terminó la liturgia y, para entonces, la reja que cubre la entrada de la sima ya estaba cubierta de flores. Tras las estrofas de un bertsolari, el mahaikide Juan Kruz Aldasoro tomó el micrófono para subrayar que se han cumplido siete décadas desde que «muchos y muchos ciudadanos, comprometidos con su pueblo, con la clase trabajadora y con la lengua, la cultura y la identidad de EuskalHerria, fueron ejecutados sin piedad».
El representante abertzale destacó que «las ideas por las que lucharon siguen vivas, y hay todo un pueblo que sigue trabajando y luchando por esas ideas por las que tanto sufrieron y tanto tuvieron que pagar. Eso es lo que hemos venido a recordar en Otsoportillo. EuskalHerria vive, setenta años después, un momento político esperanzador. Estamos ante una oportunidad para alcanzar una solución definitiva, basada en la justicia y en el reconocimiento de los derechos, a un conflicto que se alarga generación tras generación».
Por este motivo, Aldasoro quiso hacer extensivo el tributo «no sólo a quienes dieron su vida hace setenta años, sino también a quienes han dado su vida posteriormente, especialmente a las personas naturales de Sakana: Martintxo de la Vega, Peio Mariñelarena, Josu Zabala, Juan Ignacio Erdozia, Mikel Arregi, Roberto Martínez y Angel Gurmindo».
Tampoco olvidó a quienes, por los mismos motivos, han sufrido y sufren «en la cárcel o en el exilio». A todos ellos fue dedicado el aurresku y la ofrenda floral que realizaron seis jóvenes dantzaris.
El silencio se hizo absoluto cuando el txistu comenzó a
emitir sus primeras notas. Seis pares de piernas se movían al son de la música.
Mientras, los rostros de los allí presentes reflejaban un sentimiento: respeto.
Un respeto mucho más profundo que la más profunda de las simas.
Más de 3.500 muertes
La intervención principal de la jornada corrió a cargo de Patxi Urrutia, miembro de la Mesa Nacional, quien comenzó recordando que en 1936 «convirtieron Nafarroa en un infierno en el que mataron de manera innoble a más de 3.500 personas. Sus familiares tuvieron que soportar todo tipo de salvajadas».Subrayó que «los responsables políticos, materiales e intelectuales de esos crímenes nunca han sido juzgados. Y lo más perverso si cabe es que siguen teniendo en sus manos lo que lograron mediante un golpe de estado».
Urrutia rechazó que fueran «cosas de la guerra», tal y como defienden algunos. «En Nafarroa no hubo frente de guerra, aquellos a quienes mataron no tenían armas. Fue una venganza, una herramienta para dirimir una cuestión política. Porque quienes murieron eran luchadores, eran abertzales, socialistas, comunistas, anarquistas, republicanos...», apuntó.
El mahaikide denunció que los responsables de aquellos hechos «han quedado sin castigo», mientras que sus víctimas se han visto «privadas del reconocimiento y el apoyo que merecían». Por ello, se preguntó «cómo es posible que esta Nafarroa del siglo XXI sea tan injusta con sus mejores hijos e hijas».
Explicó que aquellas masacres tuvieron como víctimas a quienes trabajaban por cambios políticos, con un estatuto para los cuatro herrialdes de Hego EuskalHerria, y sociales, con el reparto de la riqueza y la apertura de los comunales. «Mataron y arrojaron en sitios como éste a quienes estaban a favor de eso», sentenció.
«Tenemos una gran deuda»
En
este sentido, afirmó que «las gentes del siglo XXI tenemos una gran deuda con estos muertos, porque sostuvieron los símbolos de la libertad y el socialismo en los momentos más difíciles». El portavoz independentista se trasladó a la situación actual, que a su juicio es «producto de aquel golpe de estado, de aquellas masacres. Lo que tenemos hoy en día no lo hemos elegido democráticamente, nos lo han impuesto».Sin embargo, aseguró que «las masacres de 1936 fueron inútiles. Mataron al mensajero, pero el mensaje siempre se mantiene. Mataron algunos pájaros, pensando que así lograrían hacer desaparecer sus cantos. ¡Qué gran error! Muchos políticos han querido ocultar lo acontecido entonces, para que aquel mensaje no llegara a nosotros. Pero se han equivocado».
Y prosiguió con críticas a quienes tras la muerte de Franco «trataron de silenciar todo esto y, dejando a un lado sus reivindicaciones, nos tendieron unos tristes caramelos. Pero otros muchos lo denunciamos y mantuvimos firmes los símbolos de quienes nos antecedieron. Y lo que trataron de ocultar vuelve a aflorar. Y hablan de una nueva Ley de la Memoria, con el objetivo de extender otra sábana por encima. Pero no nos engañarán, no lograrán nada, porque ya sabemos por qué lucharon quienes nos antecedieron. Desde entonces hemos sufrido imposición, terrorismo, asesinatos, guerraŠ Y que no esperen que lo aceptemos, porque eso no sucederá nunca».
Urrutia hizo referencia al discurso pronunciado el viernes en Cadreita por Miguel Sanz, en el que el presidente navarro «se destapó diciendo que él estaba por la paz. Pero le queremos recordar que la paz no es un concepto abstracto, es una realidad viva que hay que trabajarla día a día. Y esa paz solamente se puede sustentar en la justicia».
«Y la justicia es que se vaya a la mierda el estatuto apostilló en referencia al Amejoramiento, que es un estatuto navarro impuesto sobre los asesinatos, sobre la guerra civil. Queremos decidir cuándo, cómo, con quién y dónde queremos vivir políticamente. Y esto no nos lo van a quitar, es lo que nos ofrecieron aquellos luchadores del 36. No se trata tanto de recordar por recordar, sino de recordar para aprender a reivindicar lo que es nuestro».
El portavoz abertzale remarcó que ningún responsable de la dictadura franquista ha sido «encarcelado por todo lo que ha robado, tanto en vidas como en bienes», y denunció que «los que en su día asesinaron» mantienen «su sed de sangre». Y puso como ejemplo la situación de dos presos como Iñaki de Juana en huelga de hambre o Bautista Barandalla gravemente enfermo.
Urrutia concluyó subrayando que es necesario guardar la memoria de quienes murieron, pero que también se deben preservar sus ideales. Finalizado el acto político, el homenaje se convirtió en animada fiesta gracias a la música y al sencillo almuerzo organizado por el Consistorio etxarriarra. -